Abandono

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Regina decidió quedarse esa noche en un hotel, dejando que su móvil sonase en el vacío y dejara una docena de mensajes provenientes de Emma, diciéndole cuánto la echaba de menos, que la esperaba, después que se estaba preocupando por no tener noticias. La morena miraba su teléfono, se quedó dos horas parada, preguntándose cómo decirle las cosas a Emma. Cómo era mejor que dejaran su relación. Acabó por dejar un lacónico mensaje

#Todo está bien, no te preocupes, hablaremos mañana. Buenas noches, Emma

Frío y distante. El teléfono sonó, después vibró...Emma no había dejado mensaje.


Emma estaba sorprendida ante el comportamiento de Regina, evidentemente tramaba algo. La morena distante no auguraba nada bueno. Al sentir que, efectivamente, el único mensaje del día era portador de cierta distancia, Emma se inquietó más. Hubiera ido al lado de Regina si supiera en qué hotel estaba, pero no se veía saliendo hacia Portland a las 20:40 en búsqueda de la morena. Suspiró, todo eso no auguraba nada bueno. Ella sabía que al día siguiente tenían una reunión con el consejo del Ayuntamiento para tratar los trabajos de la renovación del instituto y de la necesidad de cambiar las ruedas a los coches patrulla todos los años.

Mary había visto a su hermana moverse como una leona encarcelada todo el día, evasiva. Algo pasaba entre ellas, pero no se atrevía a hacer preguntas, lanzando miradas inquisitivas a David, que se conformaba con encogerse de hombros. Este estaba al corriente de la relación que Emma y Regina habían comenzado. Mary le había explicado rápidamente la situación. Como de costumbre, David solo quería que la gente a su alrededor fuera feliz, así que esperaba que con el tiempo, Emma sirviera de "puente" entre Regina y Mary y permitiera una reconciliación.

«Emma, deberías sentarte y calmarte»

«Sí, no...» dijo la rubia que seguía de arriba abajo

«Es tarde y tienes que...empezar a calmarte, no has acabado tu plato»

«No tengo hambre» replicó la rubia

«Emma...» suspiró Mary «Ella va a volver, lo sabes»

«No me ha llamado en todo el día» soltó Emma

«Oh, ¿es por eso?»

«Sí...Es estúpido»

Mary hizo una mueca divertida.

«¿Qué?» exclamó la otra mujer

«No es estúpido, de hecho estás enamorada...así que por fuerza...Pero ya lo sabes, Emma, es que...Regina es Regina...»

«Cuidado con lo que vas a decir...» dijo la rubia, casi amenazante

«Emma...Quiero decir que, a veces, Regina es difícil de entender y que no va a ser en unas semanas que consigas desentrañarla, créeme»

La rubia giró el rostro, ella sabía que su hermana tenía razón, Regina seguía con sus secretos desde hacía tanto tiempo, que a veces tenía que ser difícil para ella confiarse. Así que esperó que la morena fuera más prolija a su regreso.


Regina, en su hotel, no conciliaba el sueño, vació el mini-bar, pero sin gran éxito, incluso el alcohol no conseguía adormecerla. Lloró en silencio y se repitió, como una letanía, que todo era por el bien de Emma y de Henry. Acabó cayendo dormida de cansancio muy tarde en la noche.

Paralelamente, Emma se había quedado dormida delante de un programa de la tele, tan vacío de sentido que no escuchó ni la mitad, pero el sonido tenía el don de atontarla.

Turbio pasadoWhere stories live. Discover now