Preparativos intensivos

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—¡¡¡¡Ya tenemos los regalos!!!! ¡Estamos listas para la fiesta de mañana! Tenía rato que no iba a una fiesta de cumpleaños ¡que emoción! ¿Cuántas piñatas creen que rompamos? ¿Cuántas bolsas de dulces creen que darán? Awwwwww ¡no puedo esperar!
—Ruby... No tenemos 10 años... ¡Es una fiesta de adolescentes, no de niños de primaria!
—Owww, ¿quieres decir que no habrá payasos, piñatas ni dulces? ¿Qué clase de fiesta no tiene dulces? Waaaaaa.
—Las de nuestra edad... Madura, Ruby...
—Tranquila, sis, te divertirás de todas maneras, es como la fiesta del baile sólo que un poquitín diferente.
—Ammm pero no me divertí mucho en esa fiesta, me dejaron sola sin bailar de hecho... Si es así una fiesta de adolescentes... no es mi ambiente, chicas.
—Oh, vamos, Ruby, no seas aguafiestas. Te divertirás, ¡ya verás! —Animaba la Schnee a su compañera.
—Jejeje aún así iré amigas no se preocupen, aunque es una decepción que no den dulces.
—Hey, si por golosinas te deprimes, ¡te compraré diez bolsas de dulces cuando regresemos!
—¡Oooowww! ¡¿Lo dices en serio, Yang?! —se reanimaba Ruby.
—Jojojo por supuesto, hermanita, aunque será sólo una bolsa de dulces, mi presupuesto es límitado en estos momentos, ¡papá no manda nuestras mesadas aún!
—Ooouummm, de acuerdo...
—Oigan, amigas, hablando de la fiesta... creo que yo las alcanzaré allá, Sun quiere pasar por mí... Así que para no hacerlas esperar, adelántense mañana... —Explicaba Blake, mientras jugueteaba con sus dedos y ocultaba su rubor.
—Ooooooowwwww —miraban con complicidad las tres a la fauno a quien incomodaron evidentemente. Esta ocultó su vergüenza tras las páginas de un libro y el resto compartió carcajadas risueñamente.
—¡Todas tienen sus enamorados excepto yo! —Lamentaba la rubia.
—Pero ya te había dicho que tenías uno la otra vez...
—Ese no cuenta, Weiss... Y lo sabes...
—Qué exigente... —refutaba la albina.
—¿No te mordiste la lengua?...
—¡Hey! ¡¿Qué quieres decir con eso?!
Las chicas discutían ante las risas de Ruby y Blake. La más joven sonreía y a la vez, observaba su pila de cartas, preguntándose si en la fiesta de mañana al fin conocería a su admirador o si este le enviaría alguna carta especial, pues ya no eran semanales como en un principio había mencionado.

Por otra parte...
—¿Es aquí?
—Sí, señor, es aquí.
—Entonces aquí te encuentras... ¡Vaya! Después de tanto tiempo en que hermosa chica te habrás convertido, amor mío.
—¿Quiere que la busquemos?
—No, esto lo haré yo personalmente...

Rosas en rojo carmesíWhere stories live. Discover now