|𝑳𝑨 𝑹𝑬𝑰𝑵𝑨| 19

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Me estiro en la cama, buscando con mi mano el lado derecho donde Dominic duerme, sintiéndolo vacío

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Me estiro en la cama, buscando con mi mano el lado derecho donde Dominic duerme, sintiéndolo vacío. Abro los ojos en pánico, sentándome de golpe y observando la habitación sin encontrarlo a simple vista. El miedo que sentí anoche se adhiere a mi piel y salgo, desnuda, pisando el frío mármol. Entro a nuestro clóset viendo su ropa colgada y tirando de un camisón negro. La recámara es un desastre de sábanas y almohadas regadas en todas direcciones, no recuerdo cuándo subí a la cama.

Salgo de la habitación corriendo a su despacho para encontrarme este vacío, luego al área de la piscina templada, con más del mismo panorama regreso a la sala. Para este momento estoy a punto de llorar de impotencia, buscar mi móvil y llamarlo.

—¡Nonna! —grito entrando en la cocina. Me paralizo, Dominic se encuentra al teléfono mientras sirve en un vaso jugo de naranja fresco y tiene una bandeja llena de bocadillos. Frunce el ceño en cuanto me mira.

—Te llamo luego —dice colgando sin esperar respuesta. Deja el teléfono en la isla y se encamina hacia mí—. Emilie, ¿qué sucede?

No lo dejo decir una palabra, solo salto a su cuerpo, envolviendo mis piernas en su cadera y tirando de su cuello, uniendo nuestras bocas, sabe a queso y leche y yo probablemente a aliento mañanero, pero eso no le detiene de tomarme con esa pasión e intensidad que siempre emana.

—Buenos días, amor. —Jadea alejándose para respirar.

—Buenos días, señor.

—¿Todo bien? —cuestiona ladeando la cabeza.

—Estás aquí —explico mostrando mi angustia—. Por un segundo creí que anoche fue solo un invento de mi cabeza.

—Mmm, anoche fue real y esta mañana también, cariño. Solo salí de la cama por algo de ejercicio. No quise despertar a mi hermosa esposa.

Me sienta en la encimera tirando de la bandeja cerca y tomando un poco de queso, el cual introduce en mi boca. Mastico despacio, observando su sonrisa, esa que solo se me permite a mí tener el placer exclusivo de presenciar.

—¿Dónde están todos? —pregunto aceptado una uva.

—Savannah se fue a trabajar, llevó a Emma a la guardería y nonna tiene el día libre. Esperaba pasar estas horas nosotros solos, ¿qué opinas?

Tan rápido como la alegría florece, muere en mi interior, recordando que es mi deber llevar las cenizas de Holden con nuestra madre. Dominic lo nota y pregunta... Dejo salir todo, cada una de mis razones para no verle, el miedo solo de enfrentarla. Es la misma mujer que quiso asesinarme una noche, está enferma, lo sé, pero no puedo evitar tener miedo de enfrentarla.

—No estoy lista... Yo no quiero verla.

—No lo hagas, busquemos otro lugar. No tienes que verla y nadie te juzgará, si lo prefieres me encargaré, ¿de acuerdo? No tienes que preocuparte por ello, estoy aquí, Em. No estás sola, nunca más.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora