|𝑳𝑨 𝑹𝑬𝑰𝑵𝑨| 13

77K 7.3K 6.6K
                                    

Escribe mi nombre en una esfera de Navidad, de esas para personalizar con un marcador Sharpie, es metódico y calmado dibujando una mariposa a un lado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Escribe mi nombre en una esfera de Navidad, de esas para personalizar con un marcador Sharpie, es metódico y calmado dibujando una mariposa a un lado. No puedo creer lo que mis ojos ven, llevamos para este momento más de la tercera parte decorada, pero al girarme lo he encontrado perdido en el diseño, sus cejas fruncidas mientras trabaja la pieza en calma.

Nunca imaginé ver algo como esto o ser la receptora de un Dominic amoroso... No ha tenido navidades normales, juguetes o tradiciones. A veces, o más bien, constantemente olvido su vida real, es un niño que creció en la mafia con un padre como Gabriel Cavalli. Limpio mis manos, quitando los restos de brillantina, hemos hecho un buen trabajo y nuestro árbol es precioso, pero montamos un desorden descomunal. Sintiéndome un poco cansada por la falta de movimiento físico en las pasadas semanas, camino hasta Dominic en el mueble central y me trepo a sus piernas, buscando un lugar cerca de su pecho.

Mi marido no se mueve, deja que me acomode casi sobre él, pero se mantiene rígido. Rodeo su cintura y suspiro cerrando mis ojos, obviando cuánto me afecta este momento y rogando internamente porque no lo arruine con esa muralla de crueldad ya conocida en el pasado.

—Cuéntame algo —susurro—. ¿Cómo te fue en el trabajo?

—Todo en orden. Nada de lo cual debas preocuparte.

—Siempre dices eso... —reviro. Mordiéndome el labio—. Cuéntame sobre tu madre.

Ejerzo firmeza en mi agarre, esperando, mientras empieza a caer silencio entre nosotros.

Cuán terrible puede ser conocer la verdad cuando no puedes hacer nada con ella —parafrasea una cita de Sófocles.

—¿Acabas de citar a Sófocles? —gimo impresionada.

—No soy un ignorante, esposa, aunque no lo creas disfrutaba leer en un tiempo muy, muy remoto. Más bien me sorprende que una devoradora de libros eróticos reconozca un poeta trágico griego.

—Soy amante a la mitología griega —confieso.

—Sí, en ocasiones cuando te follo no paras de llamarme gran dios todo poderoso del Olimpo. Soy un Zeus del siglo veintiuno...

—¡Dominic! —grito reprendiendo su comentario.

Aunque, ciertamente lo es. Un puto dios destinado para destruir. Deja salir una risita infantil, fresca y un tanto extraña, no porque sea fea o estridente, sino porque nunca le he escuchado reír de esta forma. Alzo la mirada encontrando la suya, junto a sus lagrimales se forman dos líneas de arruga por la sonrisa de oreja a oreja.

—Los doce dioses tienen envidia de ti, has creado un imperio para ti y los tuyos. Eres grande en tu mundo...

—Nuestro —corta, sorprendiéndome al tomar con un poco de fuerza mi barbilla—. Este es nuestro mundo y las pasadas semanas solo reafirman mi promesa, no dejaré a nadie lastimarte. Mataré por ti, Emilie. Asesinaré sin culpa en tu nombre... No puedo jurarte amor, pero te prometo mi vida por completo a tu disposición y garantizar tu futuro, aunque sé que no querías esta vida y reconozco que te obligué a nuestro matrimonio, pero no sabía...

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora