|EL CAPO| 06

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Dominic

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Dominic

—Roth Nikov está afuera, señor.

Mi asistente avisa, entrando sin llamar. Carajo.

Está vistiendo como puta nuevamente, maldita chiquilla estúpida.

—Hazlo pasar —siseo de mal humor. La chica sale despavorida de mi oficina, he decidido follarla pronto. Quizás de ese modo deje de ser una maldita perra en celo. Antes de cierta rubia, me gustaban las mujeres decididas, quienes no dudaban en poseer lo que quisieran bajo su deseo, en dejar claros sus términos.

—Aún sigues mirando —dice Roth entrando, sus ojos negros miran la línea de tiempo que he armado en mi escritorio. El ruso guarda sus manos dentro de los bolsillos delanteros de su pantalón, mirándome de pie casi acechando el montón de papeles a los que no les veo sentido.

—No entiendo, ¿por qué es tan importante?

—Joseph Greystone, su padre trabajó para Gabriel.

—Era un soplón de la CIA.

—Sí.

—¿Qué información ella pudo entregarle? Era una niña.

Roth evita mi mirada, perdiéndose en la documentación de los Greystone. Si no lo conociera de la manera más transparente posible, sospecharía de información oculta. Es Roth Nikov, mi Consigliere, mi familia. Tiene la palabra lealtad pegada en la espalda junto a un cuervo negro desangrándose... «Carajo. No puedo desconfiar de él».

—Solo la chica y tu difunto padre saben —responde tranquilo caminando hacia donde escondo mi licor, whisky negro. Saca la botella junto a dos vasos pequeños y se sirve el líquido. Tomo asiento cuando deja un vaso y lo desliza hacia mí. Lo tomo e inclino el vaso en mis labios disfrutando la quemazón que se propaga por mi garganta. Roth hace lo propio.

—Sabes que esto es mentira, ¿verdad? —dice señalando toda mi oficina—. Es una fachada para cubrir lo que eres, somos. No te engañes, Don. No somos chicos buenos que pueden soñar con rubias de piernas largas, casa y familia. Eres El Capo.

—¿Viniste a recordarme mi puta vida?

—No, vine a decirle a mi hermano que no joda su vida y futuro por un coño. Te envié su información para que te casaras con ella, pensé que solo sería un medio para un fin pero ahora veo la obsesión en tus ojos.

La ira se propaga rápido por mi sistema. Ella no es solo un coño. Es dulce, se sonroja y tiene un temperamento de mierda. Salió de ese restaurante sin mirar sobre su espalda.

Es la clase de chica que da una oportunidad y si se cansa sale por la puerta sin mirar atrás. Algo en ella es inocente, esa parte perdida en las mujeres ya.

—Roth...

—¿Quieres follarla? —interrumpe. Asiento incapaz de decir las palabras que se entrecruzan en mi mente—. Bien, ¡hazlo!, luego nos deshacemos de ella.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora