El otro contrato

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Regina alzó la cabeza y sonrió a Emma, pero su sonrisa parecía crispada y su mirada se alejó tan rápido como se había posado sobre la rubia.

«Buenas tardes» dijo esta como último acercamiento, colocándose al lado de la morena

«Buenas tardes, Emma» replicó Regina

«Tengo la impresión de que algo no va»

El tono de voz de Emma era inseguro. Regina no tenía ganas de hablar de la llamada de su madre, no quería turbar la dulce quietud de su casa. Quería por encima de todo la paz, y alejar lo más rápido posible los perturbadores pensamientos sobre su madre. Cogió la mano de Emma, al sentir que esta necesitaba ser tranquilizada.

«No, nada, solo estoy un poco cansada, tenía mucho trabajo atrasado»

«De acuerdo»

La rubia, no convencida del todo, hubiera deseado ser un detector de mentiras en ese momento. Pero Regina tenía esa sonrisa que tenía la capacidad de desarmarla en segundos.


Comieron en silencio, incluso Henry parecía cansado. El muchacho subió rápidamente a su habitación, sin ni siquiera disfrutar de sus madres esa noche. Emma se mimetizó con el ritmo de las otras dos personas presentes y también ella se dejó arrastrar por la apatía general. El resto de la noche transcurrió delante de un programa de televisión sin gran interés. Regina se había acurrucado contra ella para su gran sorpresa, y se dejó invadir por los gestos sencillos de una ternura nueva entre ellas, dejando que sus manos se deslizaran por los brazos de la morena, buscando el contacto, besándole el cuello. Regina cerraba los ojos satisfecha, apreciando la dulzura de la que Emma podía hacer gala.

Aunque la rubia estaba cansada, sentía intacto su deseo por la alcaldesa y había pensado reconducir sus proezas nocturnas una vez más. Así que intentó tentar a su suerte un poco más, deleitándose con los suspiros de satisfacción de su compañera. Se dio cuenta de que ya no eran adolescentes pre-púberes y que, quizás, había que meter freno en esa libido desenfrenada; respetar el ritmo de Regina y sobre todo no imponerle sus apremiantes deseos, ella se contendría, la morena valía la pena.

Regina, por su parte, se esforzaba por encontrar la serenidad; sus ideas estaban bien lejos de los cuestionamientos de su compañera. Ella sabía que tendría que hacer frente a su madre al día siguiente y aunque había intentado apartar la idea del enfrentamiento, esta venía en bucle a su mente, las dulces caricias no bastaban para borrar la idea de Cora.

Emma apagó la televisión después del programa y la morena aprovechó para aferrar el brazo de su compañera.

«Cariño, mañana por la mañana tengo que ir a Portland por asuntos presupuestarios»

Emma contestó

« ¿Ah sí?»

«Sí, incluso pienso que quizás tenga que quedarme a dormir allá, sería deseable que aprovecharas para ver a tu hermanastra y pasar tiempo con ellos»

"Otra mentira" pensó Regina, pero no quería preocupar a Emma, no quería mezclarla, ni de cerca ni de lejos, con Cora Mills, incluso deseaba alejarse, no muy segura de estar en condiciones de hablar a su regreso.

«Yo...Ok...Si quieres...» respondió la rubia desilusionada

«Venga, eso suavizará un poco el engranaje familiar, estoy segura de que estará contenta de charlar contigo, e intentad tener otros temas de conversación aparte del pasado...»

Regina intentó sostener su proposición bajo la cubierta de una paz de valientes con Mary.

«Sí...» Emma miró hacia el suelo pensativa «Quizás tengas razón...»

Turbio pasadoWhere stories live. Discover now