¿Quién ganó la guerra?

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En la guerra fría, los Estados Unidos y la Unión Soviética almacenaron un terrible arsenal armamentístico. Los misiles nucleares se amontonaban en silos, submarinos e incluso en satélites espaciales. Fue una guerra fría en Estados Unidos y fría en la URSS, pero fue caliente en lugares como Vietnam y Afganistán, donde las tropas de ambos bandos se disputaron la victoria.

Mientras, las armas nucleares fueron acumulándose. ¿Por qué? Pues por si acaso. Si tú me atacas a mí, yo destruyo tu país entero, volándolo por los aires y friéndolo con radiaciones. Así que, tengamos la fiesta en paz. Y tuvieron la fiesta en paz, hasta que Estados Unidos resultó tener una estructura económica más eficiente que la de la Unión Soviética.

La URSS se fue a pique. Su carrera armamentística no fue económicamente sostenible y tuvo que destinar todos sus recursos a alimentar a su población.

Mis misiles nucleares consisten en un vestido muy corto con un escote muy largo. Y los misiles de Matteo consisten en… Bueno, a saber en qué consisten. Lo único que sé es que, nuestra guerra, de fría no tiene nada.

Me calcé unos Stiletto con unos tacones que bien hubieran podido dejar a Michael Jordan a la altura de un hobbit. Cogí mi bolso, apagué las luces de la habitación y cerré la puerta con llave.

<< Ya estoy aquí gatita. Te espero abajo. >>, decía el mensaje de Matteo.

Paolo, Ángela y Marianna irían a la fiesta por su cuenta.

-       Me has dedicado un gol – puntualicé al subirme al coche.

-       Me has dedicado a Hello Kitty – sonrió él.

-       ¿No te ha gustado? – pregunté con fingida inocencia.

-       Mmm… Yo le hubiera dado otro uso a la alfombra… Pero reconozco que ha sido original y divertido. Eso sí, atente a las consecuencias…

-       No me das miedo, gatito.

-       Pues muy mal… - dijo él mientras posaba su mano derecha sobre mi muslo izquierdo.

Y yo, con toda la tranquilidad del mundo, cogí su mano, la retiré de mi pierna y la devolví al volante.

-       No hagas eso mientras estás conduciendo… - le aconsejé.

-       Entonces, ¿puedo hacerlo cuando no esté conduciendo? – dijo él.

-       No sabía que además eras masoquista.

-       Si la que me pega eres tú, no le hago ascos – Matteo se alegró al ver que Inés estaba a punto de tener una rabieta.

-       Una pregunta Matteo, no te ofendas, es sólo por curiosidad. ¿Tú tienes dignidad?

-       Una pregunta, gatita, no te ofendas, es sólo por curiosidad. ¿Tus tetas son de verdad o llevas relleno en el sujetador?

-       ¡Gilipollas!

-       Vale, tranquila. No quería ofenderte. Doy por hecho, entonces, que son de verdad.

-       No me hables – espeté.

-       ¡Pero si has empezado tú!

-       ¡Cállate! No quiero escuchar tus reflexiones sobre ropa interior femenina. Seguro que son demasiado profundas, más de lo que yo pueda soportar – no dije una palabra más hasta que llegamos al pub donde habían quedado el resto de sus amigos.

Fuera de juego © Cristina González 2012//También disponible en Amazon.Where stories live. Discover now