30. Radial

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Ethan comenzó a susurrar el nombre de Selene tratando de hacerla despertar, pero esta parecía no escuchar nada y seguía inconsciente colgada boca abajo

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Ethan comenzó a susurrar el nombre de Selene tratando de hacerla despertar, pero esta parecía no escuchar nada y seguía inconsciente colgada boca abajo. Resignado, Ethan comenzó a buscar alguna forma de librarse de aquellas cadenas que agarraban sus tobillos.

Paseó su mirada por todo el enorme cuarto, el cual estaba plagado de cadáveres animales, despidiendo un desagradable y vomitivo olor.
Se fijo de nuevo en las paredes de aquel cuarto y a parte de la gran cantidad de herramientas filosas y toscas, encontró numerosos símbolos satánicos que le hicieron recordar aquellos símbolos que cubrían las escaleras de los Mason.

Los gritos de Collin seguían haciéndose presentes cada pocos segundos. Gritaba desalmado, mientras suplicaba entre lágrimas. Para que Collin estuviera en aquel estado, debían estar haciéndole una auténtica atrocidad. Ethan debía actuar con rapidez, no sabía cuanto tiempo iban a tardar en bajar los Grant para hacerles lo mismo que estaban haciendo con Collin, por lo que debía apresurarse en encontrar una salida.

Se fijo uno a uno en cada uno de los cerdos, hasta que encontró en uno de ellos algo que sin duda podía serle de ayuda.

En el centro de su vientre, aquel cerdo tenía una pequeña radial incrustada, haciendo que sus tripas colgaran y quedaran reposadas sobre el sucio suelo. Aquel cerdo se encontraba a un par de metros de Ethan, pero no parecía ser imposible alcanzar aquella sierra radial.

Estiró sus brazos tanto como pudo, moviendo sus dedos constantemente para tratar de alcanzar aquella sierra. Pero por más que lo intentara y se esforzara, sus dedos ni siquiera rozaban el mango. Debía balancearse si quería tener alguna posibilidad de llegar hasta ella.

Comenzó a mover enérgicamente su cintura y brazos por lo que enseguida comenzó a balancearse. La cadena chirriaba estridentemente, lo que hizo que Ethan se preocupara por si aquel molesto ruido alertaba a los Grant. Pero no podía hacer otra cosa, debía asumir aquel riesgo.

Poco a poco su cuerpo balanceaba colgado sobre aquella rígida cadena, reduciendo la distancia que le separaba de la radial. Ponía todas sus fuerzas en alcanzar aquella preciada herramienta, hasta que consiguió tocar el mango de esta. Y por fin, tras un par de repeticiones más, logró coger con su mano aquella sierra. Al sacarla de la podrida carne de aquel cerdo, cayó una gran cantidad de sangre coagulada y un blanco y espeso pus. Esta desagradable escena hizo que Ethan notara una creciente angustia, pero esta fue erradicada por la alegría de tener aquella radial en sus manos.

Ethan analizó aquella herramienta detenidamente durante algunos segundos y enseguida comprendió su funcionamiento. Estaba formada por un mango de plástico duro y de él nacía una redonda y filosa cuchilla circular. Los dientes de esta cuchilla eran largos y estrechos, ideales para desgarrar la carne. La cuchilla se ponía en marcha al apretar un pequeño botón de color gris que se encontraba a un lado del mango.

Ethan apretó este botón y la cuchilla comenzó a girar a una gran velocidad, haciendo que sangre saliera despedida hacia todos los lados. Hizo una gran fuerza con sus abdominales y acercó la cuchilla a la dura cadena. Una gran cantidad de chispas comenzaron a salir despedidas, cayendo sobre el rostro y cuello de Ethan, el cual tuvo que cerrar sus ojos para evitar quedarse ciego. El ruido era brutalmente agudo y hacía que la piel de Ethan se pusiera de gallina. Pasó largos segundos friccionando la sierra contra la cadena y contra el candado, pero al retirarla, a penas había conseguido arañar el duro metal.

Ethan maldeció para si mismo y detuvo la sierra. Parecía totalmente imposible romper aquellas cadenas con una radial tan pequeña. Tenía que encontrar otra solución. Pasó cerca de dos minutos pensando y analizando otras alternativas, pero ninguna gozaba de sentido. La única solución que parecía posible era sin duda la más dolorosa y desagradable.

Ethan se esforzó y dedicó un gran lapso de tiempo a mentalizarse sobre aquello que iba a hacer. Se había quedado sin opciones, no le quedaba otra. Debía cortarse uno de sus pies a la altura del tobillo.

Respiró profundamente repetidas veces, mientras trataba de prepararse para lo que se le venía encima. Decidió que lo ideal era cortarse su pie izquierdo, ya que era diestro.

Puso en marcha la radial y la agarró con su mano izquierda, mientras con la derecha tapaba su boca. Comenzó a acercarla lentamente hacia su todillo, mientras su mano temblaba bastamente. Un gran sudor frío deslizaba por su frente, no parecía estar preparado para hacer aquello. Respiró de nuevo varias veces mientras trataba de convencerse a si mismo. Miró a Selene, la cual seguía insconsciente boca abajo. Debía hacerlo por ella.

Acercó con decisión la cuchilla hacia su piel, provocándole un profundo corte, el cual escocía como el demonio. Tuvo que hacer un tremendo esfuerzo para evitar chillar del dolor. La sangre comenzó a deslizar por su pierna y a gotear sobre el suelo. Pero a penas había comenzado, tan solo había hecho un pequeño corte en la piel. Debía todavía atravesar el hueso.

Ethan introdujo su mano en su boca y comenzó a morderla con fuerza mientras la sierra comenzaba a destrozar su músculo.

Las lágrimas recorrían su rostro mientras clavaba sus dientes en su mano, haciendo que su mano también comenzara a sangrar. El dolor en su pierna era tal que ni siquiera notaba como el mismo se autoclavaba los dientes.

Su brazo temblaba a causa del dolor mientras seguía mordiéndose su mano brutalmente, llenando su boca de sangre. Su pie sangraba a raudales a la vez que el insoportable sonido del hueso astillandose se adueñaba de la atmósfera. Fueron largos e interminables segundos en los que Ethan cortaba lentamente su tobillo. Comenzaba a marearse a causa del insoportable dolor. Tan solo veía sangre y más sangre cayendo sobre su rostro, salpicando su ropa. Hasta que por fin, su tobillo fue totalmente extirpado y cayó de espaldas contra el suelo con una gran fuerza, dejándole sin aliento.

Su pie quedó enganchado en las cadenas, totalmente ensangrentado e inmóvil, mientras Ethan lo observaba desde el mugriento suelo. El golpe de espaldas había sido muy duro y todavía notaba el profundo dolor en su tobillo.

Observó como había quedado su pie y vio un desagradable muñón, del cual la sangre salía despedida. Se colocó de rodillas sobre el suelo y comenzó a vomitar en grandes cantidades entre bastas arcadas y angustia, a causa del dolor y de la impresión.

Tras acabar, deslizó su antebrazo por su boca para limpiarse los restos de vómito y trató de ponerse en pie apoyándose en una desgastada y rudimentaria mesa de madera. Tras un gran esfuerzo, consiguió ponerse en pie sobre su pie derecho, mientras del izquiero no paraba de brotar oscura y roja sangre. Comenzó a andar mediante pequeños saltos entre los cadáveres de cerdos y observó frente a él algo que le hizo poder pensar positivamente.

Colgadas sobre dos clavos en la pared, al lado de algunos martillos y hachas, se encontraban dos llaves idénticas, las cuales Ethan intuyo que eran las que abrían los candados de las cadenas que les mantenían colgadas del techo. Cogió tan solo una de ella, ya que solo debía desencadenar a Selene y volvió a dirigirse hacia donde se encontraba su novia.

Tenía que desatarla y sacarla de aquel sitio antes de desangrarse.

Tenía que desatarla y sacarla de aquel sitio antes de desangrarse

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