Florence.

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Florence (22 de diciembre, 2003)

Hoy tampoco había asistido a la escuela y me temía que la profesora Lisa ya no contase conmigo para la fiesta de Navidad, y en cierto modo la entendía... Le había fallado.

El dolor estomacal era más suave y llevaba ya casi ocho horas sin vomitar, sin hablar de la dieta tan estricta que me había puesto papá para recuperarme (que en verdad ayudaba, aunque no quisiese admitirlo debido a lo poco que me gustaba el arroz cocido). Me levanté y bajé las escaleras en busca de un vaso de agua, ya que papá y Anna— quién había llegado hace un par de horas, se habían marchado a la barbacoa que organizaban los nuevos vecinos.

Ninguno de los dos querían ir, pero les obligué, no quería limitarlos solo porque "me doliese el estómago". Además, los vecinos iban a pensar que éramos unos desagradecidos, y no quería que el chico de la figura de acción de Iron Man pensase eso.

Ya nos conoceríamos algún día, que yo sepa va a seguir viviendo ahí (es más, acaba de llegar).

Casi tres horas desde que se fueron y ya había hecho de todo, el dolor prácticamente se había ido así que empecé a recorrer la casa con una sonrisa. Acabé en el sofá con los pies apoyados en la pared mientras veía la televisión; era un documental sobre zorros.

Traté de prestarle atención un par de minutos pero la voz del locutor me aburría así que subí a mi cuarto, ya que tenía una canción por terminar.

—¿Qué significa la navidad para mí?— me pregunté en voz alta.

La ilusión de que Santa venga, cómo papá y yo (y Anna si le tocaba pasar las navidades con nosotros) preparábamos un buen desayuno entre todos, cómo no parábamos de sonreír... ¡Cómo un año nevó! (lo cual me hizo muchísima ilusión).

Todos eran buenos recuerdos, así que usar unos acordes tristes no concordaría con la letra...

Fui a la habitación de Anna donde tenía su teclado y empecé a probar tecla por tecla, anotando los sonidos que me gustaban en mi pequeña libreta roja, no era una gran pianista pero con eso me servía.

Volví a mi habitación a terminar la letra y escuché cómo la puerta principal se abría.

—¿Cómo está mi pequeña?—sonreí al escuchar la voz de papá y bajé tan deprisa que casi me tropiezo y ruedo por las escaleras.— ¡Ten cuidado!

Le di un abrazo a él y a mi hermana.— ¿Qué tal os fue?

—¡Muy bien!— exclamaron los dos a la vez— Los nuevos vecinos son muy simpáticos, y por fin encuentro a alguien de mi edad con el que me llevo bien, ¡la semana que viene nos vamos de senderismo a la montaña!

Me alegré al ver lo feliz que se encontraba papá, últimamente lo había estado escuchando llorar por las noches, y ver como sus ojos brillaban era el mejor regalo de Navidad que podía tener.

¡Un momento, eso ha sonado muy bonito, tengo que anotarlo!

Cerré la libreta satisfecha cuando escribí esa frase, a la canción le faltaba muy poco y eso me hacía sentir genial, miré a Anna que parecía estar en las nubes.

—¿Qué has estado haciendo allí, hermanita?— pregunté curiosa.

Ella dio un largo suspiro.— Tienen a un chico de tu edad, es muy... Creo que os llevaríais bien, hemos estado todo el rato hablando...

Fruncí el ceño, ¿por qué mi hermana estaba hablando como si estuviese atontada? ¿Qué había comido? Asentí lentamente, y empecé a andar hacia atrás haciendo una sigilosa retirada.

Siempre funcionaba en las situaciones en las que no sabía qué hacer ni decir.

—Peter, tienes que ayudarme.— cogí mi figura y me senté en el alféizar de la ventana con libreta y bolígrafo en mano.

Cada vez que me sentaba en la ventana cogía mi gorro de lana rojo con un pompón, por el que metía todo mi cabello. Anna siempre me decía que parecía un chico, pero estaba más cómoda así. Tras ponerme cómoda empecé a tararear la canción y a hacer ajustes. Que si tachones por aquí y por allá y ya tenía un estribillo en condiciones. A pesar de tenerla casi terminada, quería ver si podía hacerla mejor aún, porque todo se puede mejorar en esta vida.

—Casi lo tenemos, eh...— choqué los cinco con mi amigo Peter Parker y en voz alta repetí aquella frase, para darme ánimos en la recta final.— Recuerda que "un gran poder conlleva una...

—... gran responsabilidad"— miré a mi figura de cerca, ¿acaso me lo estaba imaginando? O papá me había comprado una de estas figuras interactivas y no me había dado cuenta hasta ahora.— ¡Hola, soy Liam! ¡Buena frase!

La voz provenía del chico Stark.

—Hola vecino Liam— sonreí, él también estaba sentado en su alféizar.— No pude ir a la barbacoa, no me encontraba muy bien...

Él se quedó pensativo mirando hacia sus pies.— Un momento, ¿Anna es tu hermana?

—Ella estaba muy feliz, dijo que eras genial— o al menos creo que lo pensó.

Anna es tan rara a la hora expresar sus sentimientos... Es como yo pero una versión súper extrema. Tardamos en averiguar que su tortuga había muerto casi un mes, ya que no había rastro de tristeza en ella (eso reconozco que me asustó mucho ¡pobre Rose, alguien tenía que llorar por su muerte!)

—¿De verdad? Ya casi te tengo Pepper...

Fruncí el ceño ya que lo último lo murmuró y no me enteré bien.— ¿El qué?

—¡Nada, nada!— sus mejillas empezaron a ponerse rojas, debía ser el frío.— ¿Y cuál es tu nombre, además de fan de Spider-Man?

Di una pequeña carcajada, desde mi habitación podía ver el aprecio que tenía a los súperheroes (que por cierto tenía una colcha preciosa, ya le preguntaría dónde la había comprado.— Llámame Flo.

—¿Y qué estás haciendo, Flo?— preguntó.

Me hizo gracia la forma en la que pronunció mi nombre, seguramente le habría parecido muy raro, a todos les había parecido raro en algún momento... Yo ya estaba acostumbrada a él.

—Compongo una canción para la fiesta de mañana...— murmuré lo suficientemente alto para que se enterase.— Aunque no sé si podré ir, ojalá me encuentre bien mañana...

Él abrió la boca, sorprendido.— ¡Seguro que te encuentras mejor! Yo también compongo pero nadie lo sabe... De hecho es la primera vez que se lo cuento a alguien.

Le recité un par de versos de la canción, sin cantarla ya que tenía que reservar mi voz y él me ayudó a terminarla, se le daba bastante bien esto de escribir, definitivamente tenía que enseñarme alguna canción suya.

—¡No vayas a enfermar de nuevo, Flo, confío en ti!— reí ya que era por lo menos la cuarta vez que me lo repetía.— ¡Buenas noches, Parker!

—¡Buenas noches, Stark!— me despedí con una sonrisa.

FLORENCE -la historia de Flo y LiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora