Última

1.8K 159 81
                                    

Prompto abrió poco a poco sus pequeños ojos para descubrir que estaba en una habitación y que ahora mismo estaba viendo el techo de esta en medio de la oscuridad. Pestañeó para luego frotar su par de ojos con su mano más ligera. Sus ojos finalmente se acostumbraron para poder ver algo con un poco más de detalle. Giró su rostro para un lado y divisó una máquina, la cual estaba conectada a él mostrando la frecuencia de sus latidos. Se dio cuenta que en su brazo había distintos pequeños tubos inyectados, los cuales mandaban líquidos transparentes y otros rojos. No tenía idea que contenían, pero los doctores si, suponía él. De manera lenta y un poco torpe, se sentó para dar un mejor vistazo a la habitación. Vio una ventana a su lado y una mesa, la cual tenía la libreta que encontró junto con una silla a su lado. Un armario blanco a los lejos conteniendo quien sabe que cosas medicas también fue vista a lo lejos.

Sus piernas estaban mucho mejor que antes. Pudo moverlas y no las sentía tan pesadas a comparación de los otros lastimosos días. Sonrió al darse cuenta de que su condición estaba mejorando. Rio cuando pudo tocarlas sin sentir ningún dolor.

- ¡No sé qué me inyectaron, pero funcionó! - Dijo sin alzar demasiado la voz. No las sentía tonificadas como solían ser, pero estaba feliz de sentirlas. Estaba agradecido que solo haya caído aquella bestia en sus piernas y no en su cuerpo. Aquel peso habría sido fatal para él y para sus órganos. Posiblemente, ni siquiera hubiese seguido respirando.

Vio una luz y escuchó la puerta abrirse de golpe, llamando rápidamente su atención. Se asombró al ver a su amado Noctis con una lata de gaseosa. Este se veía tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera alzaba la vista. Todo eso cambió al ver a Prompto ya despierto. Noctis soltó el agarre y la lata cayó contra el suelo, retumbando en toda la silenciosa habitación. Se había quedado en medio de la entrada, sin pestañear y sin quitar la mano del picaporte. Su boca había quedado media abierta, parecía como si el tiempo se hubiese detenido un instante dando lugar a su esperado encuentro.

- ¿Noc? - Llamó el rubio afilando la vista debido a la luz que había detrás de su compañero. Noctis aún seguía inmóvil y no dio ninguna respuesta. Esperó unos segundos antes de proseguir. - Jaja ¿Has visto un fantasma? ...-Intentó animar el ambiente, pero no tuvo éxito, Noctis seguía mirándolo como si de verdad se tratase de un fantasma. Prompto pensó por un segundo si había muerto y de verdad era él un fantasma. Llevó su mano a su nuca rascándose vergonzosamente mientras desviaba su ahora tímida mirada. - De cualquier modo...este...Lamento haberte tirado en la cueva, yo...quería que te salves y...-

- Nunca lo vuelvas a hacer. - Sus pobres palabras fueron cortadas por las de Noctis. Prompto levantó la vista sorprendido para encontrarse con el príncipe llorando. Su cara estaba seria, pero caían sus lágrimas, una detrás de otra y sus manos estaban hechas un puño ambos al lado de su cuerpo. - Idiota, yo quería ayudarte. Si me hubiese tenido que quedar ahí hasta el final, lo hubiese hecho. No lo habría dudado. - Dijo sollozando y soltando varios suspiros luego de cada oración. Volvió a retomar sus palabras tratando de recomponerse. - Hubiese peleado hasta el final contigo. Me dejaste de esa manera, sonriendo sin ningún arrepentimiento y sin poder ayudarte y yo...solo...- Trató de secar sus lágrimas y tranquilizarse, pero no pudo. Dio pasos rápidos para acercarse a Prompto y abrazarlo con muchas ganas. - ...Te extrañé. Te extrañé tanto, tonto. -Terminó diciendo con una sonrisa apoyando su cabeza en el hombro del pistolero. Sus silenciosas lágrimas humedecían a Prompto y lo contagiaban de esa tristeza y preocupación.
El entronado esperaba poder verlo despierto todas las noches, poder escuchar otra vez su voz y ver sus brillantes ojos claros. Durante la noche, pensaba en cómo decirle a Prompto sus sentimientos sin que el los tergiverse ni se sienta herido. Soñaba a veces que Prompto se despertaba. El sueño era tan real que Noctis dudaba si ocurrió o no, haciendo que se levante y vaya hasta el cuarto del rubio. Salía decepcionado siempre. Pero hoy era diferente, por fin había despertado disipando su peor miedo: Que Prompto nunca despierte. Ese miedo le atacaba a su consciencia más seguido mientras más decepciones llevaba. Ver que Prompto no despertaba junto con su ansiedad, su miedo y la presión que tuvo por la carta hacían que estos días hayan sido unos de los peores de su vida. Pero ese día, aquél en el que Prompto despertaba y por fin se reencontraban felizmente, que parecía tan lejano por fin llegó.

Siempre a tu ladoWhere stories live. Discover now