El trampolín, Spiderman y Wally.

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  • इन्हें समर्पित: eclipse23
                                    

-       Señorita, en una hora les recojo. El señor Fazzari quiere comer con ustedes. Ha cambiado de planes y ha cancelado su reunión. – informó Melvin con seriedad.

-       Pues dile a mi padre que quiero pasar tiempo a solas con mi novio. Dile que se vaya a comer con su próxima ex mujer. – le repliqué. Colgué antes de que Roth pudiera quejarse.

-       ¿Tu novio? – Matteo se acercó por detrás y me rodeó con ambos brazos. - ¿Soy tu novio solo cuando te interesa?

-       Sí. – le dije con naturalidad.

-       Pues vaya.

-       ¿No te gusta que me interese? – le dije muy cerca de su oído para ponerle nervioso.

-       Depende…

-       ¡Cómo que depende! – grité indignada ¡Se supone que tenía que responder que sí le gustaba!

-       Pues depende de los derechos que me dé ser tu novio… ¿No? – me dijo pícaramente. Después me dio un suave beso en la oreja declarando sus intenciones.

-       Te recuerdo que solo eres mi novio de cara al público. Más bien… de cara a mi padre… Así que creo que no te otorga ningún derecho.

-       Entonces no me interesa ser tu novio. – Matteo comenzó a caminar hacia ninguna parte dejándome plantada.

-       ¡Espera! ¿Dónde vas? – salí corriendo detrás de él, desconcertada por su comportamiento.

-       ¡A buscar una novia con derechos! – respondió él entre risas.

-       ¿Cómo tu amiga Laura? – le contesté con malicia. Pero me arrepentí casi al instante.

Entonces el futbolista se detuvo algo aturdido por la última frase.  Laura… Sí, aquella arpía trepadora. ¿Y qué sabía Inés de ella?

-       Esta vez te has pasado Inés. Pero mucho. – respondió Matteo verdaderamente dolido. Después se dio media vuelta y continuó caminando.

-       ¡Espera Matteo!

-       Déjame… Quiero estar sólo… - dijo él serio. Igual Inés necesitaba un poco de su propia medicina para reaccionar.

-       ¡Por favor! No te vayas… Lo siento… De verdad… Lo siento… - suplicó ella al borde de las lágrimas mientras le agarraba con fuerza por su cazadora de cuero.

-        Una cosa es que me gastes una broma y otra es que hables de cosas que no sabes y que me hacen daño.

-       Lo siento…

-       ¡Deja de sentirlo! Ya me estoy cansando de que me trates como a un perro. – dijo enfadado. Trató de seguir andando para alejarse de ella pero Inés se lo impidió sujetándole una vez más.

-       No he querido tratarte mal… Perdóname. – casi me arrodillé.

-       Pero lo has hecho. Y esto ya es la gota que colma el vaso.

Reprimí las ganas de llorar. No podía decirle nada, tenía razón. Le había tratado muy mal. Me quedé quieta mirando como se marchaba. Quería ir con él y pedirle perdón de todas las maneras posibles. Pero tenía la sensación de que sería inútil.

Si solo hubiera sido un poco menos orgullosa… Pero lo era y mucho. El orgullo era mi peor defecto.

Cuando no pude más fui a sentarme en un banco de madera que había cerca. Y lloré. Lloré mucho con largos y silenciosos sollozos. Procuraba taparme la cara cuando pasaba la gente. Aunque no pude evitar que un señor mayor con muy buenas intenciones me preguntara por mi estado de ánimo. Incluso me ofreció invitarme a un chocolate caliente para tranquilizarme. Pero yo solo quería desahogarme y estar sola. Bueno, sola no, con Matteo. En el fondo esperaba ver a Matteo aparecer por la esquina en donde le había visto por última vez. Esperaba que volviera y que me abrazara. Que me perdonara y que pudiésemos empezar de cero. Miré el reloj. Sin darme cuenta había pasado una hora y Matteo no había regresado aún. Comencé a preocuparme, ¿y si no volvía? ¿Y si regresaba a Milán él solo? Bueno, no le culparía. Yo misma le había echado de mi lado. En aquel momento noté a mi BlackBerry vibrar en el bolsillo de la chaqueta. Rezongué con fastidio. Sólo faltaba que Melvin hubiera venido a buscarnos y Matteo siguiera sin aparecer. Pero no era aquello lo que sucedía. Era… ¿Un mensaje de Matteo? Qué extraño. No estaba muy convencida de querer leerlo. Quizás era una despedida. Igual había decidido que estaba perdiendo el tiempo conmigo. Tardé unos segundos en decidir. Afortunadamente la curiosidad fue más fuerte que el miedo y lo abrí.

Fuera de juego © Cristina González 2012//También disponible en Amazon.जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें