41. Persecución

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Bill Grant observaba furioso a el decapitado cadáver de Ethan

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Bill Grant observaba furioso a el decapitado cadáver de Ethan. Un enorme charco comenzaba a cubrir el suelo, manchando de rojo carmesí las botas de Bill. Se agachó mientras mascullaba maldiciones para si mismo y cogió agarró el cadáver de Ethan.  Lo lanzó con desprecio a el salón y se aproximó con velocidad hacia la puerta y la abrió con fuerzas.

El aire gélido y seco impacto de lleno contra el deforme rostro de Bill Grant. Pero hacía demasiados años que su piel era insensible. No sentía nada, ni tan solo la brisa acariciar su rostro. Era una sensación de vacio existencial, como si tu cuerpo estuviera muerto.

Comenzó a correr a toda velocidad por el enorme trigal y se dirigió hacia un destrozado espantapajaros. Estaba cubierto por la nieve y la tela que habían usado para su ropaje estaba deshilachada y decolorada. Bill rompió la chaqueta de cuero que cubría el pecho del espantapajaros y de él extrajo una intimidante escopeta de caza.

La cargó con rapidez, provocando un duro crujido metálico y se giró hacia el oscuro bosque, en el preciso momento para ver desde la distancia a Selene desapareciendo entre los pinos.

- Ahí estás.- susurró para si mismo mientras arrancaba de nuevo a correr.

Pese a que sus piernas estaban podridas y cansadas por la edad, la resurrección de la cambiapieles le había dado más fuerza y resistencia de la que acostumbraba a tener. Ahora gozaba de una enorme energía y fuerza bruta que le permitía ser casi imposible de batir en el cuerpo a cuerpo.

Comenzó a correr a la máxima velocidad que sus piernas le permitían y en apenas unos segundos se cobijo bajo la enorme sombra que le otorgaba el bosque. La noche era despejada y tranquila. La luz que ofrecían las estrellas y la luna se colaba entre la multidud de ramas y troncos, ofreciendo una considerable luz en determinados lugares del bosque. Bill se detuvo en seco y puso atención en cualquier sonido.

Enseguida escuchó los apresurados pasos de Selene, que hacían crujir las congeladas hojas. Tardó unos breves instantes en averiguar hacia donde se dirigía la asustada chica.

- ¿¡Crees que puedes escapar de mí?!- gritó Bill para justo después comenzar a correr.- ¡Me conozco cada puto rincón de este bosque!

Selene corría con su rostro inundado por las lágrimas. Podía notar el gélido frío rasgar su piel, creando pequeñas heridas en sus mejillas y labios. Podía escuchar a Bill perfectamente, el cual se le acercaba cada vez más. Para llegar a la casa de los Mason tan solo tenía que correr en recto y eso hacía. No sabía cuanto tiempo podría aguantar esprintando a ese ritmo, pero sabía que la distancia era más bien corta.

Esquivaba los árboles y saltaba por encima de los pequeños arbusto y matorrales. Las largas y puntiagudas ramas arañaban sus brazos y piernas, provocándole un agudo escozor.

- ¡No te servirá de nada correr! ¡Solo estas atrasando lo inevitable!- gritó Bill.

De pronto, Selene escuchó un fuerte y aturdidor ruido y justo después un gran destello de luz. Bill le había disparado con aquella escopeta pero por suerte para ella no había conseguido alcanzarle.

Está entre nosotros.Where stories live. Discover now