Presente

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-¿Cómo?-Lance lo miró extrañado. - Pe... pero yo no estaba allí. -se rascó la mejilla.

-Cla-claro que no estabas allí... -Keith avergonzado. ¿Acaso no lo pillaba? Esto era demasiado horrible.

-¿Por qué dirías mi nombre cuando estabas teniendo tu primera...?-la expresión de Lance cambió radicalmente. Se quedó de piedra y miró a Keith. - Es... estabas... ¿pensando en que yo...?

-¡No lo digas!- dijo salpicándole nervioso de forma repetida para que parase de hablar.- ¡Fue sin querer!

Lance seguía inmóvil. ¿Keith había recurrido a él en un momento así? Tal vez era simplemente porque hablaban mucho, no tenía por qué significar nada pero... le hizo ilusión.

-No me molesta...-dijo Lance agarrándole de las manos para que dejase de salpicar. - Eso no importa...

-¿Eh? -Keith tenía las mejillas ardiendo. El pelo mojado hacia atrás le daba una imagen dócil que sin duda le gustaba a Lance.

Otra vez más, deseo besarlo allí mismo. Era como si un imán en su pecho le hiciera querer abalanzarse sobre Keith. Estaba loco por él y saber que no era el único que sentía cierta atracción sexual le gustaba. Evitó decirle el dato de las veces que se había tocado pensando en él aunque había intentado no hacerlo. Eso habría empeorado la situación ¿no? Si, seguramente.

- Tranquilo.- Lance sonrió. - No tienes que intentar atacarme  ferozmente con tsunamis por eso.-dijo para liberar la tensión. Keith sonrió sin que bajase su sonrojo. Que guapo era, explotaría allí mismo.

-Jum...-dijo apartando la mirada de él poniendo morritos.

Lance se inclino hacia él y con delicadeza comenzó a mojarle el pelo para quitarle la espuma. Keith cerró los ojos y sintió sus dedos acariciando su cabello. Lo hacía tan suave y... con cariño. Lance echo todo su pelo a un lado dejando su espalda al descubierto y pasó las yemas de sus dedos por ella. Su piel era muy suave.

-La-Lance...-dijo Keith mordiéndose el labio. Menos mal que no podía verle la cara. Aquello era erótico, sin duda.

-Shh... relájate. -puso ambas manos en sus hombros y comenzó a darle un masaje por la espalda. El pelinegro cerró los ojos y se dejó mimar.

Keith se sentía en el cielo. ¿Cómo podía haber una diferencia tan grande entre las caricias de una persona a otra? Le gustaba, le gustaba mucho que Lance lo acariciase así. Aquello no era bueno, acabaría sintiéndose adicto a él.

-Ya esta... ¿ves? Mucho mejor.-Lance se inclinó y armado de valor, besó su hombro. Fue como rozar una escultura de mármol. - Te dejo la ropa ahora.

Aquel beso hizo que saltara una chispa en el corazón de Keith. No podía. Ya no podía escapar. Necesitaba a Lance. Fue como si un calambre viajase desde su hombro hasta cada rincón de su cuerpo.

Lance salió del baño y tomó aire para calmarse. Había estado muy nervioso, pero lo había conseguido. Se llevó la mano al corazón y como un idiota, sonrió. Lo quería. Lo quería muchísimo, y nadie volvería a hacerle daño.

En casa Keith era callado y trataba de hacer todo lo posible por no molestar. Ayudaba a Lance en la cocina y sonreía oyéndolo hablar. Era la mejor cura para sus temores.

A la hora de dormir, volvió a dejarle su cuarto. Si vivían juntos pensarían en poner dos camas, aunque a Lance le gustaría dormir con Keith...

-Descansa.- le dejó un vaso de agua en la mesilla. - Si necesitas cualquier cosa estoy en el sofá, a unos ocho metros. -sonrió. - trata de dormir.

La Floristería [Klance]Where stories live. Discover now