Cap. 10

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Permanecieron pegados unos minutos, suspirando el perfume el uno del otro. Se miraron a los ojos y se besaron con una sonrisa de por medio. Pero Emma, a pesar de esa sonrisa que dibujó en su rostro, estaba triste. Sabía que aquello que había hecho era una locura. Por empezar él era un conde y ella una simple muchachita a la que le gustaba cabalgar, estar en familia y hacer las cosas del hogar. Eso muy pronto se acabaría y él se iría cuando arreglaran el barco. Y todo se volvería recuerdos, hechos y polvo también.

-Dulce, tierno, irresistible.-No pudo tolerar oler su perfume sin acotar lo bien que olía.-Y sabe a cereza.

Ella rió. ¿A cereza? ¿Desde cuando su cabello sabía a cereza?

Iba a agregar una frase pero un grito ahogado les hizo despertar de aquel sueño que habían creado. Se miraron y se tiraron las prendas de ropa de cada uno al tiempo que se iban vistiendo. 

-¿Que fue eso?-Acotó Emma casi en silencio tratando de escuchar más.

Se quedaron parados allí tratando y nuevamente aquel grito ahogado pero esta vez mezclado con un llanto los asustaba.

-Veré a ver.

-Espere Conde, espéreme.-Emma trataba de alcanzar a su conde, que ya había empezado a caminar para adentrarse en el bosque pero se detuvo al ver que Emma iba tras él. 

Se acercó a ella, la tomó de la cara y le dijo:

-No. No irás conmigo, te volverás a la casa. ¿Entendido?

-Pero si le pa...-Y la besó.

-Regresa a casa.

Cuando la soltó, Emma, sintió que se caía. Era una manteca en manos de aquel hombre. Sin dudarlo le gustaba mucho.

-¿Coti?¿Eres tú? ¡Constanza!-A pocos metros de donde él estaba se encontraba tirada en el piso, Constanza, la protagonista de los gritos que había acabado con el momento de aventura de Emma y Estanislao. Corrió a asistir a la joven que se encontraba lastimada en el piso rocoso de los bosques. Apenas podía reaccionar, tenía algunos raspones y sangre en la frente. La agarró desde las axilas y la sentó encima de él con tal facilidad como si aquien estuviera sentando encima fuera a un bebe. Le separó el pelo que se le había desparramado por la cara y le dió un cálido beso en la frente. -¿Qué te ha pasado? No te muevas te ayudaré.-Iba a pararse cuando ella se apresuró a agarrarlo de la mano y atraerlo hasta sí. Mejor dicho hasta su boca, lo besó como había estado esperando hacer durante mucho tiempo. <<Al fin te pruebo Estanislao>> pensó ella. Se apoderó de los labios de un desentendido Estanislao con dulzura y suavidad. 

Era un hombre inteligente, conocía a las mujeres y sabía lo que él provocaba en ellas. Y sabía muy bien también que su prima siempre estuvo enamorada de él. El trataba de ser paciente y bueno con ella para no hacerla sufrir, por eso estaba aceptando el beso, pero lo cierto era que no podía verla más alla que como una prima. 

El beso se prolongó más de lo que tanto Constanza como Estanislao hubieran pensado pero fue ella quien, conciente de lo que había hecho, se separó apenadísima de los labios de aquel. 

-Se ha tropezado el caballo, he caido de costado y rodado hasta aquí.-Dijo Constanza incorporándose.Sonrió torciendo el gesto, le dolía todo el cuerpo y también un poco el corazón. No pronunció palabra acerca de lo ocurrido con su primo, lo tomó como algo que debía haber hecho hace mucho tiempo que por miedo no lo hacía. Y hoy superó el miedo y lo logró, a sabiendas que era un beso y nada más, pues conocía a su primo y sabía que amaba a una mujer, solo que esa mujer no era ella.-¿Me he hecho mucho daño?

-Solo unos raspones, nada grave.-Estanislao, aún sin poder digerir lo que ocurrió entre él y su adorada prima y mucho menos sin saber por qué había aceptado aquel beso, sólo pudo acercarse a ella, tomarla de la espalda y las piernas y cagarla. -Tranquila, te llevaré y te curaremos las heridas.

Llévame contigo-María S.Where stories live. Discover now