53. Origen (Segunda Parte)

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Una vez la ecografía finalizó y se confirmó que Azel Roth cargaba a dos mellizos en su vientre, los policías volvieron a desatarla y la arrastraron hasta el pasillo de celdas de máxima seguridad

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Una vez la ecografía finalizó y se confirmó que Azel Roth cargaba a dos mellizos en su vientre, los policías volvieron a desatarla y la arrastraron hasta el pasillo de celdas de máxima seguridad. No les llevó a penas tiempo llegar hasta allí ya que, aunque el psiquiátrico era amplio y gozaba de grandes avances tecnológicos, todavía estaba en fase de expansión y era fácil recorrerlo de lado a lado.

El pasillo de máxima seguridad era largo y muy estrecho. En él se podían observar multitud de gruesas y altas puertas del mejor de los aceros. No había ni siquiera una zona de barrotes por la cual los presos pudieran ver algo del exterior. Eran habitáculos totalmente aislados y casi insonorizados. Allí dentro se encontraba lo peor de lo peor, los criminales más peligrosos y mediáticos de los últimos diez años.

Azel caminaba tranquila pese a estar rodeada de agentes y estar a punto de ingresar en una de esas claustrofobicas celdas. Algunas personas que habían tenido la mala suerte de cruzarse con ella hablaban de una mujer siniestra, que parecía no tener sentimientos o emociones.

Durante sus años y años de asesinatos y torturas, solo se tenía constancia de una superviviente, llamada Victoria Flynn, la cual aseguraba que al mirarle a la cara fue como si estuviera mirando a los ojos al mismísimo diablo.

El caso de la familia Flynn fue uno de los más atroces de los últimos cincuenta años en Alaska, siendo Victoria la única que vivió para contarlo. Azel Roth le obligó a ver como mataba a su padre, a su madre y a sus dos hermanos pequeños. La mantuvo maniatada frente a ella todo el tiempo, mostrándole la brutal carnicería que hizo con su familia. Lo más curioso del caso fue que, una vez se deshizo de todos ellos en mitad de la oscura noche, desató a Victoria y se marchó sin hacerle ni un solo rasguño, algo insólito en la conocida asesina, ya que jamás había dejado vivo a nadie. En sus declaraciones, Victoria aseguró que durante todo el tiempo Azel Roth había mantenido el mismo gesto en su cara : sereno, tranquilo y con una pequeña sonrisa. Mató a dos niños de diez y ocho años sin ningún tipo de escrúpulo o lástima y lo peor de todo fue que jamás perdió la sonrisa. Sin duda, Azel Roth carecía de empatia o consideración.

Al llegar a la puerta de la que sería su celda, dos policías se encargaron de abrirla mediante dos enormes llaves. Al hacerlo, dejaron al descubierto una pequeña y oscura celda la cual carecía de cualquier tipo de cama o retrete. Si alguno de los presos quería ir al baño, no tenía mas remedio que orinarse o defecarse encima. Lo único que tenía a parte de suelo y paredes era un extraño asiento, el cual estaba compuesto por multitud de correas metálicas y de cerrojos hidráulicos. Sin duda, cualquiera que se sentara en aquella silla no podría mover ni un solo pelo.

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