Mis labios dibujados en tu cuello.

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Lauren's POV

Por lo visto, Dinah nos había dejado la casa solo para nosotras. La verdad, no tenía ninguna mala intención con Camila. Solo quería estar cerca de ella y hablar. Su presencia me resultaba increíblemente reconfortante. Fuimos a mi habitación para comer la pizza y escuchar un poco de música.

Estábamos sobre mi cama terminando los últimos pedazos y escuchando de fondo todo un álbum de Of Mice & Men. En cuestión de música, Camila y yo no teníamos gustos tan diferentes. Amaba eso. Amaba sentir que podíamos compartir algo tan personal como lo es la música. Nunca había tenido tal conexión, ni siquiera con Ally o Normani.

ꟷ Cantas hermoso. ꟷ Dije con sinceridad. ꟷ Tu voz es hermosa.

ꟷ Gracias, nunca había hecho algo así. ꟷ Susurró.

Conectamos miradas. Le sonreí tiernamente.

ꟷ Gracias. ꟷ Musité.

ꟷ ¿Por qué?

ꟷ Por estar en mi vida. ꟷ Susurré casi en sus labios.

En seguida, nuestros labios estaban conectados. Un suave y tierno beso que, con el pasar de los segundos, se convirtió en algo profundo y no tan inocente. Utilicé una de mis manos para ponerla tras el cuello de Camila, y así tener un mayor control de la situación. Con mi otra mano, dejaba suaves caricias en la espalda de ella. Su lengua juguetona chocaba constantemente con mis labios.

Hacía calor y no era gracias a la calefacción. Camila y yo estábamos encendiendo mi habitación. De un solo movimiento, Camila quedo a horcajadas sobre mi cadera. Sin separar nuestros labios, sus manos empezaban a vagar por mi torso. Camila no era nada tímida. Yo sí. Para ser honesta, no quería ir muy rápido y llevarla a hacer algo de lo que nos pudiéramos arrepentir mañana.

Aun en aquella posición, levanté un poco mi muslo con el fin de hacerle algo presión al centro de Camila. Y por lo visto, funciono muy bien porque un leve gemido se escapó de sus labios. Ahora, sus besos dejaron de limitarse a mis labios. Sentí como su boca dejaba un húmedo rastro en mi cuello y clavícula. Una que otra mordida me hacía gemir ocasionalmente.

La fricción en mi pierna aumentaba. Su cadera con el pasar de los minutos se volvía más y más inquieta. Ahora sus manos vagaban debajo de mi blusa tocando mi abdomen. Sus suaves manos parecían hechas de seda. Con sus besos me hacía sentir dopada. Ella esa la anestesia a mi realidad. Tenerla sobre mí me hacía sentir como si estuviera levitando.

Con el calor del momento, le permití a mis manos ser juguetonas. Me permití tocar sus suaves muslos. Mis manos subían y bajaban, pero sin sobrepasar aquellas fronteras invisibles. Acaricié su torso, su cuello y sus muslos. Entonces, fue cuando descubrí que amaba la forma en la que su respiración cambiaba con forme la tocaba.

Ella me enloquecía, pero debía detenerme.

ꟷ Camila.

ꟷ ¿Mmm?

ꟷ Camz, creo que es mejor que paremos. ꟷ Batallé para decir aquello.

Camila frenó en seco. Sacó sus manos de entre mi blusa. Me miró con los ojos muy abiertos como si hubiese visto un fantasma.

ꟷ Y-Yo lo lamento. ꟷ Se apresuró a disculparse y prácticamente saltó de encima de mí. ꟷ N-Nunca quise obligarte a hacer algo que no querías. ¡Dios! Te estoy prácticamente violando. ¿Qué me pasa? ¡Yo no soy así!

Camila brincó de mi cama y tenía una expresión aterrorizada. No pude evitar reírme de su cara. Era lo más tierno que había visto.

ꟷ Camz, respira. ꟷ Le dije. ꟷ No me estas obligando a hacer nada que yo no quiera.

ꟷ ¿No?

ꟷ No, créeme, yo lo deseo tanto como tú. Es solo que... ꟷ Pausé mi discurso. ꟷ Quería proponerte que esperemos un poco más. Ya sabes, llevar las cosas con calma. Es más sano así. ¿Estás de acuerdo?

Camila asintió.

Definitivamente, pedirle que fuéramos despacio fue lo más inteligente que pude hacer. Sin embargo, en el fondo, me arrepentía de haber parado. Me hubiera gustado saber hasta dónde llegarían las cosas esa noche. Había algo subconsciente, era ese lado curioso y atrevido mío que se quería aprovechar de la situación para su beneficio.

Pasamos el resto de la noche abrazadas en mi cama viendo caricaturas de los ochenta. Amaba escuchar la risa de Camila cuando el conejo golpeaba al pato o viceversa. No sé si era su olor o era su presencia pero había algo en ella que me volvía loca. Quería más y más de ella. Sin darme cuenta, ella se estaba volviendo un pedazo de mi corazón.

Podría haberme quedado el resto de mi vida aferrada a ella, pero la vida tenía otros planes para mí. 

Fugitiva | CamrenWhere stories live. Discover now