Noche particular

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Sus besos volvieron a comenzar y las manos no cesaban de buscar la más mínima parcela de piel para descubrir una y otra vez. Los sentidos estaban inflamados, la noche se volvía cómplice de sus apasionados intercambios, los dientes, a veces, se chocaban, las lenguas se saboreaban, las bocas se escindían y se separaban para encontrarse mejor. Emma se deslizó a lo largo de Regina que se encontraba sobre ella. La besó entre los pechos, dejando correr su lengua por toda su piel. Con sus dos manos sobre las caderas de la morena, hizo deslizar la última prenda.

La rubia buscó una mirada cómplice, recibió mucho más que eso y una sonrisa. Besó el ombligo, después continuó su camino, haciendo que Regina, aún encima de ella, se moviera hacia delante. La boca de Emma había descendido al sur, a la conquista de una nueva presa, y las caderas de la morena se relajaron, algo sorprendida por la nueva posición de su amante. Emma agarró las nalgas y las caderas de la mujer, y Regina no tuvo más elección que dejarse hacer y adoptar una posición de lo más sugestiva. Aunque a ella no le gustaba, en general, dejar que el otro decidiera, al final, se dio cuenta de que las caricias y las dulzuras prodigadas por Emma tomaban la delantera sobre todos sus miedos, y de momento, solo sentía las ganas de sentir la boca de esta en su sexo, el resto...estaba lejos, incluso había dejado de existir.

Emma acarició las nalgas ofrecidas a sus dedos, su lengua se perdió definitivamente y comenzó una loca y apasionada carrera a través de los labios hinchados de placer, después se hacía más lenta de repente, deteniéndose en las zonas sensibles. Regina tenía la respiración cortada y se abandonó totalmente a su compañera nocturna. La rubia sintió la húmeda excitación acrecentarse de nuevo, quería todo de Regina, conquistarla solo a fuerza de sus labios y su lengua ya no le bastaba. Se esperaba, quizás, un rechazo, pero cuando sus dedos jugaron alrededor de la abrasadora entrada de la otra mujer, sintió una mano alentadora sobre la suya. Una respiración agitada y un ruego casi inaudible

«Tómame, Emma...»

Esas pocas palabras hicieron saltar el corazón de la susodicha, no se hizo de rogar, deslizó dos dedos en la mujer que le ofrecía su intimidad encima de su cara. Los dos dedos penetraron en esa acogedora y extremadamente húmeda entrada. Regina notó la sensación, había temido que no le gustase como todas las otras veces en las que había sufrido esa intrusión, pero no fue así. Su cuerpo parecía abrirse a Emma sin reservas, la rubia se había convertida la dueña de este y visiblemente la obedecía. Los dedos acariciaban el interior, pudo sentir toda la ternura y delicadeza de Emma...después las dulces embestidas, muy lentas, nada de agresividad. La posesión era increíblemente tierna y dulce. Emma estaba subyugada por los suspiros y gemidos de Regina y comenzó a acelerar, buscando el ritmo que llevaría a la mujer que amaba más lejos.

Enseguida, escuchó gemidos más intensos y más explícitos. Regina era incapaz de articular palabra, solo sonidos provenientes de una necesidad primaria enterrada salieron de su garganta. Todo a su alrededor era vago, perdía asidero cada vez más, su pelvis se movía al ritmo de los invasores dedos, a no ser que fueran invitados muy esperados. Emma puso sus labios sobre el clítoris de la morena y comenzó a hacer ligeras succiones, mientras que sus dedos se hundían aún más, a la búsqueda de la liberación esperada por la otra mujer. Después, como un agradecimiento último, escuchó cómo las palabras se liberaban de todo pudor por parte de Regina.

El "Mi amor, hazme...gozar" acabó con lo que quedaba de sanidad mental en Emma y aplastó su cabeza en el vientre de la instigadora de esas palabras, acelerando el ritmo hasta que un sonido, entre el grito y el gemido, se escuchó. Su brazo libre había rodeado la pelvis de la morena. Una mano se había perdido en los cabellos rubios y las uñas se habían clavado. Regina había sentido todo su cuerpo contraerse, los dedos de Emma se encontraron apresados casi violentamente. Su cuerpo se aflojó completamente y necesitó de un esfuerzo extra para no caer literalmente sobre la rubia.

Turbio pasadoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang