Sentimientos ocultos

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El campamento se encontraba a unos cuántos metros, pero luego de matar a enemigos que se encontraban cerca de la zona y de recoger tesoros de los alrededores, pudieron encontrar un camino hacia la mazmorra. Caminaban por ese camino habiendo menos cantidad de enemigos, pero el recorrido era más largo. El clima estaba espléndido y podían sentir la brisa revolviendo su cabello y sus ropas reales. Prompto era el que estaba más entusiasmado de entrar a esta mazmorra, ya que quería fotografiar a toda criatura que pasase por su camino. Fotografió a Noctis, a Ignis, la espalda de Gladio y alguna que otra planta sin intención. Miró fijamente la foto de su mejor amigo con una sonrisa boba en su cara hasta que Noctis (su mejor amigo, obviamente) se percató de eso.

- ¿Qué es lo que tanto miras? - Preguntó intentando ver qué es lo que miraba el rubio para mostrar tal expresión. El otro fue lo bastante rápido para cambiar a la siguiente foto, la cuál por suerte era de un cactilio de una batalla anterior.

- Eh? ...yo nada solo... ¡Veía la foto de este Cactilio! - Se ruborizó e intentó sonar lo más normal para su amigo posible.

- Buena foto. - Dijo Noctis quedando hipnotizado por la pose del cactilio.

- Tehee...- Respondió vagamente Prompto dándole una hermosa sonrisa. Noctis no la devolvió y siguió al frente.

Prompto amaba las fotos de Noctis y eran las únicas que no podía borrar a pesar de que salgan borrosas o en movimiento. Eran sus favoritas y las conservaba con mucho cariño. Sinceramente, siempre quiso a Noctis. Y lo tenía asumido.

¿Para qué negar tales sentimientos si no podía borrarlos?

Desde el momento en que lo vio cuándo eran chicos, se quedó atontado por su belleza, pero no entendía ese nuevo sentimiento. Al pasar los años y ganar su confianza y amistad, le hizo recapacitar y darse cuenta de que no lo quería como un amigo, sino como algo más.

A pesar de tener un sentimiento tan grande y hermoso, era estúpido pensar que podían llegar a ser algo más que una amistad. Noctis era el príncipe de Lucis, deseado por todo ser humano que lo viera sin importar el género por su belleza. ¿Quién no quisiera en todo el reino estar cerca de él? Y más aún tener su amistad y confianza.

Prompto tenía esa suerte y no iba a desperdiciarla confesando unos sentimientos. Quería a su amigo y era por esa razón que tenía miedo, miedo a perder su amistad por sus sentimientos.

Además de eso, Prompto nació en Niflheim. ¿Qué pasaría si la gente se enterara de eso o si Noctis supiera eso? No quería arriesgarse a perder a sus amigos así que prefería guardar silencio y esconder su marca.

Aún faltaría contar que Noctis está comprometido con la dama Lunafreya Nox Fleuret. Una mujer fuerte, decidida y amada por todos. Ellos serían la pareja perfecta y Prompto nunca tendría que estar entre ellos.

Prácticamente, tenía todo en contra, pero él ahí estaba: Acompañando al amor de su vida para entrar a una mazmorra, conseguir una de las armas ancestrales y poder seguir su camino hacia Altissia donde Lunafreya esperaba.

Prompto sabía que sus sentimientos estaban "mal" pero lo único que podía hacer era sonreír y tratar de animar al grupo.

Retomando a la realidad, miró a su amigo seguir el paso y encontrar la entrada para la mazmorra.

Estaba escondida detrás de unas rocas y era una oscura cueva rodeada de arbustos enormes.

- Tal y como dice el mapa. - Dijo Ignis acomodándose los lentes mientras veía cuidadosamente el mapa.

- ¿Listos, chicos? - Preguntó Noc encendiendo la linterna.

- Vamos a hacerlo. - Dijo Gladiolus preparando su arma sobre su hombro.

Siempre a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora