Capítulo 6: El inicio del nuevo destino.

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  -¿ Podrías dejarme unos minutos a solas? -Preguntó Jason a la vez que se separaba de Elliot.

-Claro, por supuesto.- Se dirigió hacia la puerta.- Estaré abajo, por si necesitas algo.

-Bien...-Cerró los ojos, con serenidad. Parecía estar buscando la paz interna que se le había perdido.

Elliot cerró la puerta con un leve chasquido y bajó las escaleras pausadamente. Miraba las fotografías que había colocadas en las paredes con parsimonia. En una de ellas, se encontraba Loretta, abrazando a un pequeño bebé con pocos meses de vida. Admiró la belleza de la mujer, sin duda podría ser la envidia de muchísimas otras. Otra de las fotos reflejaba a un Michael tan sonriente y alegre como cualquier otro niño. Tenía una guitarra eléctrica colgada del hombro y un premio dorado en la otra mano. La última de las fotos en las que se fijó era de Jason, que estaba sentado en un pequeño y destartalado barco de pesca. A su lado había otro hombre, al cual no conocía, pero ambos sujetaban un gran ejemplar que probablemente habrían pescado entre los dos.

Sonrió, pero con tristeza. Michael y Jason habían perdido todo lo que habían tenido, al igual que él. En el fondo, no eran tan diferentes. Todos habían perdido lo que más amaban en el mundo.

Al pisar el último peldaño, pasó por la habitación de Michael, la puerta estaba entreabierta y tenía la música puesta, no demasiado alta, por si los caminantes los oían, pero si lo suficiente como para poder disfrutar de cada acorde. Pudo reconocer a uno de sus grupos favoritos, "Three Days Grace". También reconoció una de las canciones que más le gustaban, "Lost in you". Sintió la necesidad de seguir oyéndola, así que se quedó apoyado en el marco de la puerta. Cuando Michael reparó en su presencia, bajó un poco el volumen.

-¿Me estás espiando, blanquito? -Preguntó, alzando una ceja, pero parecía divertido.

-Oh, no, no....-Alzó ambas manos, como si le estuviesen apuntando con un arma.- Es sólo que esta canción es de mis favoritas.

-¿Conoces al grupo? -Eso si que lo sorprendió.

-¿A Three Days Grace? ¿Bromeas? Faltaría más.

-Ven, ven y escuchemos juntos. -Michael lo miró con una gran sonrisa en sus carnosos y oscuros labios. Elliot aceptó la invitación y se sentó en el filo de la cama, junto a su acompañante.

-Cierra los ojos y deja que la melodía dance entre nosotros.- Alzó las manos, con los ojos cerrados. A Elliot le pareció divertido, pero no sabía bien qué hacer, así que obedeció, imitándole.- Aún queda un minuto y trece segundos de canción.

La voz del cantante, Adam Gontier, llenó la habitación. Al acabarla, Michael apagó inmediatamente su reproductor de música. A Elliot le surgieron varias preguntas sobre aquello.

-¿Aquí hay electricidad...? -fue lo primero que preguntó.- Creí que...

-No, no hay. Pero yo tengo un pequeño truco con el que poder disfrutar de la música dos veces al día. Escucho una sola canción cuando me despierto y otra cuando me acuesto, aunque parezca una tontería, ayuda con el ánimo. Después, apago por completo el reproductor, así la bateria dura mucho más.

-Bien pensado. -Se colocó el dedo índice sobre la frente, con una sonrisa cómplice.- Ojalá tuviese mi música...

-¿Qué tipo de música escuchas? -Le interesaba lo que pudiese responder, ya que cada vez le estaba cayendo mejor.

-Rock, heavy, punk...-Citó, pensativo.

-No me jodas...-Se cruzó de piernas y se inclinó un poco hacia delante. Parecía realmente complacido, quizá satisfecho. -¡Igual que a mi! ¿Cuáles son tus grupos favoritos? A ver si consigues impresionarme, blanquito.

-Pues...Papa Roach, Sum 41 y Blind Guardian. -Sonrió, orgulloso. Siempre lo estuvo sobre sus gustos musicales.

-¿En serio? ¡Joder! Tienes un gusto fabuloso, permíteme que te lo diga.

-Eso me alegra. Así ya no me odiarás tanto...

-¿Piensas que te odio?

-Bueno, es la sensación que me has dado. Aunque es normal, soy un desconocido...y esta es tu casa.

-Reconozco que me he portado de manera muy hostil contigo. Pero te pido disculpas, es que al verte me asusté muchísimo.

-¿Asustarte?

-Sí, es que verás...ya nos han atacado varios grupos de desertores. Nos robaron muchas cosas, incluso nos dieron una paliza por oponernos, gentuza. Pensé que eras uno de ellos al verte deambular por aquí. Además, te habían mordido, entiéndeme.

-Claro, es muy lógico reaccionar así...cualquiera lo habría hecho, incluido yo mismo.

-¿Por qué no te has transformado en un caminante como todos los demás que han sido mordidos?

-Pues la verdad es que no tengo ni idea...y eso me abruma a la vez que asusta. Es algo a lo que yo también busco respuesta. Aún me resulta increíble...¿por qué yo soy distinto? ¿Y por qué no cualquier otro?

-Ni idea, tío. Pero es una puta pasada. ¿Y si ahora eres inmortal o algo así? -Ambos se echaron a reír por aquel comentario.- ¿Entonces me perdonas?

-No tengo nada que perdonarte. De verdad, no te preocupes.

-Vale, porque ya no eres un desconocido para mi, ahora eres mi amigo. -Después de aquello, le tendió la mano, en su rostro había dibujada una bonita sonrisa. Elliot no dudó en corresponder al apretón de mano, más aliviado.

-Bienvenido a la familia Muhami, Elliot.

-Gracias.- No pudo evitar reír, con orgullo. Se sintió con muchas esperanzas de nuevo, como si se le hubiesen renovado al darle la mano. Veía las cosas de un color menos oscuro. Un gris claro.

-¿Mi padre sigue arriba?

-Sí, me dijo que quería estar solo unos minutos.

-¿Ha vuelto a ver a mamá, verdad?

-¿No es la primera vez que le pasa? -Aquello lo pilló por sorpresa, ese hombre debía estar pasando por un horrible infierno.

-No...desde que ella murió, lo hace. Sube arriba, mata a unos cuantos de esos indeseables y lo intenta con ella. Pero nunca puede y acaba llorando.

-V-vaya...debe ser horrible. Lo siento muchísimo, en serio.

-No te preocupes, tío. Lo peor fue cuando ocurrió todo...¿quieres que te cuente como pasó?

-Sí, por favor. Si no te duele o molesta hablar de ello, me gustaría saberlo.

-Bien, pues pasó lo siguiente...-Hizo una pausa y tomó una gran cantidad de aire.- Íbamos a ir a la montaña, un picnic familiar. Pero al coger el coche y salir a la calle principal, no pudimos avanzar. La carretera estaba llena de coches abandonados, todos parados. Había un montón de personas corriendo de un sitio a otro, gritando y maldiciendo, muchas fuera de sí...nosotros también salimos de nuestro coche, para preguntar que era lo que estaba pasando, pocos fueron los que nos contestaron de manera decente. Muchos otros no entendían lo que pasaba y estaban irritados.

-Debía ser estresante...

-Sí que lo fue. Ahí fue cuando vi a mi primer caminante. Fue lo más triste y horrible que vi jamás; era un hombre de mediana edad y llevaba uno de sus brazos colgando del torso. Recuerdo que le pregunté a mi madre por qué ese señor ya no estaba en un hospital. Ella me dijo que le ayudaría y que hablaría con él, entonces..fue cuando esa cosa la mordió. Mordió a mi madre, joder. Le arrancó toda la piel del brazo, de cuajo. Intentamos llegar al hospital, pero la carretera estaba cada vez más abarrotada...no pudimos llegar, no llegamos a tiempo. Así que nos volvimos y vinimos a casa, para ver si la podíamos curar aquí.

-¿Y funcionó?

-Al principio si que funcionaba, parecía que la hemorragia se había parado. Pero luego la acompañaron unas altas fiebres, superando los cuarenta grados. Poco a poco, la vida se le fue escapando de los dedos de entre los dedos con cada suspiro que daba. Papá y yo comenzamos a llorar desconsolados su muerte.

-Oh, dios....

-Pero apenas pasados unos minutos...ella volvió. De su boca sólo salían gruñidos extraños de su garganta hinchada por el pus. Sus ojos ya no tenían pupilas, eran completamente blancos. Intentó mordernos a los dos, pero papá no tuvo más remedio que echarla fuera, ahí fue la última vez que la vi.

Elliot abrió la boca para decirle algo a su amigo, algunas palabras de consuelo, pero un fuerte ruido procedente de la puerta principal lo interrumpió.

-¿Qué ha sido eso? -Exclamó Elliot, sobresaltado.

-Dudo que tengamos visitas...Alguno de esos estúpidos seres habrá chocado contra la puerta. Quizá esté intentando entrar inutilmente....-Pero vinieron más golpes, y cada vez más repentinos y fuertes.

-Vale, vamos a echar un pequeño vistazo.- Elliot se levantó de la cama, dando un pequeño saltito. Michael lo siguió hasta la entrada principal y ambos miraron por la mirilla de la puerta. Suerte que sólo se pudiese ver de dentro hacia fuera. Cuando vieron quien era, Michael retrocedió bruscamente, trastribillando varios pasos, casi se tropieza.

-Es ella...ha vuelto a casa.

Elliot siguió mirando, vio a Loretta vagando por el rellano, con la mirada perdida. Iba chocando contra las paredes, también tropezó con una de las macetas y la derrivó, tirando toda la tierra.

-Algún día tendré el valor para acabar con su sufrimiento yo mismo...-Michael se dejó caer en el sofá, de mala gana.

-¿Por qué volverá ella a casa? Estos bichos no son tan listos...-Eso lo inquietaba. ¿Y si aún tenían recuerdos de sus anteriores vidas?

-A lo mejor aún tienen su parte humana...Algo que los aferre a la anterior vida que llevaron. Es como si ella aún quisiese vivir aquí con nosotros.

-Es algo...inquietante. -Elliot miró a Michael, que parecía decaído y triste. Se sentó a su lado y le pasó un brazo por encima de los hombros, arropándolo.- Pero no estás solo.

-Vaya, si eres buen tío y todo...-Apoyó la cabeza en él, refugiándose de la lluvia de recuerdos amargos. Jason había bajado las escaleras en silencio, y al ver a los chicos, sonrió, rompiendo aquel momento tan tierno.

-Chicos, no sabéis lo que me alegra que os empecéis a llevar bien. Es muy conmovedor.

-Papá, me equivoqué a la hora de juzgarle. Es un buen chico.

-Ya lo sé, cielo. Elliot es muy buena persona, te hará bien su compañía.

-Sí, estoy seguro de que sí. -Aquella versión de Michael era totalmente opuesta a la que Elliot conoció primeramente. Esta le gustaba.

-Voy a preparar algo de cenar, chicos. -Anunció el padre.- ¿Queréis albóndigas con tomate en lata?

-Meh, qué remedio. Llevamos mucho tiempo comiendo mierda de esa.

-Da gracias de que al menos tenemos cosas que podemos llevarnos a la boca.

-Es cierto papá.- Dijo irónico, pero después se echó a reír.- Comámonos esas deliciosas bolas de carne.

Jason entró en la cocina, pero segundos después, asomó de nuevo su cabeza.

-Por cierto, mañana saldremos a explorar. Tenemos que recaudar víveres para poder partir hacia Atlanta más tarde.

-¿En serio? ¡Genial! -Michael se emocionó, Elliot no tanto.- Por fin podremos salir de aquí.

-¿Será seguro, Jason? -Elliot estaba inseguro. No sabía si estaba preparado para presenciar de nuevo el horror de las calles, que ahora pertenecían a esos trozos de carne muerta.

-Será todo lo seguro que se pueda, no dejaré que os pase nada, os lo prometo. Pero necesitamos más comida, aquí apenas nos queda. Quizá también algunas medicinas y sobre todo, toda la munición que podamos alcanzar a coger.

-Tienes razón...-Defendió Elliot. No podían quedarse siempre bajo la comodidad y seguridad de aquella casa. Después de eso, el hombre volvió a ponerse con la cena. Michael aprovechó para darle un codazo leve a Elliot.

-Vamos, ¿estás asustado?

-N-no, no es eso...simplemente no quiero perder a más personas buenas...-Bajó la cabeza.

-¿Perder? No vas a tener que perder a nadie más. Nosotros somos muy fuertes, Elliot. Hemos salido de excursión más de una vez.

-¿Ah, sí?

-Sí y siempre hemos acabado intactos, sin un sólo susto.

-Tendré que fiarme de vosotros entonces.- Bromeó, sacando la lengua.

Después de una agradable cena, acompañada de risas y tranquilidad, volvieron a la habitación. Había sido un día cargado de emociones, pero Elliot agradeció de verás estar con ellos, no soportaría haberse quedado solo.

-¿Dónde dormiré yo? -Preguntó Elliot.- ¿En el sofá?

-¿Qué? ¡No me seas tonto! En el sofá se duerme fatal. Te destrozaría el cuello.

-¿Entonces...?

-Dormirás conmigo. -Dijo convencido, mientras quitaba las sábanas de la cama.

-¿Qué? ¿Pretendes que durmamos juntos? No creo que eso sea buena idea...-Estaba temeroso, aún asustado por lo de su mordida.

-¿Por qué no? Oh, vamos...no me digas que te vas a volver racista ahora...-Le dijo a modo de broma, pero Elliot no lo entendió demasiado bien.- ¡Vamos, ven con este negrito! -Lo cogió de la mano y lo tiró sobre la cama, junto a él.

-¡E-eh...! ¡Qué me vas a matar! -No pudo aguantar más y estalló en una estrepitosa risa.

-Eres una nenaza, Eli.

-Deja de llamarme así, parece nombre de mujer.

-¿Ah, pero eres un hombre? -Lo miró, esperando buscar una batalla verbal. Sin embargo, lo que se llevó fue un puñetazo en el hombre y una carcajada.- ¡Sigo pensando que pegas como una chica! ¡O mucho peor, como una abuela!

Ambos empezaron a propinarse golpes amistosos, revolviendo las mantas, poniéndolo todo patas arriba. Eso llamó la atención de Jason, que se asomó y carraspeó.

-Pero bueno...¿qué ocurre aquí? -No sonó severo, sino divertido.

-Perdón, papá. Sólo estábamos jugando...-Dijo con la respiración entrecortada.

-Vale, pero descansad todo lo posible, por favor. Mañana será un día movidito y no quiero ningún incidente.

-A sus órdenes, señor.- Michael se puso la mano en la frente, a modo de saludo militar.

-Buenas noches, chicos.

-Buenas noches, papá.

-Descansad.- Jason salió de la habitación, tras unos segundos de silencio, Elliot pudo sentir como Michael se abrazaba a él.

-¿Puedo? -Preguntó mirándolo.



-Sí, claro...-Elliot acarició su pelo rizado y oscuro. Y por primera vez en mucho tiempo, se sintió protegido.  

El último bocado.Where stories live. Discover now