Capítulo 12

293 19 3
                                    

Nos reunimos en la sala del hotel y Patrick le dijo:

—Buscadora, hemos decidido abandonar la búsqueda del alma llamada Wanderer.

Ella los mira con evidente desprecio y, aunque parece molesta, no les responde. Entonces, Luis interviene:

—Creemos que sería más prudente retomar nuestras rutas habituales y volver a la búsqueda de humanos, en lugar de enfocarnos en esta alma que, probablemente, ya está muerta.

Ella se endereza en su asiento, cruza los brazos y pregunta con severidad:

—¿Algo más?

Los mira seria y es patente su disgusto.

El otro buscador, el rubio que acompañaba a Luis y Sharon, se acerca y nos informa:

—Lo siento, pero necesito regresar a casa y ellos me han apoyado en eso.

Yo me mantengo en silencio, recostada contra el muro con los ojos cerrados, luchando internamente con Barbará. Escucho la discusión, pero elijo ignorarla; en ese momento, escucho que Sharon me llama.

—Esperanza, ¿compartes su opinión?

Abro los ojos y me acerco antes de responder:

—No, Buscadora Sharon. Creo que debo permanecer en esta ciudad; algo me dice que mi lugar está aquí.

<<Sí, fui yo quien te lo dijo>> me informa Barbará burlonamente en mi mente.

<<Shh, cállate, necesito concentrarme>> le respondo, empujándola hacia un rincón de mi mente.

Sharon sonríe, vuelve a mirar a los tres buscadores, y les dice:

—Muy bien, hagan lo que piensen que deben. Esperanza y yo seremos suficientes para llevar a cabo esta misión.

Los otros buscadores quedan sorprendidos por la actitud de Sharon y, captando su desconcierto, aprovecho para decir:

—Bueno, ya que todo está decidido, preferiría no ser molestada por el resto del día. Me retiraré a mi habitación y deseo no tener interrupciones.

Les doy la espalda y me dirijo a mi cuarto. Por suerte, nadie más se acerca y logro disfrutar de la mejor tarde desde mi llegada. Sin embargo, hacia las 7 de la noche, escucho que tocan a mi puerta.

—¿Esperanza, estás despierta? —es Luis y, al no obtener respuesta, se disculpa—: Perdón por la interrupción, pero necesito hablar contigo sobre algo importante.

Yacía acostada, meditando sobre qué hacer para encontrar a Wanderer, mientras Barbará bullía con ideas absurdas para acercarnos a ella. Abro los ojos y lo invito a pasar.

La puerta se abre chirriando, como si llevara años sin mantenimiento. Luis entra cautelosamente. Me siento en la cama y lo animo con una sonrisa, noto que algo lo preocupa.

Él toma asiento en un sofá en la esquina izquierda de la habitación, baja la mirada y, de forma titubeante, comenta:

—¿Recuerdas nuestra última conversación en tu casa? —pregunta, algo avergonzado.

—Claro, ¿cómo podría olvidarlo?

—Pues... creo que el dueño original de este cuerpo está despertando. He intentado suprimirlo, pero no puedo.

<<¡Maldito! ¿Cómo te atreves?>> exclama Barbará, colérica hasta el punto de casi escapar a través de mis labios.

Me concentro para calmarla y le señalo a Luis que tome asiento más cómodamente, mientras me pregunta con voz preocupante.

—¿Cómo está despertando? ¿Oyes su voz en tu cabeza u ocurre algo más?

—Al inicio eran susurros. Pero desde hace una semana está mucho más presente. Necesito esforzarme para controlarlo y relegarlo al fondo de mi mente —me explica, y acto seguido se golpea la cabeza frustrado.

<<Idiota, en lugar de convivir con él, lo estás encerrando>> piensa Barbará, furiosa.

Intento calmarla con empatía:

<<Mira cuánto sufre Luis, ¿no sientes pena por su conflicto interno?>>

<<Tienes razón; por ello, debes ayudarlo, y sabes cómo>> me insta Barbará con firmeza.

Aun así, replico:

<<No podemos arriesgarnos a exponernos, Barbará. Correríamos un gran peligro si procedo así>>.

<<Pero debes compadecerte del hombre encerrado en él. Tú sabes qué hacer>>, insiste ella.

Trato de cambiar el enfoque de la conversación hacia algo más constructivo mientras consuelo a Luis, quien se muestra visiblemente abatido. Mientras hablamos, apoyo mi mano en su hombro y una chispa eléctrica recorre nuestro contacto, mucho más intensa que antes. Retiro la mano y me mira, asustado y confuso.

—¿Qué ha sido eso? Al último contacto ocurrió lo mismo —dice, sorprendido.

Miro mi mano ahora oculta y respondo con sutileza para no alarmarlo:

—¿Eso? No sentí nada extraño... —improviso.

—Es como una oleada fuerte. Incluso mi dolor de cabeza ha desaparecido. Es como si...

De repente, se levanta, me toma de los hombros y me empuja con fuerza contra la pared. Me duele, y le exijo:

—¡Eso dolió, Luis! ¡Suéltame!

Al instante, me libera solo para ir a cerrar la puerta con llave. Regresa y me observa fijamente a los ojos, como intentando descifrar un enigma sin palabras.

Un Alma Especial (basado en The Host)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang