|𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍| 06

49.8K 5.6K 2.3K
                                    

Emilie

La noche del restaurante, él usaba una chaqueta con capucha que ocultaba más su rostro, de igual manera estaba tan mareada que lo único que podía observar era una mano tendiéndome un pañuelo. Ahora, gracias a la luz de la suite, soy capaz de detallarlo.

Su pelo revuelto, un poco largo, a diferencia de la cabeza militar de Vlad, y que Kain no tiene esas cicatrices furiosas en la cara, también sus facciones son menos duras y más juveniles, tiene el porte de un chico travieso y es la parte a la cual temo, esa falta de necesitar intimidar con un ceño fruncido o una mirada directa, Kain es más un niño divirtiéndose mientras destripa a su presa. El miedo palpita en todo mi cuerpo, pero recuerdo las instrucciones de Dominic cuando me entrenaba. No demostrarlo, jugar con mi rostro de indiferencia. Es posiblemente demasiado tarde ya, pero aun así curvo un poco mis labios en una media sonrisa.

—No esperaba tener visitas —señalo—. Y Vlad podría molestarse en cuanto se entere, no creo que le agrade.

—Es curioso que menciones a mi hermano y no a tu esposo.

—No soy alguien importante para Dominic, deberías saberlo.

—No me lo parecía mientras bailaban... —dice poniéndose de pie—. O cuando se divertían en esta sala. Justo aquí, ¿no? Se te miraba muy a gusto. Ahora comprendo mucho mejor a Vlad, verte hipnotizar al gran capi di tutti capi. Lucías como una cobra al moverte, fue muy... Gratificante.

—Nos has estado siguiendo —gruño parpadeando. Tengo ganas de vomitar solo imaginándome que estuvo quién sabe dónde observando lo que hacíamos—. Estaba follándome, me ofende que no seas capaz de asimilar ese acto.

—Es lo que imaginé —se mofa caminando hacia mí. Aunque mi corazón late desbocado y mi cabeza empieza a girar debido al miedo o al mareo repentino, no sé diferenciar, trato de no moverme—. Traje un regalo para ti.

Extiende una pequeña caja roja con un moño dorado, mis manos tiemblan mientras la tomo, la base se encuentra húmeda, Kain sin perder su cara de desinterés me insta a abrirla. No se mira afectado porque Dominic pueda entrar en cualquier momento.

—Estás a un paso de retroceder —digo enfrentando sus ojos verdes—. Si te marchas ahora, nadie sabrá que estuviste frente a mí. Lo prometo.

—Mi intención es que lo sepan, маленький.

—¿Vas a asesinarme? —pronuncio suspirando—. Adelante, Kain. Ya no tengo nada que perder. La mafia se llevó a mi padre, a mi hermano. Haz lo que tengas que hacer, ¿qué tan inspirado estás? Porque el tic tac corre.

—Eres exquisita —sentencia riendo. Su actitud me desconcierta. Se pega unos golpecitos en el oído derecho, miro el pequeño dispositivo negro por primera vez—. Me gusta tu valentía.

—Te contaré un secreto. —Sonrío guiñándole uno de mis ojos—. Duermo con una bestia cada noche, te aseguro que no existe nada que puedas hacer que me haga temer —miento. Cada jodida palabra una mentira, pero he vivido con el señor engaño y manipulación el tiempo suficiente para al menos intentar jugar con la mente de Kain. Este gira colocándose a mi espalda, mi respiración se altera en el momento en que el frío metal del silenciador de su arma acaricia mi espalda desnuda, baja la punta del cañón lentamente hasta mi trasero, luego se inclina, su nariz acariciando mi hombro.

—Uno de mis hombres tiene en la mira a Roth Nikov —dice lentamente mientras una de sus manos toca mi cintura. No estoy respirando ahora—. Está en el casino vigilando que todo esté en orden.

Esa oración final me hace sonreír. No existe manera de que dentro del casino alguien tenga en la mira a Roth, quien es un obsesionado de la vigilancia y se mantiene en el palco privado donde nadie puede entrar.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora