Capítulo 34.

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POV NARRADOR

Recogiendo del suelo, la única prenda que había logrado quitarse, corrió hacia el auto de su novia quien se encontraba ajustando su chaqueta mientras maldecía en voz alta a todo lo que veía. Su noche se había arruinado, no podrían completar lo que habían empezado por una llamada de un molesto Mike, pidiendo a gritos que su hija regresara a casa.
Era lógico que ambas estuvieran de mal humor en ese momento, una por los seguros problemas que tendría y la otra por no poder tocar a su novia como quería.
-antes me abrías la puerta para que suba-reclamo una irritada Lauren, subiendo al auto.
La más alta rodo los ojos y adentrándose al auto, respondió.
-supongo que tienes manos para hacerlo tú misma-su respuesta molesto de sobre manera a la pequeña, quien comenzó a patear el auto-. ¡Hey, no hagas eso!-regaño la ojimarron sin apartar la vista de la carretera.
-eres una estúpida, no sé qué hago contigo, no debí volver contigo.
Camila prefirió quedarse callada, pero eso no impidió que sus manos apretaran fuertemente su agarre al volante. Después de un rato, en el que ambas estuvieron en total silencio, la más alta decidió romperlo, ya más calmada y sin muestra de molestia comenzó a reír.
-¿Qué es tan gracioso?-pregunto la más pequeña con un tono frio, evidentemente enojada.
-tu rostro, me encanta como frunces el ceño y la manera en la que tu nariz se mantiene arrugada. Me das una gran ternura que siento ganas de estacionar el auto y comerte a besos.
La más alta se cruza de brazos mirando hacia la ventana, pero sonriendo a escondidas, le ha gustado lo que escucho y si así sería su novia de ahora en adelante, definitivamente le gustaba. Negando lentamente con la cabeza, volvió su vista al frente de nuevo tratando de poner cara de molesta. No sería tan fácil para Camila.
-vamos, nena, quita esa trompita, que tus labios me tientan.
Zapateando y escondiendo su rostro entre sus manos, un sonrojo inundo todo su rostro. No podía estar enojada con Camila, no cuando era tan linda.
El resto del camino estuvieron hablando, hubo un momento en el que Lauren casi se ahoga de tanto reír, estaba tan bien con su novia, que incluso se olvidó de la llamada de su casa, y de todo lo que le esperaba.
Entraron tomadas de la mano, mas sonrientes que nunca pues se sentían en paz consigo mismas y satisfechas con su relación. Estaban en aquel punto en el que, nada en el mundo es más importante que aquella persona, esa que logra estremecerte con una mirada, aquella que se vuelve el oxígeno necesario para seguir respirando, tu lugar seguro, tu cajita de emociones, aquella persona que puede destruirte, pero nada más que ella puede construirte, esa persona que te hace perder la razón, con la que te sientes más vivo que nunca. Se encontraban en ese punto, en el que las dos, tenían a su lugar seguro de su lado.
En silencio tomaron asiento en el sofá, esperando lo inevitable, posiblemente el regaño más fuerte que la ojiverde recibiría. Pero en cuanto Mike salió de la cocina, demostró que tan enojado estaba y cuáles eran sus verdaderas intenciones con la relación de las jóvenes.
-vaya, hasta que te dignas en aparecer. ¿Te has dado cuenta de la hora que es? ¿Te diste cuenta de la hora que era cuando cruzaste esa puerta?-dijo señalando la entrada de la casa, Lauren se mantuvo en calma, tratando de no alterarse y sobre todo de no ponerse a llorar. Pues no estaba acostumbrada a los regaños de su padre.
Camila, al ver que Lauren no podía pronunciar palabras, decidió que todo cayera sobre sus hombros, al fin y al cabo, había sido su culpa el que su novia se escapara de casa.
-lo siento, fue mi culpa, le prometo que no volverá a suceder…
-¡claro que fue tu culpa!-grito interrumpiendo a Camila, quien ni siquiera se inmuto-. Fue tu culpa que Lauren se escapara de la escuela, fue tu culpa que Lauren llorara cada noche en su habitación, fue tu culpa que me hablaran de la escuela, diciéndome que mi hija, ¡estaba con las hormonas alteradas!, fue tu culpa que mi hija, se escapara de su propia casa, a altas horas de la madrugada, ¡todo fue tu maldita culpa!-grito mientras tomaba a su hija y la alejaba de la chica de ojos chocolates, quien totalmente seria, se mantenía con la compostura correcta y trataba de no estampar a su suegro contra la pared-. Y claro que no volverá a suceder, de eso me encargare yo. A partir de hoy, quiero que olvides que mi hija existe, no te vuelvas a acercar a ella, no vas a llevarla por el mal camino. Ella es una buena chica, alguien que vale la pena, no una desviada como tú. Y si me entero que la estas molestando…
-¡basta padre! No fue su culpa, yo salí porque quise, ella nunca me lo pidió. Y más te vale que no le hables así a mi novia, porque eso es lo que es y te guste o no, no dejara de serlo. No me importa lo que pienses, no voy a tomar en cuenta tu opinión, Camila es lo mejor que me ha pasado y es quien me ha demostrado quien soy en realidad. No trates de quitarme lo único bueno y valioso que tengo porque no te lo voy a permitir…
-¡esta no eres tú!-dejando a Camila en el olvido, sacudió a su hija por los hombros, tratando de según él, hacerla reflexionar. Como si sacudirla ayudara en algo-. Esta no es mi pequeña, mi niña no se escapa, mi nena no se mete en problemas, mi princesa obedece las ordenes que sus padres, siempre es la chica correcta…
-e insignificante-añadió la ojiverde con una sonrisa ladina y lágrimas asomándose, a punto de caer por toda la longitud de sus mejillas-. ¿Esa es tu hija? la callada, la que vive con miedo de dar su opinión, la que nunca es escuchada, la que no puede escoger por ella misma ni siquiera como vestirse, la que no tiene amigos, la ignorada, la rara que a nadie le importa, la que no puede valerse de sí misma ni tomar sus propias decisiones, la mujer débil incapaz de enfrentar al mundo, la que no puede lograr nada por ella misma. ¿Eso es todo lo que puedo ser? ¿La sombra de mis padres? Pues no papá-Mike trato de contestar pero Lauren lo alzo levantando una mano en señal de alto-. Soy esta, que se siente segura de su cuerpo, que no tiene miedo de enseñarse al mundo como realmente es, soy esta que no se deja manipular por nadie, soy quien ya no marcha al paso de sus padre, soy alguien que elige lo que lo que quiere y lo que más le conviene. Yo creo mi propia vida, mi propio destino, mi propia historia y no quiero una historia en la que tengo que vivir siempre cumpliéndose todos sus caprichos. Soy esta que se enamoró de una chica, porque me gusta esa chica, porque la amo y no importa lo que hagas no me vas a separar de ella. Y si no me quieres apoyar, está bien, respeto tu opinión, al fin y al cabo, no te necesito.
Con un nudo en la garganta y ganas de pedir perdón por sus palabras, aquel hombre moría de ganas de abrazar a su hija. Y justo cuando pensaba hacerlo, una voz retumbo desde las escaleras, avisándoles a todos que esto solo empeoraría.
-¿y lo que eres es una maldita lesbiana?-Clara se encontraba bajando las escaleras con lentitud, con una sonrisa ladina en el rostro, pensando en sus próximas palabras. Pues no estaba dispuesta a tener una hija lesbiana-. ¿Eso eres? ¿Un bicho raro sin capacidad de pensamiento que les da asco a las personas? ¿Alguien con poca información en el cerebro? ¿Una estúpida que no piensa antes de hablar?
La mujer tenía una ceja arqueada y una sonrisa burlona en el rostro, pues al parecer, o mejor dicho, a su parecer, había ganado la pelea.
Que equivocada estaba.
Lauren reventó en carcajadas, ganándose una mirada de sorpresa de todos los presentes, miro a su madre sin una pizca de miedo, aquel día, se sentía más valiente que nunca.
-no, Clara, eso es exactamente lo que tú eres.
Extendió la mano a su sorprendida novia, quien, muy orgullosa de su novia, la tomo al instante.
-¡debes tenerle más respeto a tus padres!-gruño la mujer ofendida.
-no pienso seguir aquí, con su permiso.
Con una sonrisa en el rostro, se encamino hacia la puerta con su novia tomada de su mano, mientras le hacía pequeñas caricias, demostrándole que había hecho bien.
-¡Lauren, no te atrevas a salir!
La pequeña negó divertida con la cabeza, mientras la puerta se abría.
-muy tarde, madre, ya lo hice.
Y las puertas se cerraron a sus espaldas, mientras caminaba hacia el auto de su novia, quien esta vez, si le abrió la puerta para que subiera.
Después de andar por la ciudad, sin un rumbo fijo y en total silencio, Lauren pronunció las palabras que la más pequeña tanto añoraba escuchar.
-Camila-llamo a su novia mientras jugaba nerviosamente con sus dedos.
-¿mjhm?-respondió la más concentrada en la carretera.
-te amo…
Y en ese momento sufrió el susto más grande en toda su corta vida, pues Camila había perdido el control del auto y estuvieron a punto de estamparse contra otro coche. Una vez estacionadas, Camila desabrocho su cinturón de seguridad para estirarse a darle un beso a su pequeña, su novia. Quien con una sonrisa en el rostro, volvió a hablar.
-la próxima te lo diré en una situación donde no puedas matarnos.

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Historia original de Lilu_MJ

"Mommy and Kitten" - CamrenWhere stories live. Discover now