31: La Foto Perfecta

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Antes de que alguien alcance a verme me subo en el asiento copiloto de su coche de vidrios polarizados. Agradezco su elección de coche del día de hoy, es totalmente discreto respecto a quienes están en su interior.

—Fue difícil convencer a mi hermana de cambiar de autos por esta semana —rueda los ojos—. Me estuvo acribillando con preguntas sobre porqué repentinamente quería usar su auto.

Mientras nos abrimos paso por el estacionamiento de la escuela me siento segura, algunas miradas se pegan al auto, pues es un vehículo extraño para todos. Todos saben cuál es su auto y casi todos los del equipo de fútbol alucinan con el vehículo.

Si alguien supiese que estoy dentro del auto con el señor Gallagher sería nuestro fin.

Salimos de la escuela, la tensión nos abandona y ya me siento lista para abrir la boca.

—Juro que podían verme a través de los cristales —digo llevándome una mano al pecho.

Drew se ríe.

—¿Tienes hambre? —pregunta.

—No —respondo— ¿Por qué estoy aquí, Drew? ¿A dónde vamos?

—Por lo pronto iremos a mi departamento —responde cambiando de carril—. Necesito mostrarte algo.

Sin siquiera pretenderlo mis pensamientos cambian de rumbo, y mi mente me otorga una imagen bastante gráfica de lo que Drew podría enseñarme. Sacudo mi cabeza ante el pensamiento.

Asiento levemente en su dirección y me acomodo en el asiento.

Observo su cuerpo y su mirada totalmente concentrada en el camino.

No me cabe duda de que es un hombre realmente guapo. De repente pensé en que su físico fue lo primero que me atrajo de él, pero lo que me hizo desarrollar estos sentimientos por él en definitiva no fue el físico.

Es extraña la manera en la que me sentía ligada a él, es extraña la manera en la que me hacía sentir con solo permanecer cerca de mí. Jamás pensaba mucho en esto, soy consciente de mis sentimientos, pero no pienso mucho en ellos y en su por qué.

Mis sentimientos por Drew no necesitaban un por qué, no debe existir un por qué para todo.

Una vez que nos encontramos dentro de su departamento lo primero que hace es arrastrarme hacia su habitación.

Entramos a la iluminada habitación.

Su cubrecama gris ha sido reemplazado por uno azul. Sus repisas siguen perfectamente ordenadas, llenas de libros y uno que otro Funko de personajes de películas o cómics.

El pequeño sofá aquamarine de la esquina está repleto de ropa doblada y su escritorio tiene varias pilas de hojas que asumo son exámenes y prácticas de la escuela.

—Siéntate —dice antes de desaparecer por la puerta de su armario.

Me siento a los pies de la cama y aprovecho para decirle a mi madre que almorzaré en casa de Drew, ella accede pidiéndome que sea prudente. Se siente bien ya no tener nada que ocultarle, nunca me ha gustado guardar secretos y mentirle a mi madre.

Escucho como mueve y revolea cosas dentro del armario. Esbozo una sonrisa intentando averiguar qué es lo que hace.

Muevo mis pies en círculos intentando apaciguar el dolor que me provocan los tacones.

¡Profe, No Borre El Pizarrón!Where stories live. Discover now