Veinticinco

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Camila's POV

La noche había sido divertida con Dave. Fuimos al teatro a ver un musical muy similar a Les Misérables, y después fuimos a cenar a un restaurante Hindú. La noche se fue volando. Aunque Dave es un chico muy amable y agradable, no habían más sentimientos de por medio. Solo un amigo.

A pesar de que la noche fue bastante agradable, había algo en mi mente que me molestaba y era el hecho de que Lauren no hubiera demostrado ni siquiera un poco de enojo cuando Dave llegó. Ella simplemente se quedó ahí absorta por lo que parecía ser un programa de animación japonesa. Eso me enojo. Esperaba más atención por parte de ella. Obviamente, no esperaba un duelo a muerte por mi mano, pero ni siquiera mostró una pequeña señal celos o disgusto.

Pero estaba equivocada con respecto a Lauren. Cuando pasé junto a su cuarto, escuche sollozos que venían de adentro de su habitación. Estaba llorando pero, ¿Estaría llorando por mi culpa?

A simple vista parecería que la puerta estaba cerrada con seguro, pero si te acercabas, podías ver que estaba abierta.

En ese momento, tomé una decisión. Iba a entrar y confrontar a Lauren. Lentamente abrí la puerta y vi que gran parte de la habitación estaba oscura, salvo por la luz de una pequeña lámpara que estaba junto a la cama. Entré, y traté de buscar a Lauren, pero ella no estaba ni sobre su cama o sentada sobre la silla del escritorio. El sonido de los sollozos me ayudó a ubicarla en medio de la oscuridad. Ahí estaba, sentada, meciéndose en un rincón de su habitación con una almohada blanca a su lado, abrazando sus rodillas contra su pecho. Me acerqué a Lauren, pero ella tenía la cara cobre sus rodillas.

La chica temblaba, lloraba y se mecía. Era como si estuviera teniendo un ataque de ansiedad. Estaba teniendo un ataque de ansiedad.

— ¿Lauren que pasa? – Pregunté asustada.

No hubo respuesta alguna. Sus sollozos y su respiración irregular fue todo lo que escuché de parte de ella.

— Lauren háblame. – Le pedí.

De nuevo, no hubo palabra alguna de ella.

— ¿Lauren que te pasa? – Esta vez acaricie su hombro con ternura, pero ella salto como si la fuera a lastimar.

De nuevo, no hubo respuesta.

— Iré por Dinah. – Le informé preocupada.

— No. – Dijo con un hilo de voz. – Déjala.

— ¿Lauren que te ocurre? – Volví a insistir.

Su respiración ahora era más regular y había dejado de temblar.

— Nada. Estoy bien. – Dijo sin mirarme a los ojos. – ¿Puedes dejarme sola?

— No Lauren, no te dejaré en esta condición. – Respondí decidida.

— Camila por favor. – Suspiró tristemente. – Déjame sola.

— No.

— Sí. – Replicó.

— ¿Lauren que te pasa? – Volví a preguntar, pero esta vez frustrada por su comportamiento.

— Camila no hagas esto. – Dijo con su voz quebrantada. – Vete. Estaré bien.

— No. Me quedaré contigo.

— Te lo pediré por última vez, déjame sola. – No me miraba a los ojos.

— No.

— Esta bien. – Masculló de mala gana.

Lauren se puso de pie de golpe, fue hasta su escritorio, tomó las llaves de su vehículo y el enorme libro de anatomía humana. Me quedé ahí asimilando lo que estaba pasando. Segundos después, Lauren salió rápidamente de su habitación dejándome ahí confundida. Me apresuré y fui tras ella.

— ¡Lauren espera! – Dije tratando de llamar su atención.

Pero ella solo continuó caminando, pasando por la cocina y la sala de estar, para finalmente llegar hasta el pomo de la puerta. Pensé que se iba a detener y darme una explicación o por lo menos una mirada, pero no fue así. Ella simplemente me dejó ahí. Escuché el golpe de la puerta de su auto cerrándose de golpe y posteriormente el sonido del motor encendido.

¿A dónde fue? ¿A dónde generalmente vas cuando huyes a las 2:15 AM?

¡Diablos! La había jodido, pero ¿Acaso ella era la única que podía jugar? No. Si ella jugaba sucio, yo también lo iba a hacer. – Pensé.

Después de tal escena, me dirigía a mi cuarto. De camino pase de nuevo junto al cuarto de Lauren. Y fue cuando escuché su teléfono vibrar, tal y como lo había escuchado la otra noche. Lauren había salido tan apresurada que olvidó su teléfono.

De seguro es esa perra de Kass. – Pensé.

Me acerqué a su cama en donde tenía su teléfono. Oprimí el pequeño botón para encender la pantalla. Inmediatamente, el teléfono se iluminó mostrando la foto de su tierno gato y cuatro mensajes de Kass. No debí leerlos, pero lo hice. Los celos actuaron por mí. Fue cuando leí:

2:17 AM Gracias por lo de hace rato.

2:17 AM Amiga, te debo una.

2:19 AM Por cierto, olvidé decirte que Jack me propuso matrimonio.

2:20 AM ¿¡Puedes creerlo!?


¿¡Pero qué diablos!? Debe ser una maldita broma. – Pensé.

— ¡Joder! – Exclamé en voz baja.

Conclusión. ¿Kass era solo su amiga y se iba a casar muy pronto con un tal Jack? Sí. ¿Yo era una cruel estúpida? Sí. ¿Le había roto el corazón a Lauren? Definitivamente.

Ahora yo me sentía como una maldita idiota porque había usado a Dave para castigar a Lauren por algo que ni siquiera había hecho. ¡Vaya! Me comporté como una completa idiota. ¿Cómo lo iba a arreglar? ¿Cómo enmendar un error así? No tenía idea. Ahora bien, ¿Dónde diablos se había metido Lauren? Por último, pero no menos importante, ¿Para qué había llevado un libro de anatomía con ella?

Fugitiva | CamrenWhere stories live. Discover now