Contrato

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La sirena subió a la superficie para ver de nuevo el barco que zarpaba a tierras lejanas. En sus ojos se podían distinguir unas lágrimas de tristeza. Su amado se marchaba y posiblemente jamás lo volvería a ver. Su pesquero cambiaba de aguas.

En un último intento, la sirena comenzó a nadar rápidamente para tratar de alcanzar el barco. Por mucho que lo intentaba, iba tan rápido que sólo conseguía ser arrastrada por la corriente. Lo perdía. 

Algo golpeó su cola y vio que unos anzuelos le habían herido, y ahora era arrastrada por el barco. Tal vez no debió desear acercarse nunca. Desde la vela saltó una sombra al agua que nadó hasta la sirena. Su amado estaba cortando los anzuelos para liberarla. Cuando estuvo a salvo, se besaron con pasión y se quedaron abrazados, acunados por las olas. Entonces él miró fijamente sus ojos y...

-¿Hola? -la puerta de la tienda se abrió. Keith soltó el libro con un suspiro y lo guardó.

-Adelante. -dijo volviendo a su dulce sonrisa habitual. Dejaría las historias de amor para después.

-Buenos días, he visto que buscan un dependiente y...-Lance miró al chico del mostrador.

-Oh, genial.-sonrió Keith.- Estábamos empezando a pensar que nadie quería trabajar aquí. -se levantó y le tendió la mano.- Soy Keith. 

-Lance -le dio la mano y le devolvió la sonrisa. Que lindo era aquel chico.

-Bien pues... llamaré a Lotor para que hable contigo. Espérame aquí. -Keith fue a buscarlo.

Lotor parecía ser el jefe. Tenía el pelo largo, blanco y liso. Era alto y corpulento. Era más mayor que él, tendría unos 25 años.

-¿Alguna experiencia, Lance? -preguntó el chico. A Lance le recordaba a un elfo.

-Pues... he sido camarero. No le mentiré, no tengo mucha experiencia con flores. -Lance suspiró.

-¿Entonces por qué este trabajo? -Lotor parecía interesado.

-Yo...-miró por encima del hombro de Lotor y vio al Keith atendiendo a una señora en el mostrador.- Busco... algo de tranquilidad.

-De cualquier forma. -sonrió.- necesitamos ayuda. Estarás un tiempo a prueba, pero no creo que tengas problema. Si has sido camarero sabes tratar con clientes, y así yo podré encargarme de los pedidos a domicilio. -lentamente se ató el largo pelo con una cinta.- Keith. Encárgate.

Lotor se marchó con varios ramos y Lance se quedó con el chico de pelo negro en la tienda.

-Felicidades. -dijo tras terminar con la caja.

-Gracias...-se acercó a él.- Espero hacerlo bien.-dijo mirando un gran centro de flores. Era increíble.- Aunque yo no puedo hacer esto.

-¿Te gusta?-preguntó Keith.

-¿Qué si me gusta? -señaló todos los que estaban en el escaparate.- Son increíbles todos.

-Gracias.-sonrió dulcemente.

-¿Los haces tú?-se giró hacia Keith sorprendido. Tendrían la misma edad, 19. Keith asintió.- Pues son preciosos... -buscó entre las flores y señaló un cactus.- Eso ya es más como yo. 

Keith comenzó a reírse con Lance. De cualquier manera, ese chico era muy guapo y verlo reír hizo que se sonrojase un poco. 

El trabajo en la tienda consistía en controlar el almacén y ayudar a Keith cuando había muchos clientes. Se encargaba de la caja y además como era alto ayudaba cuando el moreno no podía coger los ramos más altos. 

-Buenos días. ¡Hoy llego pronto y con café! -dijo Lance una mañana entrando a la tienda. Se extrañó de que Keith no hubiera saludado, siempre lo hacía.- ¿Keith? 

Sus cosas estaban bajo el mostrador, así que supuso que como era pronto estaría preparando algo en el almacén. Se asomó a ver si encontraba al chico, pero se paralizó al encontrarlo acorralado en la pared de la trastienda por Lotor. 

-Venga... vente esta noche a mi piso...-decía el de pelo blanco acariciando el brazo de Keith.- Podemos pasarlo bien. 

-Lotor... tengo cosas que hacer... -parecía estar pasando un mal rato.

-Hace mucho que no vienes. Te echo de menos.- esta vez Lotor se pegó a él y a Lance le pareció que estaba tocando a Keith en la entrepierna. ¿Qué narices pasaba allí? 

Lance quiso intervenir, Keith lo estaba pasando mal, pero no quería que se dieran cuenta de que les había visto. Por ello se quedó fuera y habló alto.

-¡HOLA! ¡He llegado temprano, traigo café! -gritó Lance.

-¡Ahora vamos, estábamos terminando un ramo! -gritó el Jefe desde dentro.

YA. pensó Lance. Los dos salieron del almacén. Keith apenas lo miró, parecía triste. 

-Gracias por el café, Lance. Buena forma de ganarte a tu jefe.-sonrió y se fue a repartir con la furgoneta. 

Lance miró a Keith. Tenía la mirada sombría y se le veía ensimismado. Se acercó a él y suavemente le tocó el hombro. El chico dio un pequeño brinco y se giró hacia él.

-Ey. ¿Estas bien amigo? 

-S-si.-sonrió como siempre.

-¿Un café? -le tendió el que quedaba.

-No me gusta el café. Pero gracias. -cogió varias flores y una cesta y comenzó a trabajar. Estaba muy serio.

No sabía si decirle algo de lo que había visto en la trastienda. Debía ser embarazoso, por lo que tal vez no era el mejor momento. No le parecía que Keith estuviera de acuerdo con aquella relación ni con las intenciones del jefe. ¿Tal vez tenía miedo de perder el trabajo?

-¿Entonces que desayunas? Para traerte otro día algo que te guste. -Lance quería que volviera a estar normal.

-No hace falta que me traigas nada. Pero gracias otra vez.-cortó un tallo y colocó la flor en la cesta.

-¿Te gusta el rojo, eh?-trató de entablar conversación con él.

-Sí.-dijo sonriente.- Es mi color favorito. Lo uso mucho en los centros y en los ramos, aunque intento no dejarme llevar demasiado.

-Mi color favorito es el azul. -se encogió de hombros.- Al menos tu tienes muchas flores rojas. 

-También hay muchas azules...

-Son menos comunes. No gustan tanto como una rosa como esa -señaló la rosa roja que estaba colocando y se apoyó a su lado viéndole trabajar.

-Bueno...-Keith le miró.- A veces las cosas poco comunes gustan menos... porque... pocos saben apreciarlas. 

Lance se sonrojó al encontrarse con los ojos de Keith. Tras un breve silencio los dos siguieron trabajando. Aquel chico despertaba sensaciones nuevas en Lance. Buenas sensaciones. 

La Floristería [Klance]Where stories live. Discover now