Dos

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Esa noche ordenamos pizza y hablamos de temas al azar. Resulta que Dinah y Lauren se conocieron en la iglesia cuando ambas estaban tomando el mismo curso para hacer la primera comunión cuando aún eran niñas. Después de eso, Lauren tuvo que irse del país por cuestiones de trabajo de su padre. Vivió en Cuba por un tiempo.

— Aun recuerdo esas vacaciones cuando te estabas ahogando en el lago y no había nadie cerca para ayudarte.— Dijo la chica de negro — Por suerte escuché tu gritos a tiempo, de no ser así, tu historia hubiera terminado muy pronto.

— Me alegro haberte invitado a ese viaje. — Dijo Dinah regalándole una sonrisa a Lauren.

— Son muchas historias en muy poco tiempo. — Dije tratando de asimilar la posibilidad de haber perdido a mi mejor amiga años atrás.

— Quien sabe Dinah, tal vez estas muerta y tu espíritu aun no lo sabe por eso estas aquí esta noche.— Dijo Lauren en un tono muy serio. Dinah y yo le dimos una mirada llena de miedo y algo desconcertada. — No lo sé DJ... Tal vez tu alma está condenada a vagar por los siglos de los siglos...—  Lauren nos miró y estallo en risas.

— ¡Jauregui eres una idiota con eso no se juega! — Dijo Dinah asustada, por su parte, Lauren continuaba riendo.— No me metas esas locas ideas en mi cabeza.  

— No quiero ser grosera, pero ¿Nos contaras la razón de tu exilio? — Le pregunté con una amable sonrisa. Trate de parecer indiferente frente a la pregunta aunque lo cierto era que la curiosidad me estaba matando. 

— Bueno, veras...— Levanto su mirada para conectar sus ojos color esmeralda con los míos. —Tenía problemas y yo no tome las mejores decisiones en Miami... No puedo estar allá por el momento... Es que no sé cómo decirlo... yo, bueno... Las personas son malas y yo... — Bajo su mirada apenada tratando de encontrar las palabras correctas.

— Lauren, tranquila. No hay porque decirlo de nuevo. — Vi que mi mejor amiga trataba de calmar a Lauren. — Ya basto con que me lo dijeras por teléfono el otro día. No tienes porque volver a decirlo si no te sientes cómoda. 

Lauren asintió. 

Al parecer Lauren había hecho algo malo, pero ahora gracias a Dinah, no lo sabré. ¡Maldita curiosidad que me consume!

El tiempo paso volando, y sin más, eran las 11 PM.

— Oye Lauren, tu cuarto es el que está junto al de Camila. Ya es tarde y mañana debo madrugar a desayunar.— Dijo Dinah dando un bostezo desde las escalas. — Descansen chicas.

— Vamos, te llevare a tu habitación. — Dije.

Me acerque para ayudarla con su gran bolso. Grave error, era mucho más pesado de lo que aparentaba. Al tratar de levantarlo, caí al piso y me golpee la cara. Cuando reaccioné, Lauren estaba sosteniendo mi cara. Ella estaba muy cerca de mi tanto así que pude sentir su respiración. Era como si estuviera respirando de su mismo aire.

— ¡Mierda! ¿Estas bien? — Pregunto la joven muy preocupada.

— No te preocupes, estoy bien. — Le dije tratando de no darle importancia y diciéndole adiós a la poca dignidad y orgullo que me quedaba.

Rápidamente, me ayudo a sentar en uno de los viejos muebles color café de la sala de estar.

—Espera un momento.— Dijo la morena.

Se levantó y corrió a la cocina donde abrió apresuradamente la nevera. Saco una bolsa de hielo. Después, fue hasta su bolso, sacó una camisa negra y dobló la fría bolsa. 

— Ten, así el frió no quemara tu piel — Dijo mientras me ponía suavemente la bolsa en mi cara.

Estaba muy cerca de mí. Muy cerca. 

Fugitiva | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora