CAPÍTULO OCHO

3.9K 497 84
                                    

Me pierdo observando cómo el viento sopla con fuerza logrando que los robles blancos se balanceen hacia todos lados lanzando algunas bellotas al suelo ritmicamente. Soy plenamente consciente de la pesadez que se ha instalado en mi sistema, pero no es la sensación habitual que suelo tener cuando una premonición se acerca, esto es algo más mundano, algo completamente normal para un ser humano. Cansancio.

Todo mi cuerpo arde, palpita y tiembla. Apenas puedo mantenerme de pie, sin embargo me obligo a hacerlo por unos minutos más, no puedo desvanecerme sin antes asegurarme que Matthew estará a salvo, no sin saber que Haniel y Gabriel lo llevarán con nosotros. A donde sea que vayamos ahora.

El aroma mentolado de Gabriel logra filtrarse hasta mis fosas nasales cuando lleva una de sus manos por debajo de mis muslos y la otra detrás de mi espalda con suma cautela. El roce cálido de sus dedos en mi espalda me despierta otro poco, entonces advierto el movimiento de cabeza que le dirige a su fiel acompañante.

— Trae al rubio afeminado con nosotros —dice no muy feliz.

Suelto un suspiro y siento una de mis comisuras levantarse en un intento de sonrisa, pero me sale terrible.

Por pura inercia, envuelvo mis brazos en su cuello y me dejo ser, nos dejo ser. No es que me guste el papel que estoy jugando de la doncella en apuros que necesita de su guardián para salvarla. Sin embargo, me obligo a empujar todos esos pensamientos a lo más recóndito de mi mente para escudriñarlos luego, cuando no me sienta fatal. Cuando descansar en el pecho de Gabriel no se sienta tan bien, cuando él deje de abrazarme de esta manera.

La idea de estar necesitando tanto de él y viceversa me asusta, es como si últimamente estuviéramos decididos solo a ver por el bienestar del otro. Puedo verlo en sus ojos justo ahora.

El verde de sus ojos brilla con un destello de preocupación en el momento en que nota que apenas puedo mantener los míos abiertos, mientras espera que Haniel tome a Matthew entre sus brazos para poder despegar.

Por el rabillo del ojo consigo ver cómo Haniel levanta al Doc cual saco de papas y se lo echa al hombro. En cualquier otro momento hubiera estallado en una sonora carcajada por cómo los brazos de Matthew cuelgan rozando el trasero de Haniel, pero en este preciso momento solo tengo las fuerzas necesarias para mantener los ojos abiertos en un intento por apreciar la maravillosa vista que tengo enfrente.

— ¡Vamos al lugar seguro! —grita Gabriel en dirección a su guerrero rubio que carga al rubio afeminado, según él mismo.

Cuando vuelvo la vista hacia su rostro consigo ver una pequeña sonrisa bailando en sus labios, es casi como si pudiera escuchar mis pensamientos.

Entonces, la realización cae sobre mí como la más fuerte lluvia y mi corazón se detiene por una fracción de segundo.

Él puede leer mis pensamientos, nos comunicamos de esa manera una vez.

¿Está haciéndolo ahora?

Siento cómo su pecho brinca con una risa débil y silenciosa, mientras se aferra con más fuerza a mi espalda, evitando por completo mi ala.

Luego, se lanza al cielo.

***


— Ella va a molestarse demasiado —en medio de la bruma de la seminconsciencia escucho una voz ronca, por consecuente algo revolotea en mi interior.

— Sí, lo sé. Pero, ¿qué otra opción tenías? Todo iba irse directo al infierno si no lo hacías. Tú lo sabes.

Sin embargo, no consigo unirla con un rostro conocido porque me encuentro luchando contra el umbral del sueño que me lleva consigo una vez más.

SÁLVAME DE LA MUERTE - ÁNGEL (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora