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-¿No me has escuchado?

-Sí, y creo que necesitas replantearte todo esto.

-No necesito replantearme nada. Estoy totalmente segura de lo que te acabo de decir y lo sabrías si te hubieras dignado a prestarme atención por una vez.

-Mira, Ana, yo creo que tienes que...

-¡Me da igual lo que creas!

La chica estaba totalmente exasperada. Jadel parecía, una vez más, no querer prestar atención a lo que le decía, pero eso no era novedad, se había acostumbrado hacía mucho a la misma historia, sin embargo, en esa ocasión le molestaba aún más.

Ella estaba intentando explicarle como se sentía y por qué estaba así y lo mínimo que esperaba era que lo aceptara y, quizá tratara de buscar una solución, pero no que le dijera que todo eran paranoias suyas y que lo dejara estar, que en unos días todo volvería a ser igual que siempre. ¿Quién se creía que era para decidir que tenía que pensar ella?

-Ana, estás muy nerviosa. Respira un poco y verás como todo va mejor. Esta noche si quieres lo volvemos a hablar y te darás cuenta de que todo ha sido una tontería.

-No –era hora de plantarse, ya estaba harta de que no la escuchara y se saliera siempre con la suya, diciendo cosas como que se enfadaba por todo y que era muy dramática- Esto es en serio.

El chico parecía sorprendido al ver que Ana se había plantado y no pensaba dejar pasar nada.

-¿Me lo estás diciendo de verdad?

-Sí.

-Creo que te estás precipitando –Ana suspiró- Igual necesitas tener tu espacio para darte cuenta de lo mucho que te vas a arrepentir si cortamos. Quizá deberíamos tomarnos un tiempo hasta que recapacites.

-No me hagas reír –se indignó la chica. Cruzó los brazos y lo miró tratando de controlarse para no soltarle la primera barbaridad que le venía a la mente- Jadel, no necesito que nos tomemos un tiempo, creo que llevamos unos dos años tomándonos 'un tiempo'.

El chico se quedó parado y Ana sintió satisfacción durante unos segundos por haber sido capaz de dejarlo así de sorprendido.

-¿Qué?

-Eso que has oído. Creo que tú 'tomarnos un tiempo' no sirve para nada, porque llevamos más de la mitad de nuestra relación así. Que si tienes que irte una semana, que si no te va bien quedarte en casa en vez de irte con tus amigos. Eso sí, cuando yo tengo algo que hacer siempre me pides que lo cambie por ti. Pues sabes, estoy harta y ya era hora de que lo supieras.

-No entiendo a qué viene esto. Estábamos genial y de repente decides que tenemos que romper –Ana contuvo las ganas de rodar los ojos- Hay alguien ¿no?

-No, Jadel, no hay nadie. Y esto no ha sido de repente, llevo mucho tiempo sintiéndome así, pero pensaba que con el tiempo volvería a la normalidad, cosa que no ha pasado.

-Tiene que haber alguien más, sino no harías esto.

-Joder –la morena resopló. Era increíble que, por mucho que se lo explicara, él siguiera igual- No hay nadie y sé que eso es lo que más te jode, no puedes aceptar tener parte de culpa, pero tranquilo, no voy a intentar hacerte cambiar de opinión –cogió la bolsa que tenía encima del sofá y se la colgó del hombro- te voy a ahorrar trabajo, si quieres gritar y decir que es culpa mía adelante, pero por mí aquí se queda la cosa. Voy a quedarme con Amaia y Alfred porque el piso es tuyo, y me llevo a Mimo conmigo.

Besos en GuerraWhere stories live. Discover now