Capítulo 8

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Realmente, me parecía sorprendente la manera en la que Cynthia se preocupaba por mí, en lo que decía y se entrometía muy bien en toda la situación. Unos días después, volvimos a pasar con la gitana para que ella pudiera hacer sus cosas anormales, que no entendía ni cuando las explicaba.

—Ven Jane, iremos a Kenwood—dijo Cyn.

Ella conducía mientras Yoko Ono estaba en el copiloto, hablaba y nos decía sobre todas esas cosas raras que haría. En el transcurso directo a Weybridge, yo no hacía más que pensar en Paul y su situación.

Debo de admitir, que todo esto es nuevo para mí. Esperen, déjenme explicarles: No es como si yo tuviera algún contacto paranormal diariamente con fantasmas, no, eso sería absurdo. No me refiero a eso. Lo que es nuevo para mí, es que haya una persona a mí lado. Siempre fui una chica cerrada y reservada lo cual, era muy irónico, pues mi trabajo como actriz requería de toda una extroversión sorprendente.

La daba, sinceramente, entregaba todo mi buen trabajo y talento nato. Pero no es como si yo estuviera acompañada por un gran número de personas todos los días, no, todo lo contrario: Mi madre me dejó desde muy pequeña, Peter tenía sus propios asuntos, y papá murió en 1967, Así que tener a una persona a mí lado, diario, era algo... increíble.

Cuando hablaba con Paul, era como si mi mundo fuera diferente y cambiara. Teníamos pláticas tan constructivas y útiles, él es alguien agradable, cuando escucho sus palabras, hasta olvido totalmente que es un fantasma. Se ve como una persona normal, pero entre nosotros, existe una vida de diferencia. Mejor dicho, no es la edad ni la posición económica lo que nos separa, es algo mayor, la vida. Yo la tengo, y él no. Ese sería el amor más extraño de todos.

Eso me deprimía, pero a la vez me daba tranquilidad, pues reflexionaba en eso cada vez que una idea de algo formal y serio con Paul podría suscitarse, pero no. Eso sería lo más loco e improbable de la vida.

—Y eso es lo que haremos—las palabras de la señora Ono me distrajeron totalmente.

Yo reaccioné en sí, miré por la ventanilla del coche, y me di cuenta que ya habíamos llegado a Kenwood, esa hermosa mansión victoriana al estilo tudor que tanto me encantaba. Bajamos del coche, Yoko parecía la más emocionada. Y no es para exagerar, pues tan sólo puso un pie en la casa y corrió por todos lados, parecía que fuera un perro en un operativo anti-drogas, sé que es una fea apología, pero no encuentro otras palabras para describirlo.

Yoko empezó a examinar por todos lados, miraba los sillones, los muebles, tocaba las paredes y observaba las escaleras. Cyn parecía temerosa, pero segura, y yo sinceramente ya prefería no decir nada.

—Eh...—dijo John.

John es el esposo de Cynthia, por la cara que puso al bajar las escaleras, pude suponer que no tenía ni la más ligera idea de que una mujer así iba a estar en su casa. Eso era obvio de ver, así que se extrañó totalmente cuando Yoko hacía sus singulares acciones.

—Alguien me puede decir, ¿De qué se trata esto?—preguntó al ver a Yoko.

—Querido, ella es Yoko Ono, creí que ya te había dicho lo que sucedía, y porque ella estaría aquí—dijo Cyn un poco apenada.

—Si lo dijiste, no te escuché.

Pero parecía que nosotros fuéramos invisibles, pues Yoko de verdad estaba muy ocupada en sus propios asuntos, no sé cuáles eran, pero lo hacía.

—Bueno, te dejo a cargo, nos vemos—John se despidió de Cyn con un beso en la frente.

Me miró sin mucho que decir, tomó sus cosas, y se fue. Debo de admitir que fue un show un tanto incómodo, y hasta irrelevante. Pero Yoko no lo veía de esa manera, ella examinaba y miraba todo con mucha precisión. Esperó justamente hasta que John se había ido, y luego, hizo algo que me me dejo pensando.

He's Leaving HomeWhere stories live. Discover now