Capítulo 15

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—Después, cuando Esperanza intentó acercarse nuevamente, volví a gritar: "¡Váyanse rápido!" y señalé la puerta trasera de la cabaña —recuerda Bárbara con una nota de humor en su voz al rememorar ese momento.

—Vaya, eso sí que pasó, eres muy valiente —Luis comenta con admiración sincera.

—Simplemente no podía seguir tolerando verla actuar de esa manera, tan horriblemente cruel y despiadada, sin rastro de compasión por las personas a su alrededor. Todo lo que quería era capturar y eliminar humanos —explica Bárbara, la cabeza gacha por el peso del recuerdo.

—¿Y qué pasó luego con Esperanza?

—Ella estaba más confundida que yo. Después de que las mujeres se fueron, algunos buscadores se presentaron, pero Esperanza no dijo una palabra. Se quedó allí, atónita, sin poder creer cómo había hablado a través de ella —continúa Bárbara, quien entonces se levanta de la cama.

—¿Adónde vas? Por favor, sigue contando, no me dejes con la historia a medias —Luis prácticamente suplica mientras Bárbara camina hacia el baño.

—Solo necesito un poco de agua, espera un momento —dice desde el umbral.

<<Creo que ha sido suficiente, puedo seguir yo con lo que queda de la historia, Bárbara>>, le propongo mientras nuestras miradas se encuentran en el espejo.

<<¿Estás segura? Aún queda la parte más difícil>>, cuestiona con preocupación.

<<Sí, puedo manejarlo>>.

<<Casi no me dejas salir últimamente>>, me reprocha con un dejo de tristeza.

<<Recuerda nuestro plan, si sale bien tendrás mucho más tiempo libre para ti>>, le aseguro, recordándole su propia idea, ingeniosa pero temeraria.

Bárbara regresa del baño y, después de que intercambiamos de nuevo posiciones, digo: —Perdona si Bárbara dijo algo extraño; a veces puede ser un poco infantil.

<<Eh, no hables así de mí. ¿Qué va a pensar Luis?>> me chista con una risa entre dientes.

<<No he mentido, ¿por qué te molestas?>> le respondo juguetona y noto que Luis me observa con curiosidad renovada.

—Esperanza, ¿eres tú? Tus ojos tienen de nuevo ese singular brillo plateado con matices grises —comenta Luis, mirándome expectante.

Sonrío levemente y respondo: —Sí, soy yo. ¿Quieres que siga con la historia?

—Por supuesto, es impresionante. Destápame qué pasó después de que Bárbara te desafió.

—Ella se empeñaba tanto en su negativa que me vi obligada a dejar de buscar humanos. Era una contradicción viviente para mí. ¿Recuerdas aquel informe de una buscadora que se tomó vacaciones? —le pregunto con una sonrisa cómplice.

—Claro, todo el mundo pensaba que te habías vuelto loca —dice con una chispa de humor.

—Esa buscadora era yo. Me fui al rincón más remoto que pude encontrar y en esa soledad Bárbara me salvó la vida. Desde aquel momento supe que no teníamos derecho a arrebatarles la libertad a los humanos —le explico mientras cojo el vaso de agua.

—Nunca imaginé que pudiéramos compartir nuestras vidas con los habitantes originales de este planeta —reflexiona Luis, dirigiéndome otra mirada comprensiva.

<<Son almas como la tuya las que nos impulsan a cambiar>>, le confieso internamente a Bárbara, quien se emociona ante mi reconocimiento.

—Este mundo es único. No he vivido mucho tiempo, pero este lugar... y compartirlo con Bárbara me ha abierto los ojos a la belleza que nos rodea —digo sinceramente mientras me estiro fugazmente.

—¿Y qué ocurrió con la madre de Bárbara, o su padre? —pregunta Luis, y noto cómo Bárbara se sobresalta ligeramente.

—La primera vez que desperté en este mundo, Bárbara era casi inexistente. Creí que la había suprimido por completo y aprendí sobre los humanos a través de sus recuerdos, especialmente de las guerras que había presenciado debido a su padre —relato con pesar y continúo—: Fue eso lo que me empujó a convertirme en buscadora. Al ponerme este uniforme, lo primero que hice fue ir en busca de la madre de Bárbara, pero...

Mi voz decae mientras evoco aquel triste episodio.

—¿Qué ocurrió? ¿Fue capturada? ¿Murió?

—Nada de eso. Cuando llegué a lo que había sido su hogar, me encontré con una escena desoladora en uno de los barrios más abandonados y sombríos, un lugar que se suponía había sido "limpiado". Era la última casa, en ruinas.

<<No quiero seguir recordando eso>>, me implora Bárbara, al borde del llanto.

<<Lo siento, Bárbara, tú querías que le contara>>, le respondo.

—Debe de haber sido muy duro para ti —dice Luis, su voz rebosante de simpatía.

—La casa estaba vacía y en ella encontré únicamente una carta dejada por su madre —continúo, trayendo a la memoria las palabras exactas del mensaje.—¿Qué decía la carta? —Luis está ansioso por saber más.

Un Alma Especial (basado en The Host)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora