Capitulo 27

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∽Narra Alex∽

Olí una perdiz y un pequeño cervatillo. Mi instinto animal me llevó hasta un pequeño claro al lado de un riachuelo. Me resultaba muy familiar. Quizás lo hubiese pasado cuando estaba transformado o por uno de mis habituales paseos por el bosque. Los necesitaba, al menos una vez al día o si no me ponía nervioso.

No me gustó haber plantado a Nikki de esa manera, pero hacía 2 días que no había comido. Estaba muy cansado y con cualquier pulso acelerado me transformaría.

Devoré al ciervo rápidamente. Comer carne cruda en mi forma humana no me atraía demasiado. Pero debía hacerlo o me debilitaría. O en el peor de los casos, me transformaría con cualquier tontería, buscando carne. Era realmente horrible, pero aprendí a convivir con ello años atrás.

Me limpié la sangre de la cara en el riachuelo. Continué caminando. Llegué hasta la frontera de mi territorio, que me había asegurado de marcar la noche de mi llegada, para evitar lobos u osos no invitados. Estaba anocheciendo. Un hermoso tono anaranjado cubría el cielo. Me apresuré para volver al internado. Mi territorio era realmente grande.

Iba medio corriendo y medio andando cuando noté un extraño olor. Parecía una mezcla de acónito y berbena. Me dio muy mala espina.

Llegué a la linde del bosque a tiempo de ver como un hombre, del que procedía el extraño olor, entraba junto a la directora Bethany. Me escondí detrás de un árbol, antes de que me vieran. Se oyó el portón cerrarse y yo salí de mi escondite. Me dio muy muy mala espina. Ese hombre olía a cazador.

Sentí un hermoso olor a mi espalda. Me dí la vuelta y me encontré con una extrañada Nicole. Su brazo escayolado descansaba en un cabestrillo (NA. El cabestrillo es como una especie de soporte para, cuando tienes un brazo escayolado, no se mueva). Yo la sonreí. No me esperaba encontrarla aquí. Estaba contenta pero preocupada. Sus ojos la delataban.

-¿Que haces aquí?-Me preguntó con curiosidad.

-Supongo que podría preguntarte lo mismo.-Contesté.

-Estaba paseando. Pero ahora que te he encontrado necesito contarte algo.-Me dijo, con actitud misteriosa.

Me tomó la mano y yo sentí un agradable hormigeo, allí donde me había tocado. Me llevó hasta el cenador donde... donde comenzó todo...

Se sentó con las piernas cruzadas, como si fuese un indio. Me miró decididamente. Yo también me senté.

-Yo... Yo... -me miró como si no se atreviese a contarme algo.

-Espera.-Le puse el dedo en los labios, para que no hablara.-Quiero contarte un par de cosas sobre... sobre mi... mi otro yo.-Ella asintió aliviada.

-Te escucho.-Sus ojos se iluminaron con una idea.-Pero, esta vez yo haré las preguntas.-Dijo feliz. Yo asentí.-¿Debilidades?

-Umm... Pues... Podría decirte la plata y el acónito, pero... como ya te dije, he desarrollado una inmunidad extraña y no me afectan casi nada.

Ella me miró, estudiándome. Sacó algo de debajo de su jersey. Era un hermoso colgante de plata en forma de flor. Olía a acónito y a berbena. También tenía otro olor que no reconocí bien. Lo sujetó con su mano buena, mostrándomelo. Entonces, cuando me acerqué para estudiarlo mejor, me lo estampó en la mejilla. Sentí un calor extraño en ese lado y me aparté por reflejo. Me froté la cara. Descubrí que tenía una pequeña quemadura, justo en el lugar donde eso me había tocado. Seguía sorprendido. Ella me miró. Me quitó la mano a tiempo de ver como la quemadura desaparecía. 1 segundo después solo quedaba piel normal, en vez de la quemadura. Ella me miró sorprendida.

MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora