Cora Mills

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Emma miraba de reojo a Regina, que se estaba abriendo. En absoluto tenía deseo de interrumpirla, el momento era tenso y ella sabía que la alcaldesa acaba de dar a su relación una dimensión diferente. Se estaban haciendo íntimas y era más de lo que Emma habría deseado por parte de Regina, una relación sincera y basada en el intercambio. Todo lo demás esperaba hablar de Henry y recibir unas disculpas concretas y sinceras, pero por lo que se veía, Regina quería darle más y ella estaba completamente de acuerdo, así tendría las respuestas a las preguntas que tenía sobre esta mujer que desde siempre le había parecido misteriosa, altanera e inaccesible.

«Mi madre, Miss Swan...Me obligó a casarme con su padre para que yo supliera su propia sed de poder, mi madre nunca se ha regido por otra cosa que no fuera el deseo cada vez mayor de poder, de dinero, de fama...Algunos la calificarían de ambiciosa y brillante...Yo, yo conozco la otra cara de Cora Mills...Un rostro de una extraña fealdad, y créame, he querido a mi madre tanto como he podido...para agradarle, acepté sin rechistar un matrimonio con un hombre que me llevaba 36 años, un matrimonio sin amor solo para hacerme querer por mi madre...»

«Créame que lo siento» dijo Emma sintiéndose de repente consternada por las acciones de su padre, aunque nunca lo hubiera conocido.

«No es su culpa, Emma» dijo Regina con voz apenas audible «Todo es culpa de nuestros padres, descubrí muchas cosas después de eso...y mucho peores»

Regina se levantó y se dirigió a la cocina, seguida de Emma. Había pasado el tiempo, y ya era hora de comer. El teléfono de la morena vibró con un mensaje de su hijo preguntándole dónde estaba.

«Ah, Henry se preocupa por saber dónde me he ido...»

Ella sonrió y respondió a su hijo que estaba con Emma y todo estaba bien, que estaban conversando.

«Mmm, también debería llamar esta tarde para ver cómo va todo con Mary»

«Acabo de decirle que usted está aquí»

«Eh...¿qué?» dijo Emma

«¿Algún problema con eso?» preguntó Regina arqueando una ceja

«No, euh...Solo que no le dije a Mary a dónde iba, me va a montar una...» Emma suspiró

«¿Y eso?» dijo la morena, sorprendida

«Sí...No tengo una hermana, es una verdadera mama gallina, es agobiante, no estoy acostumbrada a tener una familia...»

«Miss Swan, estamos las dos ausentes de la ciudad, ¿no cree que habrían atados cabos? Además sabiendo que hemos dejado atrás a Henry»

«Va a dar que hablar...» respondió Emma sonriendo

«Bueno, si así llenan sus vidas monótonas...» replicó sarcásticamente Regina

«No aprecia mucho a la gente, ¿eh?» dijo Emma

Regina se encogió de hombros como toda respuesta, la naturaleza humana no tenía sorpresas para ella en muchos terrenos. Propuso preparar algunos sándwiches y platos fríos para comer, ya que Emma no tenía especialmente mucha hambre y Regina parecía querer continuar con su conversación.

«¿Y si comemos en las dunas?» preguntó Emma

Regina puso una mueca de duda

«Venga, ¡estoy segura de que nunca lo ha hecho! Será la ocasión y además hoy no hace casi viento»

«¡Es usted muy optimista! No son muy apreciados los granos de arena en los sándwiches»

«¡Oh, deje de poner mala cara! Hagámoslo, y podemos seguir hablando»

Turbio pasadoOnde histórias criam vida. Descubra agora