Tú y yo

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Lance amaneció con el sonido del despertador del móvil. Se estiró como pudo ya que el sofá era un poco más corto que su altura, y recordó que Keith estaba en su cuarto.

Tenía que entrar a despertarlo, y le daba algo de vergüenza. Así que trató de hacer tiempo haciendo el desayuno. Aun así, tuvo que ir finalmente a por él.

Abrió la puerta lentamente y observó al pequeño en un lado de la cama. Estaba prácticamente todo igual, no se había movido. Estaba en la misma posición en la que se había dormido, abrazado a la almohada. Una vez más, el corazón de Lance latió más fuerte. Era tan mono...

-Hey, amigo...-se acercó a él y le tocó con suavidad el brazo, aganchándose a su lado.

Keith abrió los ojos y miró los de Lance. Tenía cara de sueño, parecía un niño pequeño. Entonces dio un bostezo que hizo que Lance se sonrojase. Maldita sea.

-Buenos días Lance ~ -dijo con su dulce voz. Lance de nuevo sintió ardor en sus mejillas. ¿Qué podía hacer contra aquel chico?

-Te he preparado el desayuno...-se levantó.

-Gracias. -se levantó y fue tras él.

A Lance le iba muy rápido el corazón al estar con Keith. Se quedaba sin aire al mirarlo. Tal vez le gustaba.

-¿Estas bien?-dijo el pelinegro ladeando la cabeza. Lance estaba mirando al plato sin comer nada.

-¡S-sí!-levantó la cabeza y sonrió. Mierda, a este paso Keith se iba a dar cuenta. Se le daba muy mal disimular, era demasiado nervioso. Keith le sonrió también.

Los dos chicos fueron juntos al trabajo. Lance no paraba de mirar de reojo al pelinegro. Era tan guapo, dulce, tierno... un ángel. Si. Sin duda. Le gustaba.

-Oye, tu cumpleaños era pronto ¿no? -dijo Lance.

-Eh... si.-aquello le recordó lo de Lotor.

-Podríamos hacer algo...-dijo rascándose la nuca algo inseguro.- Aunque fuera ir a dar una vuelta... me... me gustaría hacer algo contigo, Keith.-lo miró.

-Bue...bueno.-se sonrojó un poco, le sorprendió aquella propuesta.- bien.

-¡Genial!-sonrió emocionado.- Yo me encargo de todo.

Era su oportunidad para estar con Keith. Sabía que llegar a gustarle era imposible, ni siquiera quería insinuarle aquello. Cualquier cosa que pudiera alejarlo de él ahora estaba descartada. Estaría a su lado como apoyo, y trataría de alejarlo de Lotor. Aunque eso significase ignorar sus sentimientos.

En la tienda se respiraba tranquilidad sin el jefe. Trabajaban bien juntos, además para Keith era un alivio no tener que usar más aquellas escaleras oxidadas para alcanzar las flores más altas. A su vez, Lance aprendía de Keith. Le iba enseñando trucos para combinar colores, a preparar las flores e incluso a elegir los colores del papel que envolvía los ramos. Era todo un arte.

-Trabajo aquí desde hace casi dos años.-dijo Keith.- Mi padre me enseñó. Trabajaba en esto.

-¿Si? Eso es genial. Mi padre es profesor de inglés y mi madre se dedicaba a dar clases de música. Yo aprendí a tocar el piano con ella. Es todo un mérito que me enseñase, soy muy torpe.

-No eres torpe.-sonrió Keith.

-Si lo soy. Tanto con manualidades como socialmente. Nunca he tenido muchos amigos, apenas tuve pareja una vez y mi apatía social me jugó una mala pasada.-Lance suspiró.

-A mí no me parece que sea así. Conmigo hablas, eres agradable y dulce.-lo miró con una sonrisa.- y eso que yo soy difícil de tratar. Me has abierto tu casa aun sin apenas conocerme...

La Floristería [Klance]Where stories live. Discover now