Cap. 8

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Los días de los huéspedes en la casa iban pasando y las relaciones se iban forjando.

Ana y sus dos hijas se habían enlazado muy bien con Giovanna y todos los muchachos y viceversa. Ellos, a su vez, parecían estar muy contentos con estar allí y colaboraban en absolutamente todo.

Todos estaban contentos.

Excepto las hermanas Acevedo y Constanza. Ésta había visto cómo sus tres primos y su hermano se aferraban. Eso le revolvía el estómago. Sentía que ella pasaba a un quinto plano y mucho más si se la colocaba al lado de Eddyth y Emmaline.

-Idiotas. Dos idiotas parecen.-Dijo en voz baja al ver cómo sus primos, su hermano y las hermanas Acevedo, junto con Eloisa, partían a caballo.-Ana... ¿A dónde van?-preguntó.

-A dar un paseo señorita Constanza. Volverán para la tard...

-Sí, sí. Entiendo.-Se quedó unos segundos en silencio.-Ana, ¿sabe una cosa?-La mujer levantó la vista y dejó de hacer lo que hacía para escucharla. Lo cierto es que Constanza le daba muy mala espina.- Hay que luchar por lo que uno más quiere, sin miedo a nada. Así me lo enseñaron.

Se levantó del sillón y salió con una sonrisa en sus labios.

Ana, en fin, sonrió.  Aquella muchachita aparentaba ser una malhumorada, antipática y fría. Pero en el fondo, sabía que no era así.

Era ocurrente y luchadora.

<> Pensó Ana. Pero a diferencia de ellas, a Constanza, le faltaba amar y descongelar un poco el corazón.

En el lago que costeaba la casa de las hermanas Acevedo, se encontraban todos allí. Habían decidido dar un paseo a caballo para conocer más las tierras. Reían y conversaban mientras disfrutaban del olor a flores. La primavera se acercaba y estaba dando sus frutos. 

Pero no solo la primavera afloraba, sino también el amor. Amadeo tomó de la mano a Eloisa y la la subió a su caballo y se alejaron. Giovanna, por su parte, intentaba sacar palabras a un callado Manuel, que observaba con disimulo a Emma. Ésta y su hermana, se encontraban juntas, sentadas en una piedra y bien distanciadas de los hermanos Di Baccione, que también disimuladamente las observaban desde una esquina. 

-Las quieres mucho.

-Sí. Son mis primas, Giovanna.

-Sí. Lo sé.-Hizo una pausa y continuó.- Amas a Emmaline, ¿no?-Manuel, desconcertado, giró su cabeza para ver a Giovanna por primera vez a los ojos. Desde que se sentó junto a él a hablarle, él no había hecho otra cosa que mirar a Emma y contestarle cortadamente a la rubia de ojos celeste. Y ahora ésta había descubierto todo, su gran secreto que mantenía oculto hace años. Abrió la boca para decir algo pero ella se le adelantó.-No hace falta que niegues nada, Manuel. Basta solo con mirar tus ojos para ver cómo brillan al ver a Emma.

Su voz sonó apenada. Estaba triste realmente. En el poco tiempo que llevaba allí, se había enamorado perdidamente de aquel hombre que solo la ignoraba, pero al menos hoy, parecía ser que la miraba por primera vez.

Manuel se perdió con los ojos de Giovanna, nunca había visto unos así, juraría que no. Reaccionó que se había quedado como un tonto mirandóla fijamente y volvió la mirada hacia su prima.

-Desde el primer momento, Giovanna. Desde el primer momento en que la ví que sentí algo especial por ella y cuando crecí lo supe: era el amor.  Pero...

-Pero no te mira mas allá. Te entiendo, me pasa lo mismo.

Nuevamente la mirada de Manuel estuvo sobre la de Giovanna y ésta sintió que se derretía. Sin saber que aquel "Me pasa lo mismo." estaba dirigido a él y con pocas ganas de seguir allí viendo cómo su prima no se percataba de nada, se puso en pie de un salto y tomó a Giovanna del brazo. 

Llévame contigo-María S.Where stories live. Discover now