40. Taquillas

1.6K 149 62
                                    

Thanya, Eve, Connor, Zack y John tenían ante ellos a aquel enorme letrero que les daba la bienvenida al Psiquiátrico General de Alaska

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Thanya, Eve, Connor, Zack y John tenían ante ellos a aquel enorme letrero que les daba la bienvenida al Psiquiátrico General de Alaska. Era bastante grande y antiguo, formado por metal y aluminio.

Donde se encontraban era una amplia y despejada especie de sala de espera. Tenía dos filas de sillas colocadas una delante de la otra, dejando un enorme espacio entre ambas por que el que poder caminar.

Caminaron a través de aquella sala de espera, la cual, pese a que llevaba años y años abandonada, parecía como nueva. Obviamente tenía una gran cantidad de polvo y suciedad, pero todos los muebles, sillas y azulejos del suelo estaban en perfecto estado.

- Mirar todo esto.- dijo John mientras apuntaba con su escopeta a los alrededores.- Ha estado debajo de nuestra casa durante todos estos años... y no teníamos ni idea hasta ahora.

- Lo escalofriante no es eso...- dijo Connor mirando con detenimiento al techo.- Lo escalofriante es pensar que hacían aquí para que este lugar no aparezca en ningún registro o documento. El gobierno puso muchísimo empeño en mantener este lugar en las sombras.

Todos asintieron dándole la razón a Connor. Si el gobierno se había tomado tantas molestias en mantener aquel lugar bajo secreto, era porque algo oscuro se manejaba en él.

Al extremo de la sala de espera, justo debajo del letrero, se hallaba una especie de cuarto de conserje, cuya cristalera estaba totalmente partida. Cientos de cristales se encontraban tirados sobre los blancos azulejos, crujiendo bajo los pies de Zack, el cual fue el primero en acercarse a la conserjería

Dio un pequeño salto, con cuidado de no cortarse con los trozos de cristal que todavía quedaban en el marco, y se introdujo en el interior. Allí dentro tan solo había una silla cómoda y mullida, un calendario de 1976 clavado a la pared y un antiguo y destartalado panel de botones.

Mientras Zack investigaba la conserjería, Connor se acercó a la puertas giratorias y trató de cruzar por ellas pero estas estaban bloqueadas. Empujó de ella con fuerza, pero nada resultó con éxito. Aquella puerta no se movería a pulso.

- ¿Cómo demonios vamos a abrir esas puertas?- preguntó Thanya mirando como su hermano trataba vanamente de atravesarlas.

- Esas puertas solo pueden ser activadas desde aquí.- contestó Zack mirando con atención al panel de botones.- Uno de estos las activa... pero no se cual es.

- Pues pruebalos uno a uno.- contestó rudamente John.- Tan simple como eso.

Zack resopló sin levantar la mirada del panel y comenzó a tocar los botonos de forma aleatoria. Pese a que estaba apretando muchos botones, no parecía ocurrir nada en aquella sala de espera. Hasta que finalmente, justo después de apretar un botón, se escuchó el ruido de un pestillo metálico. Connor se acercó de nuevo a la puerta giratoria y esta vez pudo adentrarse por ellas sin ningún problema. Segundos  más tardes todos le siguieron y cruzaron también aquellas puertas, dejando atrás a la sala de espera y a la conserjería.

Ahora, lo que tenía delante era totalmente distinto. Un largo y ancho pasillo hacía su aparición. A ambos lados tenía taquillas metálicas, algunas de las cuales estaban abiertas de par en par. Mínimo allí se encontraban unas quinientas taquillas, todas ellas correctamente numeradas y cuidadas. Avanzaron entre las numerosas taquillas y llegaron hasta una zona del pasillo de la cual nacían tres caminos posibles a elegir. Todos ellos estaban oscuros y silenciosos pero por suerte había unos carteles justo allí que indicaban a donde conducía cada uno de los pasillos. Si el grupo iba hacia la derecha, irían hacia las celdas de máxima seguridad. Si giraban hacia la izquierda se dirigirían a la sala de interrogatorio y sala de ficheros. Y por último, si seguían el pasillo en recto, llegarían hasta el comedor y hasta la cocina del psiquiátrico.

- Vamos primero hacia la sala de interrogatorio.- dijo Connor de forma contundente.- Estoy seguro que la visión que vi ocurría en este lugar.

Todos aceptaron la propuesta de Connor ya que estaban intrigados por conocer más sobre aquella visión que el más joven del grupo había tenido. Caminaron juntos girando hacia la izquierda y se adentraron en aquel oscuro pasillo.

En las paredes de este pasillo había una gran cantidad de celdas, una seguida de la otra. Algunas de ellas tenían sus puertas abiertas,  dejando ver los pobres que eran las habitaciones donde descansaban los enfermos. En aquellas celdas tan solo había una pequeña y seguramente incómoda cama y un retrete. Nada más. Sin duda, no se podía decir que los pacientes de aquel lugar vivían en comodidad. Ver aquella enorme cantidad de celdas e imaginar el calvario que debería ser estar encerrado en una de ellas hacía que sus pieles se pusieran de gallina. Por suerte, tras casi un minuto recorriendo el interminable pasillo de celdas, llegaron hasta una puerta gruesa y metálica la cual por suerte estaba entreabierta.

Si aquella puerta hubiera estado cerrada, hubiera sido totalmente imposible abrirla, ya que al lado de su manivela tenía un lector de tarjetas, el cual seguramente servía para que solo aquellos trabajadores del psiquiátrico pudieran pasar por allí.

John fue el primero en entrar en la nueva sala, apuntando hacia todos los rincones con su escopeta. El lugar donde habían entrado era una habitación muy amplia, llena de mesas de escritorio y ordenadores viejos.

Multitud de mini oficinas estaban allí, colocadas una al lado del otra, unicamente separadas por unos pocos metros. A los pies de cada uno de los escritorios había una gran cantidad de archivadores pequeños. Los cuales que parecían explicar los casos de los pacientes. Pero fue en el fondo de la sala donde Connor vio algo que le hizo esprintar. Se encontró con una enorme cristalera, la cual tenía un gran agujero. Al acercarse y asomarse a este agujero, vio algo que le erizo la piel : era el mismo cuarto de interrogatorio que había visto en su alucinación.

Está entre nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora