2: El Más Odiado

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Todos tenían una razón para odiarlo, no había nadie a quien le agradara.

El reemplazo del señor Hardy apenas lleva una semana aquí y ya se ha convertido en el hombre más odiado del instituto y lo tiene más que merecido el desgraciado.

El señor Hardy, mi profesor de literatura se ha jubilado después de ya haber trabajado muchos años para la misma institución. El viejo y querido señor Hardy nos ha dejado abandonados, a mitad de semestre, a manos de un joven y tiránico profesor de veintipocos más amargado que una vieja.

Sí, se ha jubilado... ¡Jubilado! ¡Lo hemos perdido para siempre! ¡No volverá ni aunque se recupere su esposa!

Drew Gallagher, o como prefiere que lo llamemos: señor Gallagher tiene veinticuatro años de edad, una licenciatura en literatura inglesa –sí, además resulta que es un maldito genio- y un sentido del humor de la patada.

No tiene ni dos semanas en el instituto, aun así se ha ganado el odio de casi todo el mundo, excepto el de la profesora Dinah, ella anda coladita por él.

Tampoco se le puede culpar, pero resulta agotador que en lugar de empezar la clase pase diez minutos elogiando su trabajo.

–¡A que no adivinas quiénes están encerrados en la sala de profesores! –exclama Phoebe corriendo hacia mí.

Phoebe Lasky es mi mejor amiga desde hace tres años. Su corte hasta los hombros revolotea por los aires mientras se acerca a mí. Sus ojos redondos y verdes brillan con locura mientras sonríe psicóticamente, sentándose frente a mí.

–No lo sé –digo sin siquiera intentar pensar en quiénes podrían ser.

–El señor Gallagher y la profesora Dinah –susurra.

–Carajo.

–Lo sé, los vi hace un rato en la cafetería, luego de eso desaparecieron y hace un rato abrí sin querer la puerta de la sala de profesores y estaban allí solos, Gallagher cerró la puerta con seguro –susurra.

Eso no me lo esperaba.

–Por un momento pensé que el señor Gallagher sería el único hombre en huir de las garras de la profesora –digo.

–Pues no lo es, ya ha caído –dice–, y es una lástima porque él sí que está bueno...

Pero bueno, si yo tuviese el cuerpo de la profesora Dinah, no sé qué haría con tanta voluptuosidad y perfecta estructura facial.

Bueno, no puedo negarlo. El señor Gallagher es realmente muy atractivo, con su cabello perfectamente desordenado, con esos imponentes ojos celestes, y ese cuerpo que parece haber sido esculpido por los mismísimos...

–Oye, hazme caso –dice Phoebe tronando los dedos frente a mí.

–Eh, sí... ¿qué decías? –pregunto.

–Te digo que el señor Gallagher dejó tarea –dice buscando entre sus cosas.

–¿Qué? ¿Qué ha dejado tarea? –pregunto espantada.

No, no otra vez.

No pude haber olvidado que ha dejado tarea.

Puede que esté muy bueno y todo, pero eso no quita que sea súper-pesadito conmigo y con la clase entera.

–Pásamela –le ruego.

Ella me entrega su cuaderno y yo corro a las mesas del patio.

Saco mi bolsita de bolígrafos y los esparzo sobre la mesa.

¡Profe, No Borre El Pizarrón!Where stories live. Discover now