20: Burbuja De Felicidad

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Yo, yo y el señor Gallagher.

Soy infinitamente feliz en este momento, no estoy preocupada de quién pueda vernos, ni de qué puedan decir las personas. Estoy con él, a solas, en la comodidad de su sala de estar, bailando tontamente y con lentitud innecesaria una canción que inevitablemente me recuerda a él.

Me and Mrs. Jones.

—Maddie —dice Drew sentándose en el sofá.

—¿Qué?

—Son las once —señala riéndose de mis torpes pasos de baile.

—Lo sé.

—¿Tus padres no se va a preocupar? —pregunta, extrañado.

—No, aún no —me dejo caer a su lado.

—Debo confesar que en este momento me siento muy feliz y tranquilo a tu lado. A pesar de que el director Hoffman anda al acecho, y a pesar de todo lo que puede ir mal en este momento, me siento feliz.

—Me siento igual que tú, Drew.

Después del festival, Phoebe me cubrió diciendo que estaría en su casa hasta tarde y que su madre me llevaría. Salí del lugar y esperé a Drew unas calles más adelante. Apareció a los cinco minutos y subí a su auto.

Él condujo un rato por la ciudad, cenamos en un lugar pequeño, en una mesa alejada de las personas, conversamos durante toda la cena, y fue ahí donde decidimos venir a su departamento.

Al llegar aquí, nos sentamos en el sofá a seguir platicando, hablamos de música, compartimos algunas canciones y no sé cómo terminamos bailando.

El silencio entre los dos no era incómodo. Para mí, era como si las canciones hablaran por ambos.

Miro su rostro sintiendo como algo en mi pecho se llena.

Es una sensación dulce, muy dulce.

Mi pecho se llena de una dulce sensación al mirar su rostro. Es como si algo en mi interior se conectara a él.

No sé cómo explicarlo.

Acerco mi mano a su rostro y lo acaricio, repasando cada parte de su rostro, intentando recordar cada parte de él.

Él cierra los ojos y me toma por la muñeca alejando mi mano de su rostro.

Me sorprendo por un segundo.

—Madison, eres hermosa.

Sonrío.

No esperaba oír eso.

Me gustaría oírlo, todos los días, cada segundo. Pero sé que pronto volveremos a la realidad, y este pequeño momento cálido entre ambos quedará como un recuerdo enterrado bajo otros cientos de recuerdos de cosas quizá menos memorables.

—Quisiera que todos los días fuesen así...

—¿Cómo? —pregunta él.

—Sin clases —me rio. Evitando decir la pachotada que iba a mandarme—. Tranquilos, ambos, sin escondernos, sin estar preocupados. Tú y yo en este mismo sofá, uno al lado del otro, libremente, sin sentir culpa. Ahora, eso sí sería bueno.

—Suena mejor que correr por los pasillos y refugiarse en armarios de limpieza con aroma a lejía —acepta con humor.

—Yo sé que es imposible. Quizá tú y yo nunca podamos pasar de esto, de un par de conversaciones fuera de la escuela —niego, pesimista.

—Madison, yo creo que hemos hecho más que conversar después de clases y fuera de la escuela —comenta, con humor.

—Es cierto. No sé Drew. Esto es riesgoso, para ambos, pero sobretodo para ti, no creo que debas arriesgar tanto por alguien como yo.

—No sigas, Madison.

—Es cierto.

—No, no lo es. Madison —insiste—, seré directo, tú me gustas y la verdad no siento que echarme para atrás sea algo que deba hacer ahora, puede que no sea el único en la fila esperando algo de tu atención...

Sí es el único en la inexistente fila.

—¿Quieres que comparemos tu fila con la mía? —elevo una ceja— Porque la tuya le da vuelva a la ciudad.

—¿Qué hay con Wade? —pregunta cruzándose de brazos.

Por Dios, Wade es mi mejor amigo, es imposible que yo le guste. No sé de dónde Drew podría sacar esto.

—Wade es mi amigo.

—Le gustas, es obvio.

—Es imposible.

—He visto como te mira, la forma en la que te trata es diferente, lo que hace por ti. Y no sé, creo que él sabe que me gustas...

—¿Por qué dices eso? —pregunto.

—No lo sé, a veces... Olvídalo.

—Drew —digo su nombre, más como una advertencia.

—A veces me mira y siento que lo sabe todo.

Es que sabe todo.

—Drew, no le gusto, somos amigos y seguirá siendo así.

—Está bien —dice rendido, no quiere seguir con este tema.

Lleva sus manos a su cabeza, meditando.

—¿Es una completa locura? —pregunta— Digo ¿Tiene sentido lo que estamos haciendo tú y yo?

—Esperaba que tú me dijeras —admito.

Sus ojos celestes llegan a los míos, me encojo en mi lugar —Tu también me gustas —admito, finalmente—, pero no quiero arruinarte, es todo.

—No puedo prometer cosas que no sé si pueda cumplir —me dice—, no puedo prometer que vaya a funcionar de la manera en la que esperamos, duele pero es verdad, tú y yo seguimos teniendo lugares que ocupar frente al mundo y sé que a nadie le gusta lo complicado pero... Podemos intentar.

—Intentar...

—Intentar hacerlo menos complicado —ríe— ¿Qué dices? ¿Quieres intentar hacer las cosas menos complicadas?

—¿Soy una completa causa perdida si digo que sí? —cuestiono.

—Puede ser —bromea—, yo también lo sería.

—Podemos intentar —acepto.

Me acomodo en el sofá y abrazo un almohadón.

Me acerco a él un poco más y apoyo mi cabeza en su hombro. Beso su mejilla con dulzura y cierro los ojos.

Disfrutaré de su presencia mientras pueda.

Levanto la vista y lo primero que veo son los ojos de Drew mirándome fijamente.

Toma mi rostro entre sus manos y junta sus labios con los míos.

No lo había besado en mucho tiempo.

No pierdo el tiempo y le devuelvo el beso con el mismo fervor.

Vuelvo a apoyar mi cabeza en su hombro, esta vez me tomo la libertad de pasar uno de mis brazos sobre su pecho.

—¿Tienes sueño? —pregunta.

—Quizá —murmuro sintiendo mis párpados pesados.

—Duerme, enseguida te llevo a casa.

Me abandono al sueño y a los brazos de Drew, que me sostienen.

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"¿D0ndE sE ceLebrA eSte añ0 eL fEstIvaL dE CaNneS" -Christina Aguilera.

¡Profe, No Borre El Pizarrón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora