Tercer día, segunda parte.

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-       ¿Qué quieres tomar? – me preguntó Marianna cuando llegamos a la cafetería. Yo aún no me había recuperado de mi estado de shock y respondía con monosílabos.

-       Alcohol. – esa fue mi respuesta, pero Marianna no la dio por válida.

-       ¿Y luego qué? ¿Cogerás el Lamborghini de Matteo borracha y lo estrellarás?

-       No me lo digas dos veces. – mi mente todavía no asimilaba lo que había ocurrido.

Apenas llevaba tres días en la universidad y conozco a un futbolista rico, famoso y muy egocéntrico que además de firmar autógrafos me hace la vida imposible y por si fuera poco ahora me tengo que ir con él a Suiza a ver a mi padre. ¡Yo sólo le pedí al universo que me dejara tranquila! ¡Sólo quiero acabar mi carrera en paz! ¿Era mucho pedir? Pues parece que sí.

Marianna continuaba mirándome, estaba claro que no iba a pedirme un chupito de tequila…

-       Está bien, una CocaCola Light – dije poco convencida, lo único que me apetecía era ahogar mis penas en Jack Daniels.

-       Eso está mejor. – dijo mi amiga sonriente.

Después, con nuestros respectivos vasos nos fuimos a una mesa donde estaban sentadas Valeria, Silvia, Lidia y… ¿Sonia? Ya era lo que me faltaba, tener que aguantar a doña “¿Me firmas el escote?”, que en aquel momento nos estaba dedicando una de sus magníficas falsas sonrisas.

-       Vaya ya creíamos que habíais muerto – Lidia estaba algo enfadada porque sospechaba que yo le había contado toda la historia a Marianna mientras que a ellas no les había dicho nada.

-       Casi. – dije sin mucho ánimo.

Me miraron interrogantes pero no contesté.

-       Bueno chicas – comenzó a hablar Sonia emocionada. – venía a invitaros a una fiesta que voy a dar mañana en mi casa para todo el curso de primero de fisioterapia, para que así nos conozcamos todos y tengamos una buena inauguración. – sacó unas tarjetas de su bolso. Eran nuestras invitaciones. – Ah por cierto, tenéis que ir vestidas de etiqueta. – entonces me miró. – Nada de chándal ¿Eh, Fazzari? Espero que tengas algo que ponerte. – entonces, nos dejó las invitaciones y se fue con aires de grandeza.

“Y yo espero que no se te acabe el tinte para el pelo”, dije para mí misma. Odio a las chicas como ella, tanto, que sería feliz si pudiera arrancarle las extensiones del pelo de cuajo.

-       Entonces, ¿a qué esperamos? – dijo Valeria. – ¡Nos vamos de compras!

La verdad es que no hay nada mejor para subirle el ánimo a una chica que arrasar un centro comercial, literalmente y por supuesto yo no soy una excepción, así que no hice ascos a la propuesta.

-       Que tiemble Channel. – dijo Marianna.

-       Yo había pensado en algo de Prada, la colección de esta temporada es bastante guay. – Silvia era toda una experta, de hecho decía que coleccionaba todos los ejemplares de Vogue y los releía una y otra vez. Era casi obsesivo.

-       ¿Y tú Inés? – me preguntó Lidia.

-       ¿Armani? – entonces, por primera vez en todo el día sonreí.

-       No se hable más.

Pasamos toda la tarde en el centro de Milán, tienda tras tienda: Channel, Dior, Massimo Dutti, Prada, Armani, Valentino, Gucci, Custo y un largo etcétera. Hacía mucho tiempo que no me relajaba tanto, claro que, esta terapia para combatir el estrés puede resultar más cara que un buen psicólogo.

Fuera de juego © Cristina González 2012//También disponible en Amazon.Where stories live. Discover now