|𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐏𝐎| 19

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Dominic

Si fuera un buen hombre, no continuaría con esto... Ella se me ofrece solo porque es demasiado, empujé sus límites y la he quebrado. Su fuerza de voluntad ligeramente desviada. Es fuerte e inquebrantable pero entre anoche en New York donde le permití ver otras partes de quien soy y esta noche en Italia donde Katniss ha sido determinante, un gran factor sorpresa a la causa, Emilie se siente perdida. Ella, la única mujer capaz de pegarme en la cara en medio de una pelea, capaz de hacerme frente, ¿acaso es eso lo que me está volviendo loco? Su rebeldía hacia mí. ¿La forma en la cual no se doblega a mis deseos? Incluso ahora bajo mi cuerpo, desnuda y de alguna manera vulnerable es la mujer con más poder en toda la maldita Italia y New York juntos.

Emilie es la visión etérea de un ángel sensual frente a mí. Su cabello castaño-rubio hacia atrás en su espalda, abierta de piernas, húmeda, caliente y tan malditamente dispuesta. Sus senos llamándome a tomarlos en mi boca y no despegarme nunca de ellos, su boca entreabierta a la espera de mis movimientos y mi polla parece a punto de romperse.

Beso sus labios hinchados y ella corresponde.

Necesito poner mi boca sobre ella, ahora. Subo a la cama completamente, ubicándonos a los dos al centro de esta, dándonos el espacio suficiente para dar rienda suelta a mis deseos y a su cuerpo. Lanza un gritito de lo más sexy que se convierte en jadeo cuando empujo sus piernas. Y ahí, en el centro de su precioso cuerpo, la causa de todos mis demonios. Mi boca ataca su rosado coño, con mi lengua rodeo su clítoris, y tiro de é. Ella se arquea y jala mi pelo con fuerza. Entonces empieza la parte que me gusta. Pierde el control de todo. Dejo su intimidad para recorrer todo su cuerpo. Succiono, paso mi lengua arriba y abajo ahuecando uno de sus pechos, tirando ligeramente del pezón y se vuelve gritos, gemidos y movimientos circulares contra mí. Su calor envuelve la cabeza de mi polla y cierro los ojos con fuerza saboreando esto, atesorando este momento.

Una parte de mí grita porque me hunda en su cuerpo sin miramientos y otra parte —no pensé que existiera— me dice que marche lento, obliga a mi ser a tomarme tiempo y hacer las cosas correctas para la chica que será mi esposa en menos de un mes.  Empujo el último pensamiento lejos cuando Emilie mueve su cadera tan ansiosa y desesperada como yo. Solo busca frotarse contra mí. Veo cómo nuestras partes brillan de excitación, húmedad y mucho deseo. Es entonces cuando empujo un poco contra ella y gime. Un concierto de gemidos para mí, saber que soy el único hombre que ha visto esto me supera. No me considero machista pero ahora mismo sería muy feliz de golpearme el pecho mientras grito como King Kong.

Estoy de rodillas en el centro de la cama con la inocente chica de piernas abiertas para mí, gimiendo mientras solo dejo que nuestras partes más íntimas se rocen. Y es demoledor, sublime, extraordinario y demasiado peligro. Sobre todo cuando mueve su cadera y nos conecta. Sería tan fácil solo empujar. Un movimiento y estaríamos unidos. Aferro mis manos a su cintura y la veo a los ojos. Sus esmeraldas suplicantes.

Quiere esto tanto como yo. Joder. Así no debe suceder. Debería esperar a nuestra noche de bodas, alguna mierda de romance como ella espera.

—Es perfecto —susurra leyéndome—. Nosotros, ahora, es perfecto.

—Em...

Es mucho más rápida que mi queja cuando empuja sus caderas, está matándome, llevándome al borde de la locura donde solo quiero permanecer de este modo, con ella; siempre. Y eso es lo que marca el final. Toda la palabrería interna queda olvidada cuando la dejo sobre su espalda nuevamente y se abre para mí. Emilie es como una flor de loto, rodeada de oscuridad, en aguas sucias pero brilla como ninguna otra. Su color es vibrante, fuerte y terminas deslumbrado. Eso ha hecho conmigo. Deslumbrarme. Me deslizo por su cuerpo desde sus labios y cuello hasta su pecho. Me deleito con sus perfectos pechos creados para encajar en mis manos, luego sigo un camino de besos hasta el centro de su vientre donde una cicatriz desigual se ubica, entonces reparto besos cortos a lo cargo de la marca hasta lo que supongo es una mancha de nacimiento en su pierna y luego mi boca cae en su dulce coño. Chupo, lamo, succiono y tiro entre mis dientes hasta que el orgasmo la alcanza. En ese momento vuelvo hacia arriba ubicando mi polla demasiado dolorida y dura justo donde debe estar.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora