Liam.

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Liam (22 de diciembre, 2003)

—¿Qué tal la escuela, mi pequeño Stark?—dijo mi padre cuando llegué del colegio.

Estaba preparando macarrones, cosa que agradecí, ya que necesitaba fuerzas después de un día tan agotador, ¡había jugado al fútbol 1 hora y media seguida, me iba a dar algo!

—Muy bien, aunque siento que todavía me falta algo para acostumbrarme a ella...—murmuré mientras soltaba mi mochila.— Aun así mis nuevos amigos son fantásticos, vamos a ser Los Nuevos Vengadores, aunque la mitad no sepan quienes son...

Mi padre emitió una carcajada.— No te preocupes, seguro que tiene que haber uno al que si les guste ¿verdad?

—Bueno... Quizás Ed, pero él está recién empezando, es como un aprendiz...—pensé.

Mientras apagaba la vitrocerámica, mi padre se rió de nuevo, y cuando pasó por mi lado me revolvió el pelo, odiaba que hiciese eso.

La verdad es que para ser mi segundo día, había sido muy productivo— ignorando que Elisa había estado persiguiéndome durante todo el descanso para que me dignase a pedirle perdón...

Chicas.

Mi posición respecto a lo que ella pensaba era muy clara, no iba a pedirle perdón por algo en lo que no me sentía culpable, yo no era ningún criminal, ¿acaso tenía alguna cicatriz en la cara? ¿Tengo cara de villano? Porque que yo sepa mi lunar bajo mi ojo izquierdo siempre ha hecho que la gente me dijese que era adorable...

A lo mejor me estaba pasando un poquito.

Empecé a poner los cubiertos y servilletas en la mesa, y papá sacaba los platos para apartar la pasta, mamá llegaría de su trabajo. Hoy era el primer día del nuevo trabajo de mamá, estaba interesado en saber cómo le había ido ya que debido a su empleo nos habíamos mudado.

Le habían contratado en uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de la ciudad, yo no entendía mucho respecto a eso pero papá siempre me ha contado de que mamá es una buena abogada, y que de mayor me defenderá de todo lo que me pase si comía todo lo que él cocinaba.

—¡Estoy agotada!— la puerta principal se abrió y mi madre hizo su entrada triunfal. Soltó su maletín y se acercó a papá para darle un beso.

Ew, qué asco, babas con babas...

—¿Cómo está el pequeño gigante de la casa?— pasó por mi lado y me revolvió el cabello.

¡No me gustaba nada esta costumbre que estaban cogiendo, yo no era un perro!

(En todo caso, sería Lobezno)

Le conté cómo había ido mi día y ella nos enseñó fotos de su despacho, el cuál era gigante comparado con el que tenía en Columbus.

—He pensado,—dijo papá— en nuestro antiguo vecindario nos conocíamos entre todos, y siendo sincero no conozco a ninguno de los actuales, podríamos hacer una barbacoa y así conocerlos ¿no?

Se me iluminó la mirada al recordar algo...

¡El chico con el muñeco de Spider-Man! ¡Seguro que pensaba que me había olvidado de él!

Y en cierto modo lo había hecho ya que estaba demasiado concentrado en encajar en la escuela... ¡Pero la buena noticia era que esta noche le conocería!

Me faltaban dedos de las manos para contar lo muy emocionado que estaba, Spider-Man y Iron Man se encontrarían y serían inseparables.

(...)

Había pasado una hora desde que la barbacoa había empezado y no había rastro de él.

Mis nuevos vecinos eran muy mayores; Nancy— la abuelita que tiene más de cuatro gatos, Roberto— el abuelete español que trajo aquel plato tan bueno... ¿Tortilla de patatas?

Todos eran así, por lo que ninguno tenían niños de mi edad, la mayoría de ellos ya iban a la universidad (o estaban a punto) o tenían formada ya una familia (de las cuales ninguna tenía hijos aún).

¿Acaso había sido todo producto de mi imaginación?

Cuando ya me iba a dar por vencido, y empecé a subir las escaleras para dirigirme a mi habitación, escuché el timbre. Paré de subir y le di una mirada a mi padre que me indicó que fuese a abrir. Decaído abrí sin preguntar ni quien era, no quería llevarme más desilusiones, además mañana había colegio, en especial la fiesta de Navidad, quería estar descansado para pasarlo bien.

Sabía que era prácticamente imposible que fuera él, y efectivamente, no era él.

—¡Hola pequeño, sentimos la tardanza!

Un hombre de la edad de mi padre acompañado de una hermosa niña, se adentraron en la casa.

Él—a quien le encontraba un gran parecido con el actor que hacía de Hulk, entabló una conversación con mi padre y la chica se quedó con los brazos cruzados esperando a que terminasen, llevaba un bonito vestido de color violeta y su cabello recogido en dos trenzas.

Es muy guapa, ella puede ser tu Pepper...

—Hola— la saludé en voz baja, agitando mi mano mientras me acercaba.— ¿Cómo te llamas?

La niña esbozó una sonrisa y agachó su cabeza ya que era un poco más alta que yo.— Aww, eres adorable, ¿cómo te llamas tú?

Fruncí el ceño, mamá y papá siempre me habían dicho que no se respondía a una pregunta con otra pregunta, de hecho ayer me habían dado una charla de ello. ¿Acaso mi Pepper estaba siendo maleducada?

—Yo... Yo soy... Un momento, ¿me acabas de llamar adorable? —me crucé de brazos.— Soy heroico y valiente pero no... ¿Adorable? ¡Puaj, tengo casi seis años!

Ella volvió a reírse y susurró algo como "eres igual que ella", lo que no entendí, para después tenderme su mano.

—Eres adorable, créeme, tengo dos años más que tú y sé lo que es ser adorable— dijo con una sonrisa.

La miré confundido, tenía claro que ella iba a ser mi futura Pepper, que nos llevásemos dos años no importaba mucho, seguro que ella me querría igual porque la edad no importa si hay amor, ¿verdad?

Si ni siquiera sabes su nombre...

¡Calla, consciencia! Me acerqué a ella y le tendí mi mano, a modo de presentación.— Soy Liam.

—Encantada, soy Anna.

...

Aquí tenéis el capítulo de ayer, que no pude subir, y en cuestión de minutos tendréis el de hoy :D

FLORENCE -la historia de Flo y LiamWhere stories live. Discover now