Postrimería

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Noctis tuvo que llevar su mano bruscamente hasta su boca, evitando que la poca comida que comió en el día salga disparando. Pudo sentir el dulce gusto de aquella mezcla para luego volverla a tragar con dificultad. Su garganta dolía y no solamente por lo ocurrido. Había comenzado a transpirar muy rápido a pesar de que el ambiente seguía tan tranquilo como lo era siempre. Un largo suspiro salió de sus pulmones con la relajación de su cuerpo en la silla. Noctis estaba perplejo, confundido, desconcertado, perdido en su mente. Se había quedado así alrededor de 3 minutos mirando absolutamente a la nada, releyendo en su mente los hechos más importantes que la carta había dejado. Algunas veces, volvía a leer partes del testamento de Prompto, dudando si su vista o cansancio le habían jugado en contra junto con la ansiedad. Al releer la más minuciosamente, quedaba más confundido que al comienzo. Los sentimientos y los pensamientos se le mezclaban, dificultando la distinción de estos. Quería reír, pero también llorar y gritar por todo. No le gustaba estar así. No era tan fuerte para soportar tantos hechos que dejó una sola y simple carta. Pensó en todo de golpe, logrando así más frustración en su mente y cuerpo. Chasqueó la lengua mientras estaba rascándose el cabello para después morder sus uñas. Sabía que cuando iría a la cama, su mente daría 1000 vueltas en todos estos temas y no podría dormir como lo hacía la mayoría de las veces.

- ¿De Niflheim? - Susurró mirando el delicado rostro de Prompto, el cual lucía pálido y relajado en la posición que se encontraba descansando. Se acercó cuidadosamente para acariciarlo con su mano. - ¿Que haré contigo, Prompto? - Preguntó volviendo a su anterior posición. Su mano tembló y su boca era como un desierto. Su mano libre tomó a la otra para intentar tranquilizarla tocándose suavemente entre ellas. - Tengo mucho que pensar y reflexionar.

En los siguientes días, mientras Prompto seguía recuperándose, Noctis trabaja duramente en su cabeza para acomodar las cosas. El intento de suicidio de Prompto y lo que este vivió allí fueron unos de los temas que vagaban en su delicada conciencia. Sabía que su amigo estaba recuperándose y estaban todos esperando su despertar. Sin duda, le dolía imaginar la secuencia y el dolor que pasó, pero eso había quedado en el pasado. Prompto desconocía el escape de Noctis en aquél entonces.

Los sentimientos de Prompto fueron los que aún persistían en su mente. Por esa razón, Noctis salía a caminar más seguido. Se quedaba más tiempo concentrado, o más bien en las nubes para sus amigos. Ignis intentaba hablarle o sacar un tema de conversación para saber que ocurría en la mente del joven príncipe. "No me pasa nada" eran las palabras que escuchó diariamente, conociendo que su significado no deparaba nada bueno. Decir que conocía a Noctis como la palma de su mano era la mínima comparación de su relación con él. Cuando el príncipe pronunciaba aquellas palabras, algo andaba mal. Algo rondaba en la cabeza el contrario, siendo esto confirmado por su distante actitud y su mirada perdida en la comida. Los dos mayores habían intentado hacer que Noctis contara qué le pasaba. ¿Estaba relacionado con Prompto? Obviamente. Con tan solo pronunciar ese nombre enfrente del pelinegro, se lograba tensar su cuerpo mucho más rápido que cualquier otra batalla que hubiesen presenciado, haciendo que este tome una posición a la defensiva en cuanto a diálogo era.

La gota que derramó el vaso ocurrió en esos días a la hora del almuerzo. Gladio estaba cansado de la actitud de su amigo. No le gustaba que ignorasen sus palabras y que Noctis ni siquiera lo vea a los ojos para contestar. Había intentado animarle, pero no tuvo éxito. Su intento fallido se sumaba a una gran lista de intentos, siendo Ignis su compañero. Decidido y con violencia, se paró y se dirigió hasta su desanimado amigo, tomándolo a este de la camisa obligándolo a que sus ojos choquen miradas.

- ¡¿SE PUEDE SABER QUE MIERDA TE PASA?! - Exclamó Gladio sacudiéndolo. Ignis quería intervenir, pero no quería admitir que su preocupación por la actitud de Noctis le ganó.

- No es asunto tuyo. - Respondió calmado el príncipe.

- ¿Que dices? - Susurró a regañadientes el escudero. - ¿...Asunto mío? - Dijo silenciosamente. - Hijo de puta...NOSOTROS QUEREMOS AYUDARTE, IMBÉCIL. - Alzó la voz, claramente molesto por su indiferencia. - TÚ NO SABES COMO IGNIS Y YO ESTUVIMOS PREOCUPADOS ESTOS DÍAS. HAS ESTADO IGNORANDONOS.

- ...

- ¿¡Cuál es tu maldito problema?! - Preguntó Gladio viendo que no había una respuesta. Noctis abrió su boca, pero al segundo mordió su labio inferior, logrando que este casi sangre de la intensidad con la que se lo mordió. Su mano se volvió un puño conteniendo la ira. Todos habían visto su reacción, sintiendo una presión en sus pechos. Rápidamente todos callaron, sabiendo que este sería el momento - DILO. - Exigió Gladio frunciendo el ceño.

- Prompto...Él...escribió una carta...- Habló finalmente arrastrando cada palabra. Su mirada estaba sumamente perdida en el suelo. - Él escribió muchas cosas y yo...no sé qué hacer. No sé qué pensar. - Silenció durante unos pocos segundos mas Gladio mantenía firmemente su agarre no estando del todo conforme con la respuesta. - C-Creo que ya es hora de contarlo. - Alzó al final su rostro chocando mirada con Gladio, el cual lucía confundido e impaciente. A diferencia de Gladio, Noctis estaba tranquilo y triste. Ignis reconocía muy bien aquella mirada y aquella forzosa sonrisa queriendo transmitir una falsa seguridad. Gladio lentamente soltó su agarre. - Sentémonos...les contaré todo. Ya no quiero seguir lidiando con esto, no yo solo. Simplemente, escuchen. ¿Pueden?

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