Angustia

184 30 14
                                    

― Oye, Violeta...

Ella se volteó, leía un libro pequeño de color amarillo con unas espigas negras en la portada. Estaba sentada en las escaleras que comunicaban los salones y el patio de recreo.

― Hola.

― Hola –sonreí como un estúpido-. ‹‹¿Hola qué? Dile algo›› Ah, ehm... ¿Qué tal iba el guión? No me lo has pasado...

― Ay... Se me olvidó, Uber. Hoy te lo envío.

Miré el libro otra vez, apoyándome en una columna. De repente quería verme relajado y casual, pero no podía estar más nervioso. Me sentía como un mal actor, un pendejo cualquiera. Ese día, Violeta tenía dos colitas pequeñas en su cabello. No se le veía tan bien como cuando lo tenía suelto.

― ¿Qué lees?

― Es un poemario, una recopilación de poemas.

― Lees mucho...

Ella sonrió.

― Lo dices mucho.

― Es que siempre que te veo leyendo tienes un libro diferente... ¿Cuántos te has leído?

― Sé más específico... ¿Cuántos, en cuánto tiempo?

― Ehm... ¿Cuántos libros te has leído en tu vida?

Se quedó pensando un momento.

― No sé... ¿Cuatrocientos?

Se me cayó la mandíbula al piso. Violeta se rió un poco por la cara que puse.

― ¿Qué? ¡No! Son demasiados...

― Esta semana me he leído tres.

―Yo creo que en dos semanas podría leerme uno solo.

Rió otra vez. Pero parecía cansada... Quería seguir diciendo algo para hacerla reír, pero sentí que pasaba algo.

― Te... Te acuerdas de pasarme el guión ¿Sí? No es la idea que hagas todo eso sola.

Noté que se halaba pellejitos minúsculos que tenía junto a las uñas. Me agaché a su lado y le apreté el dedo con el que hacía eso.

― No hagas eso.

Me miró sorprendida, y bajó las cejas.

― Déjame.

― Te haces daño.

― Pero suéltame.

La solté, y sentí a alguien tras de nosotros. Tania tenía los ojos rojos, se veía distinta, y se le notaban algunos granos en las mejillas. Puse una cara de asco.

― Vamos, Vio.

Violeta me miró como diciendo 'ya nos veremos', yéndose con Tania, que evitó mi mirada, y comenzó a hablar con su amiga cuando estuvieron suficientemente lejos como para que no las escuchara.

Un par de chicos de segundo año caminaron por el pasillo tras de mí.

―Y después dijeron que el condón...

Eso me recordó una cosa. Un chiste tonto de esa mañana, de que el condón se sentía como una bolsa, pero yo no había...

Momento.

Hice memoria, poniéndome los dedos en la sien. Mi respiración se aceleraba con la duda que acababa de surgir.

¿Yo no había usado condón con Tania?

...

Yo no había usado condón con Tania.

― ¡ME CAGO EN DIOS!

Los chicos se apretujaron contra la pared, asustados cuando golpeé la columna que tenía al frente

¡Mierda!¡No me jodas! 

~  

Editado el 7 de julio de 2018

Recuerden protegerse el pajarito y la pajarita 

Madurez voluntaria (o algo así trágico)Where stories live. Discover now