Capitulo 1

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Releí por cuarta vez el segundo párrafo de la página cuarenta y ocho del libro, pero en la tercera, o puede que en la quinta palabra mis pensamientos volvieron a divagar y se alejaron rápidamente del texto, muy lejos de la historia que llevaba un mes tratando de leer.

            Suspiré ruidosamente y dejé el libro en el suelo, con cuidado. Siempre me había gustado leer, aunque no le había dedicado el tiempo que hubiera querido. Los estudios siempre habían sido mi prioridad. Bueno, la de mis padres, y superar a Sarah mi desafío y consuelo. Aún así, aún tenía que terminar ese curso y decidir a la universidad que quería asistir. En parte no era exigente. Sólo pedía un único requisito: que estuviera lo más alejada posible de casa.

            Miré el libro abierto por una de las páginas finales y ladeé la cabeza, tratando de agudizar la vista para poder distinguir las frases y conocer al fin el desenlace de la historia, pero desde mi calentita posición, sentada en la cama y con las mantas sobre mí, era imposible leer nada y tener que inclinarme para averiguarlo me daba mucha pereza. Aparté la mirada y clavé los ojos en la puerta del armario del fondo, perfectamente cerrado.

            Tal vez aquella noche no era la mejor para leer; una de tantas. Desde que había vuelto de Orleáns había pasado muchas noches de insomnio, asomada a la ventana, mirando un paisaje conocido, lleno de luces y de poca actividad que transcurría lentamente, con el único sonido de fondo del eterno tictac del despertador.

            En ese momento escuché como se abría la puerta de casa y agudicé el oído mientras escuchaba como mi hermana dejaba las llaves sobre la mesa del recibidor y pasaba por la cocina antes de encerrarse en su habitación. No tardó en poner música mientras hablaba y reía por teléfono con, tal vez, su nuevo novio.

            No me molesté en mirar la hora. Era tarde. Llevaba un par de horas dando vueltas en la cama incapaz de dormir y me había acostado mas tarde de las once, pero Sarah parecía ignorar que el ruido que estaba haciendo pudiera molestar a alguien. Eso, o le importaba poco. Y realmente conocía la respuesta.

            Ladeé la cabeza y miré hacia la ventana. No estaba de humor para una pelea y con Sarah no se hablaba, se discutía.

            —¡No pienso hacerlo!

            El estridente grito de mi hermana fuera de la habitación me obligó a apartar la mirada de las zumbantes luces de una ciudad que duerme a medias y volví a rescatar el hilo del monólogo que escuchaba tras la pared de mi cuarto. Sarah caminaba descalza por el pasillo y escuché como lanzaba algo, o más bien, cómo ese algo se estrellaba contra una pared y, tras un momento de silencio, decidí poner mis pies, también descalzos, sobre el suelo y busqué las fuerzas y las ganas que no sentía por ningún sitio, para caminar hasta la puerta de mi habitación y salí a encontrarme con Sarah en la cocina.

            —¿Qué? —gruñó Sarah al verme, temblando de rabia y una mirada feroz dirigida a mí—. ¿Qué haces aquí?

            La contemplé con parsimonia, aceptando que le sentaba muy bien el coqueto camisón corto de encaje que llevaba puesto y me encogí de hombros sin emoción, caminando lentamente hacia la fregadera a coger un vaso de agua y descubriendo al fin qué había sido el algo estrellado al ver un montoncito de cristales por todo el suelo de la cocina y parte de la fregadera. Me detuve en seco, lamentando seguir descalza y viendo el suelo con otros ojos. Levanté la cabeza para volver a mirar a mi hermana que cada vez parecía más enfadada.

            Suspiré, cruzándome de brazos.

            —Venía a por un vaso de agua —dije sin poder darle una nota de entusiasmo a la voz e ignoré la ironía que llevaba plasmada en cada una de las palabras—. Antes de encontrarme con una bonita alfombra de cristales por el suelo.

Desire (Silence 2)Where stories live. Discover now