*10*

105 14 7
                                    


Después de mucho tiempo he hallado la más triste verdad de las relaciones amorosas. Con una daga atravesando mi pecho y un mar brotando de mis ojos escribo estas líneas. Tengo la absurda esperanza de que no cometas el mismo error que yo. Pero, vamos, seamos realistas, tú no me creerás ni mucho menos tomarás mi consejo. Después de todo, bien lo dicen por ahí, nadie aprende por cabeza ajena.

De todos modos, te contaré mi historia, no para robar tu tiempo, no porque quiera que llores; lo hago porque lo necesito. Necesito desesperadamente contar esta verdad que me atormenta, que quebranta mi ser, que aleja mi sueño... que duele... Duele tanto, oh Dios, cuánto duele y pesa todo lo que retengo adentro.

Hace dos años y medio atrás mi vida tropezó con alguien. ¡Y qué alguien! Bueno, no tropezamos literalmente, solo lo vi en la lista de "People You May Know" en Facebook. Lo conocía, bueno, al menos lo había visto alguna vez. Sin dudar, presioné "Add". En esa época acostumbraba a añadir a cuanta gente hubiera visto, aunque haya sido de pasada. Ustedes saben, por eso de la pauta. Al minuto recibí un mensaje de él. Un simple "hola" desató una larga conversación.

Nos habíamos visto anteriormente, era difícil precisar exactamente cuándo, pero sí el dónde. Antes de él realizar su vida en la ciudad capital, asistía a la misma iglesia que yo. Habían pasado muchos años; ya él era un hombre de casi 30 años y yo una capulla entrando a la adultez con 20.

Así las cosas, tuvimos un "reencuentro" ... Y ese día, hubo un rapidito en su auto. ¿Qué? No vengan con sus sermones "moralísticos", el sexo es rico, es vida, es... Ustedes saben.

No se crean que fue mágico, con mucha química y todo eso. Si me dieran a calificar el sexo de esa ocasión, le daría un 2 y por pena. Estoy consciente de que físicamente, a primera impresión, no era lo que esperábamos. Y sí, lo digo por ambas partes.

A pesar de lo anterior, recibí un mensaje de él... o creo que fui yo. Ah, sí fui yo quién violó el artículo #2 del código de mujeres, y le escribí primero antes que él a mí. ¡Pero recibí respuesta! Así que, valió la pena.

Y seguimos hablando.

No era algo formal, no había etiquetas. Él no se veía entusiasmado conmigo ni yo con él. Sin embargo, ambos nos vimos envueltos en una relación no definida y medio extraña. Había regalos, detalles y hasta conocí a su familia. Por fuera, todos podían ver una relación con futuro. Pero yo no lo sentía así. ¡Por Dios, él nunca se me declaró o me dijo "te amo" ... o un "te quiero"!

Estúpida de mí que me ilusioné y comencé a creer que había algo serio, aunque no estuviera establecido oficialmente.

Bailamos muchos tangos, cantamos en muchos conciertos, vimos muchas películas en mi casa y en el cine. Me gané a su familia y él la mía.

Moría por un "te amo" de sus labios. Por una señal que me dijera que yo no era la que había empujado "la relación" ... Que no estaba conmigo por lástima o compromiso. Que no se atrevía a dejar lo que teníamos porque no quería hacerme sufrir.

El te amo llegó... pero demasiado tarde.

Cansada de los desplantes, de la dejadez, de esperar llamadas que llegaban tarde o simplemente no llegaban. Harta de llorar y perder la dignidad, rogando atención y amor, comencé a salir más, a socializar y coquetear con otros. Desesperadamente buscaba sentirme querida y deseada. Quería sentirme viva. Conocí a mucha gente y abrí mi corazón a los nuevos amigos. Todos me aconsejaban que dejara ese absurdo intento de relación. Que no lo merecía... Y les creí. Después llegó un hombre, ciertamente, más guapo que él, más atento... Sabía decir palabras hermosas y al parecer, no tenía problemas con mi aspecto físico. Había química y estuvimos envueltos desde la primera vez que nos conocimos. Me sentía en las nubes... Esta persona fue la que me dio valor para terminar oficialmente con "mi relación".

Lo hice. Le dije todo lo que sentía, todo lo que me llevó a no querer seguir más con el absurdo intento de relación amorosa que nunca debimos comenzar.

Y mi corazón se dividió en dos.

Él se abrió a mí, me suplicó, se arrodilló, me compró una sortija porque quería oficializar lo nuestro... Me dijo que me amaba. Que se había dado cuenta, pero tenía miedo de expresarlo o reconocerlo. Pero yo había tomado una decisión. Me convencí a mí misma que lo que él me decía eran excusas, que las relaciones destinadas a ser, desde el día uno se debía sentir. Que el amor no surge después o con el tiempo, sino al inicio.

En mi nueva relación los primeros meses fueron magníficos. Era todo lo que esperaba y más. Pero pasó el tiempo y mentiras ocultas aparecieron; actitudes negativas se colaron en la relación... Las palabras bonitas se esfumaron, el sexo disminuyó. Los defectos que al principio él juraba amar de mí, ahora los odiaba. Le tenía que arrancar los te amo; ya no salían espontáneos, como cuando comenzamos. Las peleas son constantes y las recriminaciones cada vez más. Ahora es el celular quien lo hace sonreír y no yo. Si tenemos relaciones sexuales, todo acaba cuando él termina. Yo simplemente me quedo con una calentura a medias, mirando hacia el techo. Y si logra sacarme orgasmos, parece como una obligación para él; un quehacer molesto y no un placer...

Ya he perdido la cuenta de cuántas veces me he encerrado en el baño a llorar. Todo lo que un día fui, ya no queda nada. Mi autoestima corrió por el suelo...

Lamento haber sido tan estúpida como para no valorar lo que tenía anteriormente. Sin saberlo, él y yo lo teníamos todo. Solo que no definido... Escribo desde el ordenador con una daga cruzando mi pecho. No dejo de pensar en lo que pudo ser... No dejo de pensar en los ojos llenos de lágrimas de Saúl, en su mirada llena de sinceridad y miedo. En cómo no quise escuchar sus suplicas por una oportunidad... En ese te amo que juraba había llegado demasiado tarde. En los sueños rotos que se quedaron en aquella última conversación. Lo vi todo y lo ignoré por tener un concepto erróneo sobre el amor.

No deseo volver con él, sería egoísta de mi parte... Sería un descaro. Solo pienso en esta triste verdad: los amores no siempre vienen con etiquetas, no siempre comienzan desde el día uno; veces surge de a poco, gota a gota, beso a beso... Mes tras mes. No hacen falta los te amo cuando se tiene a alguien que canta a todo pulmón en los conciertos contigo, cuando se tiene a alguien que te deja entrar a su familia y tú le dejas a la tuya... No hace falta definirlo con palabras cuando con acciones se tiene más que eso.

Escucha bien este consejo: más vale un te amo tardío y sincero, que un te amo prematuro, lleno de emociones momentáneas.

Corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora