Capítulo 1

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∽Narra Nikki∽

Una imagen apreció ante mis ojos. Una hermosa flor roja atrapada entre las ramas de un arbusto que parecía no tener fin. Estiré la mano para recogerla y me encontré con unas afiladas espinas que recubrían las ramas del extraño arbusto. La luna llena se erguía en el cielo. El viento comenzó a soplar. A lo lejos se escuchaban unos ruidos que no acertaba a comprender. Unos pasos se oyeron al otro lado de la planta. Debía de darme prisa. Finalmente la cogí y la cubrí con mi cuerpo. El arbusto había comenzado a crecer tan rápidamente que se podía apreciar como lo hacía. Este iba avanzando metro tras metro hacia mi. Solo había un camino. Tenía que ir hacia el dueño de los pasos...

Desperté sobresaltada. Miré hacia todos lados aún hilerventilando debido a la pesadilla. Estaba amaneciendo y aún hacia frío. Era la típica mañana de Octubre. Recordé mi cometido de esa mañana. Hoy escaparía de ésta cárcel que llamaban Medianoche. Aún no había comenzado el curso por lo que casi no había nadie en el antiguo castillo y el pueblo más cercano estaba a más de 100 km. En medio del internado y el pueblo se extendían centenares de km de puro bosque. Eso era lo único agradable en ésta prisión. Debajo de cada ventana se erguía una pequeña gárgola de piedra, que parecían moverse cuando no mirabas.

Recogí varias cosas que necesitaría para mi corto viaje. No iba a escaparme de verdad, solo estaría el tiempo suficiente fuera para que los profesores se preocupasen y llamasen a mis padres. Estos se darían cuenta de que yo no encajo aquí y me llevarían de vuelta a casa. Con estás reflexiones en la cabeza cogí un abrigo grueso y me puse unas botas de montaña. Metí un par de chocolatinas en una pequeña mochila, junto con una botella de agua. Me puse unos pantalones de chandal y un jersey. Me abroché el abrigo y me puse de pié. Mi escapada había comenzado oficialmente. Salí de la habitación sigilosamente y bajé las escaleras de caracol. Estuve a punto de tropezar varias veces. Los escalones estaban desgastados por el tiempo y algo resbaladizos. Cuando llegué al vestíbulo lo examiné de nuevo. Era enorme. Ya habían colocado el podio en el que se subiría la directora para recibir a los nuevos alumnos. Estaba justo en frente de las 4 ventanas que daban al exterior. 3 de ellas eran unas hermosas vidrieras de vivos colores, pero la 4° era un cristal transparente. Me habían contado que se rompió mucho tiempo atrás. Me dirigí a la pesada puerta de madera de abeto que conducía hacia la libertad. La abrí con cuidado de no hacer ningún ruido.

Paso a paso me acerque al tipo de las pisadas. Éste era muy alto y fornido. Su cara estaba oculta y solo podía apreciar su silueta. De un momento a otro, él comenzó a sufrir fuertes convulsiones. Se agachó quedando fuera de mi vista...

El sueño de ésta noche volvió a asaltarme. Era realmente extraño. Salí fuera y una fría ráfaga de aire me envolvió. Miré hacia ambos lados para ver si había alguien despierto. Como no oía a nadie avancé rápidamente hasta el borde del bosque. Una vez allí me sentí como... a salvo.

Seguí acercándome hacia él hasta estar en frente suya. La curiosidad me atraía hacia él. Cuando cesó de moverse su cuerpo había cambiado. No se reconocía a un hombre en él. De un momento a otro se irguió hasta tener más o menos mi altura. Cuando le vi esos ojos supe que había cometido un error al acercarme a él. Esos ojos azules que relucían en la oscuridad... No eran humanos.

Me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. El bosque, a la mortecina luz de la madrugada, era demasiado parecido al escenario del sueño. Inconscientemente volví a hechar un vistazo a mi alrededor. No había el mayor signo de vida. Con algo de temor me metí en el bosque. Me tropecé un par de veces con unas raíces que sobresalían del suelo. Un rato después estaba tan cansada que parecía que había andado varias horas cuando solo había caminado unos minutos. Estaba pensando en el sueño cuando se escucharon unos pasos entre la espesura. Mi corazón se aceleró y miré hacia todos lados. No podía distinguir ninguna silueta entre las sombras. Poco a poco esos pasos se acercaron a mi. En un momento dado comencé a correr hacia el lado opuesto al de donde se oían los pasos. Corrí con todas mis fuerzas intentando perder de vista a esa persona, pero los pasos se oían cada vez más cerca. Cuando estaba a punto de perder la respiración, algo saltó detrás de mi. Lo último que vi antes de caer fueron unos ojos azules como el cielo...

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