Liam.

20 2 0
                                    

Liam (21 de diciembre, 2003)

—Arriba, Liam— murmuró mamá.— ¡Hoy es tu primer día de cole!

Me levanté ilusionado, de veras que tenía ganas de ir.

Parecía un cohete bajando las escaleras para llegar a la cocina, donde papá me sirvió un tazón de mis cereales que comí en cuestión de segundos (¡chúpate esa, Flash!) Después subí hacia arriba para vestirme, lavar mis dientes y revisar de que los libros estuviesen dentro de la mochila.

—¡Vamos, vamos!— animé a mis padres que parecían estar dormidos.— ¡Vengadores, hora de enfrentar al mundo!

Mamá golpeó la frente contra la mesa.— Por favor, cariño, baja el entusiasmo que todavía queda una hora y cuarto...

—¡Una hora y cuarto menos para salvar el mundo, vamos!— insistí.

Mi padre soltó una carcajada la cual acabó contagiando a mi madre. Me encantaba hacerlos reír por tonterías, me encantaba que toda mi familia estuviese riéndose, feliz.

La hora pasó relativamente rápida y en un parpadeo ya estaba entrando en la que sería mi aula.

¿Estaría el chico de la ventana?

Esperaba que sí, Tony Stark no me defraudará, para nada.

—Hola señora profesora —entré en el aula y saludé a la mujer con cabello castaño rizado que allí se encontraba.

El aula era grande pero que estuviese decorada con motivos navideños hizo que una sonrisa iluminase mi cara. Me pareció muy original que el árbol lo hubiesen decorado con barcos de papel, donde según intuí cada alumno escribió sus propósitos de Año Nuevo.

—¿Tú debes ser Liam Brown, verdad?—preguntó, y yo asentí efusivamente.— Llámame Lisa, y toma asiento, ten por seguro que todos serán muy buenos amigos.

Mientras la profesora me presentaba, miré los sitios libres que se hallaban y decidí sentarme al lado de un chico moreno, con gafas y el pelo rizado. Llevaba una camiseta de color rojo, el cual era mi preferido (eso fue lo que determinó mi decisión, para ser sinceros).

—Hola— susurré mientras sacaba una libreta y el estuche para empezar a copiar lo que la profesora Lisa estaba escribiendo en la pizarra.

El chico a mi lado se presentó.— Soy Mason... Oye, ¿de qué equipo eres?

Me mordí el labio, ¿de verdad tenía que preguntarme eso? ¡Rayos! Tiré de mis conocimientos geográficos y del informe de popularidad de equipos que mi primo —el aficionado del fútbol, me enseñó un día. Según el rendimiento y los resultados obtenidos, el mejor equipo...

—Soy más de súperheroes...— me rendí, no iba a pretender ser otra persona solo para encajar.

Mason hizo una mueca.— Me recuerdas a alguien... ¡Y sí, a mí también me gustan! Cómo era... ¿Yo seré el Robert de tu Batman?

—Robin, —corregí— además soy más de Marvel.

Él asintió lentamente, como si tuviese que procesar algo de mi simple oración. Obviamente este chico no tenía ni idea de lo que era Marvel, D.C, y probablemente de lo que era un súperheroe...

(...)

Las horas pasaron y llego el descanso, sonreí al ver que mamá me había hecho un sándwich de jamón y queso— mi favorito. Mason estuvo conmigo todo el rato, y aunque no lograse ser el Spider-Man de mi Ironman, sé que podíamos ser buenos compañeros, ya que él tenía esta rara obsesión por Star Wars.

Al final, quizás no éramos tan distintos.

—Ven, Liam —me llamó Mason, para que lo siguiese.— Ellos son mis otros amigos, son gemelos pero aprenderás a distinguirlos.

Observé a los chicos, ambos eran rubios y tenían los ojos azules.— Yo soy Ethan.

—Y yo Edward, llámame Ed.— se presentó el otro.

A decir verdad, los cuatro no teníamos nada en común, pero acabamos contando nuestras anécdotas y fue muy divertido. Además Ed acababa de comprar varios cómics con sus ahorros, y tenía intención en empezar en el universo Marvel. Yo le invité a que viniese a mi casa, y que podía tomar prestados todos los que quisieses (el único requisito: que me los devolviese tal y cómo estaban). Lo único que de una forma nos unía eran nuestras Game-Boy, con Pokémon y Tetris, ya incluso pensábamos en quedar a jugar.

El descanso pasó más rápido de lo que pensé y los cuatro juntos nos dirigimos a Educación Física.

—¡Hola mis alumnos!— saludó un hombre con una sonrisa.— ¡Veo que tenemos integrantes nuevos!

Le devolví la sonrisa.— Al parecer no somos número par, ya que han faltado varios alumnos en el día de hoy... ¡Así que tendré que formar parte de alguno de vuestros equipos!

Jugamos al voleibol, y nuestro equipo —el cual éramos los chicos que había conocido en el recreo y Mason, fue el afortunado de contar con el profesor. Íbamos ganando todos los partidos, pero lo importante en sí, fue que nos lo estábamos pasando genial.

—¡Ahhh!— chilló una niña rubia, perteneciente al equipo rival.

Al parecer mi remate, le había dado y decía que probablemente le había desfigurado la cara. Me acerqué a ella junto al profesor, y para aquel entonces ya estaba llorando.

Odio a las niñas, y más a las niñas lloronas.

No tenían un por qué de odiar a las chicas pero siempre estaban con tanto rosa, purpurina y unicornios que había veces que me entraban ganas de vomitar. Obviamente mamá y papá me han enseñado que aunque no me caigan del todo bien tengo que respetarlas y ser amable con ellas.

—¿Estás bien... Elisa?— le pregunté, al ver que llevaba su nombre bordado en la camiseta.

Ella negó con la cabeza y se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.

—¡Necesito ir a la enfermería, profesor!— gritó.— ¡Y quiero que el culpable me acompañe!

Yo me sobresalté, ya que no me esperaba que Elisa empezase a gritar. Le eché una mirada al profesor, quien la miraba confundido. Él había visto lo mismo que yo: la pelota ni le había rozado.

—No se preocupe, profe, — murmuré — yo le acompaño a la enfermería.

Tomé de la mano a mi compañera, no sin antes hacer una mueca de disgusto y a duras penas y guiándome por mi sentido de la memoria (el cual era muy bueno), llegamos a la enfermería.

—¿Sabes?— dijo la chica.— Si me pidieses perdón, seríamos una buena pareja... Cómo Barbie y Ken...

Le solté y negué rápidamente con la cabeza.— Soy muy pequeño, no quiero novia... Además...

—¡Cómo te atreves a rechazarme de verdad qu...!

Le interrumpí.— Te lo repito: soy pequeño, no quiero novia y me parece que Barbie no os da una buena imagen a las chicas, ella es el típico estereotipo de "mujer perfecta" que chicas como tú tenéis... Eso a mí no me interesa.

Abrí la puerta para que entrase, y salí huyendo para volver al campo del voleibol donde mis nuevos amigos me esperaban. Lo único que deseaba es que esta chica no atrajera más problemas, ya que este superhéroe necesitaba dormir, comer y abrir los ojos el 24, cuando cumpliría los seis años de edad.

...

¡Hey! ¡Adivinad quién va a empezar a subir diariamente! :D

Es un poco un reto para mí, pero me estoy esforzando mucho en Florence (aunque no tenga apenas leídos)

¡Nos leemos mañana!

mimi x

FLORENCE -la historia de Flo y LiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora