32

796 40 18
                                    

–¿Dormiste bien?– me preguntó Shawn apenas abrí un ojo.

Anoche me quedé a dormir en la casa de los chicos y como se habrán dado cuenta, dormí con Shawn, pero sólo dormimos.

–Bien– respondí somnolienta– ¿y vos?

–Excelente porque dormí contigo.

Dios mío, lo amo.

–Eres muy tierno– sonreí sin mostrar mis dientes y abracé su torso desnudo.

–Ya lo se– besó mi frente– pero no más que vos.

En serio, lo amo.

–¡Buenos días, tortolitos!– nos interrumpió Matt abriendo de golpe la puerta– ¡A levantarse que hay muchas cosas por hacer!

–¿Cómo cuales?– cuestioné.

–Hacernos el desayuno, por ejemplo– contestó.

–No les voy a hacer el desayuno– fruncí el ceño– ustedes son grandes, ¡háganselo solos!

–¡Cierto!– concordó Shawn conmigo.

–¡Callate Shawn! Seguro que Juliana te hará el desayuno– me señaló– por favor Juli, hazme por lo menos a mí el desayuno– puso unos ojitos de perro mojado.

–Dame una razón– me senté en forma de indiecito sobre la cama.

–Porque yo los volví a unir– sonrió con superficialidad.

–¿Vos?– dije apunto de reír.

¿Él? ¿Volver a unirnos?

–Es cierto lo que dice Matt– dijo Shawn– yo le pedí ayuda. Vos ni caso me hacías y así nunca podía pedirte perdón.

–¿O sea eso que vos supuestamente apareciste de la nada para ayudarme en realidad no era de la nada?

–Algo así– se rascó la nuca, nervioso– vos tenías que venir a la casa, después junto a Matt vendrías a su pieza y yo estaría ahí esperando para aclararte las cosas y pedirte perdón, pero luego pasó lo de tu vomito, fui a ayudarte y ya sabes lo que pasó.

–¿Tenías un plan para pedirme perdón?– lo miré a los ojos.

–Así es, no estás enoja, ¿verdad?

–Claro que no– me tiré sobre él– en realidad es muy tierno– le di un piquito en sus labios pero Shawn agarró mi nuca y unió nuestros labios.

–Así me gusta más– dijo cuando rompimos el beso.

–Eso no hacen los amigos– puse los ojos en blanco y él rió.

–¿Quién dice que somos amigos?

–¡Yo te dije que lo éramos!

–¿Éramos? O sea que ahora ya no más– habló pícaro.

–Somos amigos– corregí.

Me acosté sobre su torso y escondí mi cabeza en su cuello.

–Pero, ¿te gustó que beso?

–Sí– susurré cerca de su piel haciendo que esta se erice. Dejé un pequeño beso y cerré los ojos.

–Te quiero– dijo él y puso sus manos alrededor de mi cintura.

–Yo también– contesté con los ojos cerrados y una sonrisa.

Nos quedamos un rato más así, yo con mi cabeza entre su cuello y él con sus manos alrededor de mi cintura haciéndome garabatos con sus dedos.

Un Golpe Inesperado (Shawn Mendes) Where stories live. Discover now