Atrévete a vivir el duelo.

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Es posible que pases por una fase de dolor, de duelo. Es lo sano y natural. Lo extraño sería que lo superaras con rapidez, que pasaras página, que te medicaras para no sentir lo que te toca vivir. Es más, te aconsejo que no tengas prisa en superarlo ni en dejarlo atrás. Las vivencias, si son de verdad, dejan marcas. Cuando te mires tal como eres y veas lo vivido como una historia de amor importantísima de la cual no pretendes librarte antes de tiempo, esta aceptación, la posibilidad de sufrirla y recordarla en libertad, paradójicamente, te liberará. La ley del Tao dice: «Lo que se resiste, persiste». Es decir, tus esfuerzos en no pensar, no recordar, olvidar… no hacen más que dirigirte hacia la presencia de la ausencia. Vívelo con tranquilidad, sin tensión, cuidándote, permitiéndote que los sentimientos aparezcan, pero sin dejar de trabajar los diferentes aspectos que trataremos en la segunda parte del libro. Lo que sí puedo asegurarte es que este libro no te servirá para contestar la pregunta que te haces a todas horas: «¿Qué ha ocurrido? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo es posible que nos haya vencido una estúpida tragedia?» Sólo te diré que quizás te ame, aunque no lo suficiente o no como tú querrías, pero ¿qué más da? Lo que de veras importa es quién eres tú, y en particular quién deseas ser. No malgastes más tiempo dirigiendo tu atención, recursos y pensamientos hacia alguien cuyos sentimientos y acciones no dependen de ti. Tu tiempo permanece parado si sigues insistiendo en algo imposible: que sea alguien diferente, que te quiera de un modo diferente. En la próxima sección intentaré convencerte de la inutilidad de rastrear la respuesta definitiva a qué siente «realmente» por ti. Ahora estás viviendo un momento único en tu vida, el instante de las grandes opciones vitales: aquél que a todos nos llega en el que decidimos quién seremos y así será hasta el final. Quizás tus querencias estén en este momento rotas y es muy difícil decidir quién ser después de que un deseo y un corazón se hayan hecho trizas, pero recuerda que lo que verdaderamente cuenta no es hasta qué punto has amado, sino tu propia capacidad de amar. Este fragmento de un poema ilustra lo que trato de decirte:

Lo digo contento: mucho he amado y mucho tengo que amar. Quiero que todo el mundo lo sepa. Desde la altura clara de este cuerpo que me hace de eco o de respuesta cuando el deseo reclama plenitudes, desde la intensidad de una mirada o bien desde la espuma de un solo beso, proclamo mi amor, lo legitimo.

(MIQUEL MARTÍ I POL, Mucho he amado).

Legitimar tu amor es legitimarte a ti. Fíjate en la potencia y la fuerza de sus palabras. Martí i Pol iba en silla de ruedas, postrado por una esclerosis múltiple degenerativa, pero se refiere a la altura de su cuerpo cuando ama… No habla del resultado que obtuvo, de cómo continuaron esos besos, esas miradas. ¿Qué más daba que las miradas estuvieran distraídas o sólo se miraran a sí mismas? Proclama su propia altura porque es él quien crece cuando ama. De lo que se trata es de que él fue capaz de vivirlo, de sentirlo. Nos dice: «Yo estuve allí y, en el momento en que pude amar, amé». Igual que tú.

TOMA NOTA

■ Amar, ser amada, que la relación funcione… depende en buena medida de la suerte. Es difícil aceptar la enorme parte fortuita que tiene el amor. En todo caso, ser amada no es una cuestión de continuos esfuerzos, méritos y talentos. El amor tiene una fórmula paradójica: ninguna cualidad personal por sí sola consigue enamorar a nadie, pero si te enamoras de alguien sin cualidades no podrás mantener la relación. Lo que está clarísimo es que «sólo» con amor y dedicación no lograrás que nadie te quiera. Mediante tus méritos no conseguirás ser amada, pero es muy fácil que acabes siendo utilizada.

Imagínate por un instante que todos los recursos, tiempo, esfuerzo… toda esta energía que dedicas a esta relación obsesiva y frustrante, la canalizaras hacia ti o hacia personas que valgan la pena.

No conviertas tu vida en el inútil tránsito consistente en intentar alejarte y volver a acercarte de quien nunca consigues separarte por completo. De ese modo sólo tendrás una vida circular y sin progreso.

Tu punto de inicio es estar convencida de que no quieres detener tu vida ante algo inamovible. Al preguntarte «¿y ahora qué?» permites que tu historia continúe.

⠀El Amor No Duele.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora