Capítulo 6

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Al principio pensé que todo era broma, que todo era algo absurdo y sin chiste, que las chicas no tenían ni el mínimo interés de querer ayudarme, pero definitivamente, sabía que ellas no eran malas, y que habían comprobado con sus propios ojos que nada era falso, que en verdad, Paul McCartney era un fantasma y buscaba justicia para él mismo. Así que a la mañana siguiente, Cynthia llamó a la puerta de mi casa, yo seguía en pijamas.

—Hola—dijo cuándo le abrí la puerta—, ¿Estás lista?

— ¿Para qué?

—Íbamos a ver a la gitana, ¿Lo olvidaste?

—Oh... cierto—bostecé y tallé mis ojos—, de verdad que lo olvidé. Pero estoy lista en unos cinco minutos, ¿Quieres pasar?

—No, no, mejor te espero aquí mientras fumo un poco—dijo y sacó su cigarro.

—Bueno, vuelvo en un instante.

Cerré la puerta levemente, corrí y me puse el primer vestido que encontré, mis zapatos negros, un abrigo y ya. Tomé mi cepillo y peiné mi cabello, cuando de pronto, Paul apareció detrás de mí, pero lo veía mejor directamente en el espejo.

— ¿Vas a salir? —me preguntó en un tono de tristeza y preocupación a la vez.

—Sí, iremos a buscar a la gitana. Tal vez, ella pueda ayudarnos. ¿No tienes algún consejo para hacer que puedas irte al cielo?

—No... realmente no sé nada—dijo con los hombros caídos—, nada de nada. Te digo que ni siquiera tuve explicaciones de Dios o respecto a la vida en general, no supe absolutamente que hacer para poder irme al cielo.

—Bueno...—quería tocarlo, pero a la vez tenía miedo— No te preocupes, nosotras investigaremos todo lo que podamos, y definitivamente, podrás ir al cielo.

—Gracias Jane, de verdad, te lo agradezco de todo corazón—sonrió convaleciente.

Dejé mi peine, recogí mi bolso y bajé en seguida para volver a ver a Cynthia. Ella tenía un mini cooper color blanco que gustaba de conducir. Así que ella sabía a qué lugar iríamos exactamente.

—Lindo coche—dije en elogio.

—Gracias, me lo regaló John cuando aprobé mi licencia para conducir. Fue una sorpresa, pues me compró otros coches sin mi previo consentimiento.

—Oh... bueno... ¿Cómo ha estado él?

—Bien... muy bien, con mucho trabajo, pero todo correcto.

— ¿Ya tiene trabajo?

—Sí, esperemos ver cuánto dura. Le he dicho que no, pues gano muy bien siendo maestra de arte, pero él insiste. Ya ves, su ego masculino de hombre del norte.

—Ja, ja, ja—reí levemente—, es cierto. Pero bueno.

Los lugares por donde me llevó Cynthia fueron sorprendentes, estrechos y nada seguros. Pero no debía temer, pues sabía a donde nos dirigíamos. Dejó el coche en la entrada de un pequeño mercado, entré con mucho temor, pues esos mercados no eran lo mejor del mundo. Caminamos directamente hasta el fondo del lugar, yo seguía teniendo miedo, pero me hacía parecer muy buena y dispuesta a todo.

Llegamos hasta el último puesto, era un lugar lleno de hierbas aromáticas, varitas de incienso y con un ambiente sumamente oscuro y profundo. Cynthia parecía segura, pero yo no, ya no podía ocultar mi terror latente.

—Hola, ¿Hola? —dijo Cynthia en la entrada del negocio.

Humo salió de la pequeña entrada, ese pequeño local parecía un pequeño horno que estaba hirviendo algo. Del fondo salió una pequeña mujer, demasiado baja para ser sinceros. Tenía el cabello largo, negro, y sumamente esponjado. Su piel era blanca y hermosa, tenía unos ojos imponentes y no sonreía. Vestía con un vestido negro largo.

He's Leaving HomeWhere stories live. Discover now