Caída

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- ¡PROMPTO! – Gritaron los dos adultos hechos y derechos desde su segura posición. Ignis no pudo esperar y quedarse sin hacer nada, así que por el mismo camino que vinieron
fue corriendo, pensando que podría hacer él estando en su posición. Sin embargo, mucha ayuda no podría dar ya que, aunque esté dispuesto a ayudar en todo lo posible a sus amigos, no pudo evitar esta catástrofe y no pudo evitar que Noctis junto con Prompto cayeran por ese abismo. Para colmo, aún seguían cayendo rocas por todo ese espacio.

- Iggy! - Gritó Gladio yendo a buscarlo ya que, sin duda, era peligrosa su impulsiva acción. El referido no le hizo caso, pero frenó tapándose con su brazo el rostro. Las últimas rocas en caer habían producido un claro polvo como consecuencia de sus choques. Estaba demasiado cerca y era peligroso que le entre en los ojos. Cuando volvió a ver el lugar, el frente de él estaba repleto de enormes rocas cuyos tamaños podrían efectivamente tapar todos los agujeros. Afortunadamente, el camino de vuelta se haría más cómodo. Al estar todas esas rocas, podía ser posible escalarlas y cruzar sin mucha necesidad de tener un buen equilibrio y estar en riesgo mayor.

- Ambos cayeron...- Ignis susurró preocupado. - Deberíamos buscar la forma de ayudarlos o, mejor dicho, encontrarlos. No sabemos qué clases de criatura se encontrarán allí abajo...


Prompto desde que saltó intentó llegar a Noctis mientras caían. La roca que golpeó al príncipe se había adelantado, por lo que ellos seguían arriba de la roca descendiendo. Finalmente, Prompto pudo alcanzar en el aire el cuerpo de un inconsciente Noctis. Rápidamente, pensó en cómo caer. Sabía que no podría cargarlo entre sus brazos y caer parado debido a su ineficiente posición, el escaso tiempo y el peso de Noctis. Lo tomó con mucha fuerza y lo posiciono encima de él aun cayendo, cosa que cuando choquen contra el suelo sea el cuerpo de Prompto el que reciba el impacto y no el del príncipe. Cerró muy fuerte los ojos preparándose para el golpe.

- ¡Yo te cubro! - Pensó abrazando aún más fuerte a Noctis para darse fuerzas a él mismo, sabiendo que esto le podía costar la vida, pero sabía que su amigo estaría a salvo.

Finalmente, el dolor llegó. Prompto sintió como su espalda chocaba violentamente contra las amontonadas rocas que habían caído antes que ellos. Lo que más le dolió fueron los desniveles que había entre estas y las partes puntiagudas que se clavaron contra sus costillas. Gritó con mucho dolor y sus dientes superiores chocaron con fuerza sobre los inferiores. Su cabeza chocó contra la roca, pero no sufrió por suerte daño grave. Un gusto a sangre se estaba sintiendo en su boca que empezó a correr por sus labios hasta derramarse. En esos segundos, aflojo su agarre con el cuerpo de Noctis. Como consecuencia de sus pesos y el choque entre estos, el cuerpo del pelinegro rebotó y cayó a un costado de las rocas con menos fuerza mientras Prompto seguía adolorido. Prompto se tiró al lado de su amigo justo a tiempo antes que una roca más grande lo aplastase, la cual cayó después de ellos al rato y la cual lo habría matado sin duda alguna. Se quedó plasmado ante esta situación. Si se hubiese quedado un segundo más, hubiese muerto al instante. Si tan solo se hubiese demorado, hubiese muerto aplastado. Sacudió su rostro para volver a la realidad y fue en busca del cuerpo de Noctis. Cada respiro que hacía sentía como sus propios pulmones acuchillaban su pecho. Cada minúsculo movimiento, le exigía soportar un inmenso dolor físico. Arrastrándose, se sentó a su lado para darse un respiro. Escupió la sangre acumulada en su boca y acercó su rostro contra el pecho de su amigo. Sintió sus pulmones. Una pequeña lágrima se avistó desde su ojo izquierdo. Representaba la felicidad de saber que su amigo seguía vivo. Rio un poco para luego desplomarse del cansancio y dolor que aún sentía. Poco a poco, sus ojos se cerraban mientras el nombre de su compañero se repetía en su mente.

Luego de estar sumido en una profunda oscuridad, Noctis despertó. No podía ver nada, solo oscuridad. Su linterna se había estropeado por lo que se sentó despacio aún sin saber qué ocurría. Su cabeza le estaba matando al igual que su cervical. Intentó tocarlas, pero ambas al tacto daban un agudo dolor el cual hacía que la anterior acción no se atreva a ocurrir otra vez.

Siempre a tu ladoWhere stories live. Discover now